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Laura Vidal, experta en duelo animal: “Cuando murió mi perro, los psicólogos decían que no podía ser que estuviera así por un animal; algunas personas no pueden ni despedirse porque las echan del trabajo”

Sociedad

Tras escribir el libro ‘Espérame en el arcoíris’, Laura Vidal empezó a formarse en duelo animal para acompañar a otras personas. “Es como si hubiéramos puesto una escala de dolor y perder a un animal fuera un duelo de segunda”, denuncia

Laura Vidal es la primera terapeuta especializada en duelo animal de habla hispana.

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Mucho antes de dedicarse a acompañar duelos, Laura Vidal conoció de cerca la muerte animal. Como auxiliar de veterinaria, presenció innumerables despedidas y eutanasias, y siempre rodeadas de silencios incómodos. “Era una relación muy mala con la muerte, directamente no la gestionábamos, porque no hay ninguna educación respecto a esto, ni con los veterinarios ni con los auxiliares”, explica. Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó con la pérdida de quienes llamaba sus perrhijos, un dolor que para ella fue devastador y que intentó sortear yéndose un año al extranjero. 

La sociedad, en cambio, lo minimizaba. “Sentía que estaba viviendo una crisis, un duelo con todas las letras, pero para los demás era casi una anécdota: me decían cosas como ‘se te ha muerto el perro, cómprate otro’ o ‘eres demasiado sensible’, e incluso los psicólogos decían que no podía ser que estuviera así por un animal, que seguramente tendría algún trauma oculto”.

Fue en esa soledad que comenzó a escribir Espérame en el arcoíris, un libro que muchos le recomendaron no publicar, pero que, contra todo pronóstico, se convirtió en el más vendido sobre mascotas en España, traducido a ocho idiomas y con más de 100.000 copias en manos de lectores que encontraron en sus páginas consuelo y compañía. Después llegarían otros títulos como Cuando ya no estás, Conmigo siempre, Una huella eterna y el cuento infantil A tu lado, siempre con la misma misión: dar voz y legitimidad a un duelo tantas veces estigmatizado e invisibilizado.

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También empezó a formarse en acompañamiento en procesos de duelo y muerte en la Escuela Transpersonal, tanatología con la reconocida Gaby Pérez Islas y la preparación como “doula del alma”, entre muchas otras formaciones. Actualmente, Laura es un referente en duelo animal, con presencia en medios de todo el mundo, una comunidad activa en redes y un mensaje claro: el dolor por la pérdida de un compañero de vida es tan importante como cualquier otra.

Tu primer libro marcó un antes y un después. ¿Qué pasó?

La gente me empezó a escribir, y vi juntarse mis dos grandes pasiones: ayudar a las personas y los animales. Me empecé a formar como acompañante al duelo en humanos, porque no había ninguna formación que fuera en animales, y desde entonces he hecho 20 o 30 formaciones de este tipo. Y así empecé a acompañar a las personas en sus procesos de duelo animal.

¿Cuáles son los principales bloqueos que ves en las personas que acaban de perder a un animal?

Cada duelo es único y cada persona es un mundo, pero una de las grandes piedras del duelo animal es el sentimiento de culpa. Los animales son como niños, son seres que no te pueden decir si les duele algo, que no pueden elegir qué terapia van a seguir o a qué veterinario ir. Como sus responsables, tenemos que tomar muchas decisiones, y yo siempre digo que de la responsabilidad a la culpabilidad hay una línea muy fina. El sentimiento de culpa por lo que se ha hecho o no se ha hecho siempre está presente. También se puede intensificar si se tiene que decidir realizar una eutanasia compasiva, porque al final el tutor ha tenido que decidir. Muchas personas me dicen frases como “lo he matado yo” o “soy un monstruo”. Y luego están los terribles “y si”: “y si me hubiera esperado”, “y si hubiera mejorado”, “y si lo hubiera llevado a otro veterinario”, “y si me lo hubiera llevado a casa”. Ese sentimiento de culpa intensifica bastante la relación que tenemos en el duelo con los animales.

Una de las grandes piedras del duelo animal es el sentimiento de culpa, muchas personas me dicen frases como “lo he matado yo” o “soy un monstruo”

Laura VidalExperta en duelo animal

¿El duelo por un animal puede equipararse al de una persona?

Sí, completamente. De hecho, una de las cosas que más buscan las personas a las que acompañamos es validar el dolor. El duelo animal es un dolor de los que se llaman desautorizados; es como si hubiéramos puesto una escala de dolor y el animal fuera un duelo de segunda. Pero, en realidad, lo que va a determinar un duelo no es la especie o que sea de tu familia, no es la sangre, sino que van a ser otros factores, como la proximidad, la convivencia o la satisfacción con la relación que hemos perdido. Nos encontramos con muchas personas que nos dicen que lo están pasando peor que con la muerte de sus padres porque su animal era un pilar en su vida. Y esto se junta con que el entorno no les valida o minimiza la pérdida, o les trata como si no estuviera pasando nada. De repente esta gente se encuentra pasando uno de los duelos más duros de su vida, pero con el que van a contar con menos apoyo y comprensión. Cuando ven que nosotros no les juzgamos y que es válido sentirse así, dicen que creían que estaba mal y que se estaban volviendo locos, porque no podían hablarlo con nadie, porque decir que te duele más la muerte de tu perro que de tu padre está muy mal visto.

¿Por qué crees que continúa habiendo tanto estigma?

A las personas nos encanta generalizar y nos encanta catalogar el dolor, y el duelo animal está muy invalidado, pero no es el único; también lo están el duelo gestacional o el duelo por suicidio. En todos mis libros aparece un epígrafe donde digo que durante el libro no voy a hacer uso de la palabra mascota. No porque piense que es una mala palabra, ni mucho menos, sino porque yo a mis animales no los considero así. Hay personas para los que son “seres de segunda” o herramientas, y para otra parte de la sociedad son miembros de nuestra familia. Yo hago mis vacaciones o me he comprado la casa pensando en mis perros, y eso supone un cambio a nivel emocional y cognitivo, y también va a suponer un cambio respecto al duelo. Hay personas a las que se les muere el perro y al día siguiente siguen con su vida, pero hay otras que caen en una depresión o no han podido mantenerse a flote, para los que su perro era su mejor amigo, su alma gemela o su compañero de vida con quien lo hacían todo juntos. Y el duelo va a ser acorde a lo que han perdido.

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¿Cómo se construye el proceso?

Después de acompañar a tanta gente en el duelo, trabajamos desde el método Huella Emocional, que he creado. Se basa en ayudar a la persona a transitar todas las emociones del duelo, teniendo en cuenta que no es una enfermedad ni una patología, sino que es un proceso natural que todos pasamos cuando perdemos algo que es importante en nuestra vida. Y todo nuestro enfoque va a transitar las emociones difíciles para poder llegar a honrar la huella que nuestro animal ha dejado en nuestra vida. Primero damos espacio a una validación libre de juicios o consejos, acompañando a la persona de igual a igual y brindándole un entorno para hablar y desahogarse. Intentamos alumbrarles o hacerles ver ciertas cosas que no ven por si mismas, como el tema de la culpa.

¿Qué es recomendable hacer para sanar esa sensación de culpabilidad?

Hacemos diferentes ejercicios, como escritura terapéutica, para intentar soltar esa culpa y que la persona llegue a perdonarse y mirarse con autocompasión, y pueda entender que la culpa es irreal y que está dentro de su cabeza. Al final, nadie de las personas que llegan a nosotros han hecho nada con la intención de dañar a su animal, sino que se trata de una culpa autoimpuesta. Hay que ayudarles a ver eso y sentir que la conexión con su animal no se ha roto, que aunque ya no esté físicamente, esa conexión sigue existiendo. Un buen duelo no trata de olvidar, sino de reubicar: no tienes que borrar todas las fotos ni quitarlo de tu casa como si ya no hubiera existido, sino honrarlo, dejar algo que te recuerde a él. Trabajamos mucho en lo que el animal les ha enseñado y aportado en todos los años que han estado juntos y cómo pueden integrarlo en su personalidad, por eso recomendamos mucho que vayan a una protectora y estén en contacto con otros animales, que sigan conservando ese amor. Es como devolverle a tu perrhijo lo que te ha dado.

Un buen duelo no trata de olvidar, sino de reubicar: no tienes que borrar todas las fotos ni quitarlo de tu casa como si ya no hubiera existido, sino honrarlo, dejar algo que te recuerde a él

Laura VidalExperta en duelo animal

Has hablado de la escritura. ¿Es recomendable hacer algún tipo de celebración o ritual para poder avanzar?

Sí, los rituales, meditaciones o ceremonias son superrecomendables. Mucha gente nos pregunta sobre ello, porque a veces viene gente con duelos anticipados, es decir, que sus animales están malitos y saben que van a fallecer en un intervalo corto de tiempo. Pero ahí ya está el duelo. Y algo que a la gente le choca mucho es que siempre que se pueda les animamos a velar al animal. Esto ya depende de la empresa y de las leyes, pero que se cojan un par de días libres para velarlo o, si van a incinerarlo, que puedan ir y ver cómo meten el cuerpo en el horno. A la gente le sorprende, pero la realidad es que los ritos funerarios existen en los humanos desde que estábamos en las cavernas y lo hacen por una razón, y es que ayudan al cerebro a asimilar todo lo ocurrido. Lo que es antinatural es que pierdas a tu animal y a la hora estés trabajando como si nada hubiera pasado, y eso hace que el cerebro entre en shock y no se lo crea. Todo eso ayuda a la persona a ir aceptando la realidad de la pérdida.

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Actualmente, no existe un permiso laboral retribuido por el fallecimiento de un animal. ¿Se está empezando a mirar hacia este lado desde las administraciones?

Aún no estamos ahí, pero cada vez hay más sanatorios de animales, que son este espacio en el que te dejan velarlos. También hay más personas con conocimiento: yo cuando le hice la eutanasia a mi perro, lo dejé en el veterinario y me devolvieron sus cenizas, ni siquiera sabía que existía un sitio en mi ciudad donde yo le podía velar. Pero cada vez hay más y lo recomiendo muchísimo. Con el tema de las bajas, es verdad que con los médicos, psicólogos o empresas sigue pasando lo mismo, y es que depende de lo que esa persona sienta o le parezca razonable. 

Pero también te estás moviendo en ese sentido.

Sí. Precisamente, junto a otras personas, estamos creando una asociación nacional sobre este tema con la que queremos luchar para que esto esté reglado. Es decir, que no recaiga en el criterio subjetivo del profesional. Hemos conocido a personas que han ido al médico, han explicado su situación y el médico les ha dado una baja de tres días, pero también a otras que el doctor les ha dicho, y cito palabras textuales: “señora, lo que usted necesita es salir de fiesta a una discoteca”. Y lo mismo que las empresas. Nos hemos llegado a encontrar con personas a quienes les han dicho que o van a trabajar a su hora o les despiden mientras su perro está agonizando, y otras que no se han podido despedir de su animal porque les echaban del trabajo. Me parece inhumano que esto siga pasando.

Nos hemos llegado a encontrar con personas a quienes les han dicho que o van a trabajar a su hora o les despiden mientras su perro está agonizando; me parece inhumano

Laura VidalExperta en duelo animal

¿Has visto una evolución positiva?

Sí, mucho, y esto me da fuerzas y fe en la humanidad. Cuando empecé no había ni un libro escrito en español sobre este tema, no había nadie que estuviera especializado en duelo animal. Yo también hago formaciones y tengo a psicólogas o veterinarios que se están especializando en este tipo de pérdida, y noto que el interés crece. Hasta hace muy poquito, te puedo decir que no había tenido ningún hombre al que hacerle acompañamiento, eran solo mujeres, y ahora ya han entrado varios hombres. Me da esperanza y creo que se está quitando ese tabú. En Chile existe un proyecto de ley en trámite para que las personas tengan un par de días libres en el trabajo al fallecer su animal, y desde la asociación vamos a luchar por eso.

Hay personas que sienten la presencia de su animal cuando ya ha fallecido. ¿Eso también forma parte del duelo?

Aquí te puedo dar dos versiones diferentes. La primera, cuando yo estudié y me formé como acompañante del duelo, todas las formaciones fueron aplicadas a humanos, porque no había en duelo animal. A mí lo que me enseñaron es que el cerebro busca aliviar ese sufrimiento y busca una manera de lidiar con el dolor. De esa manera, hay sensaciones o imaginaciones de presencia, como notarlo o escucharlo, ese tipo de cosas. Desde la práctica, yo creo que la última vez que lo conté yo llevaba ya unos 500 acompañamientos a personas en duelo, y te puedo decir que para mí no es algo ligado al duelo o a lo que la persona cree o se imagina, sino que es algo completamente real.

Laura Vidal ya tiene cuatro libros y un cuento publicados sobre duelo animal. 

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¿Por ejemplo?

He acompañado a personas de todo el mundo y llegó un momento en que me tuve que rendir a que me contaban las mismas señales y las mismas sensaciones. También he acompañado a casos más extremos donde ha habido señales físicas, como gente que ha podido fotografiar a sus animales después de morir, que fue lo que me inspiró en mi último libro Conmigo siempre. Ahí habló del duelo desde una parte más espiritual, de la conexión con ellos y de cómo sigue, porque creo que se siguen comunicando con nosotros cuando ya no están.

¿Qué señales son frecuentes?

Yo empecé a investigar porque me habían enseñado que el cerebro no se imaginaba estas señales al principio del duelo, que es cuando peor se está, sino cuando está en el proceso de agradecimiento y aceptación. Generalmente, se comunican a través de la electricidad, es una de las formas que más he visto: aparatos o luces que se encienden y se apagan solas, dispositivos que se encienden sin pilas, etc. También a través de los sueños visita, que es cuando te dicen que han tenido sueños superextraños, muy cortos y con un mensaje muy claro, donde se les aparece el animal, les mira y sienten que les dicen que todo está bien, o que llegan acompañados de otro perro. Lo más curioso es que luego te llaman y te dicen que el perro del sueño lo han visto en una protectora o en la calle. O sienten cosas cuando están medio dormidos, como notar que el perro pega un salto en la cama, notar el peso de su cuerpo al lado, escuchar sus patitas u oírle rascar la puerta. O señales que llegan a través de otros animales, porque son mucho más sensitivos que nosotros: perros que ladran a un rincón como si vieran algo o gatos que tocan el aire como si estuvieran acariciando al perro.

Hemos visto huellas de patitas que han aparecido en casas donde hacía meses que no había ningún animal, o arcoíris que han aparecido en una urna

Laura VidalExperta en duelo animal

Y casos más extremos, decías.

Recuerdo a una chica de Colombia que era médico y me llamó superpreocupada porque veía a su perrita en casa después de haber fallecido. Como era doctora, estaba asustada y lo estaba pasando mal, porque no tenía creencias de este tipo. Le hizo una foto al salón con la televisión apagada y, reflejada en la pantalla, se veía la cabeza de su perra. También hemos visto huellas de patitas que han aparecido en casas donde hacía meses que no había ningún animal y el suelo se había limpiado mil veces, o arcoíris que han aparecido en una urna. No son las más habituales, pero cuando llevas tantos años viendo esto una y otra vez, y una mujer colombiana de 50 años y otra chica de 19 de Barcelona te cuentan exactamente lo mismo, empiezas a investigar.

O sea, se puede remarcar que no son casos aislados.

Exacto, es muchísima gente. Ahora acabamos de ver a un chico que está haciendo el duelo por su perro. Estaba en un momento muy crítico, a punto de suicidarse porque no podía soportar haber perdido a su compañero, que lo era todo para él. Y en ese momento, un aparato eléctrico de su casa se encendió y la potencia empezó a subir y bajar al máximo, un aparato que no estaba ni enchufado. Y evitó que se quitara la vida.

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Y también hay un trabajo personal, entiendo; tú no creías en esas energías.

No, no. Para nada. Y todo eso lo plasmo en el libro, en el que hago este trabajo de investigación y empiezo a reunirme con psicólogos, psiquiatras e investigadores que están investigando la vida después de la muerte desde un punto de vista más científico. También me reúno con otros tipos de perfiles, tipo médium o comunicadoras animales. Es el libro que más he tardado en escribir, pero con el que tuve que derribar mi propia percepción del mundo y levantarla otra vez.

¿Tener otro compañero al poco tiempo de fallecer nuestro animal nos puede ayudar, o esa sustitución puede ser contraproducente?

Cada caso es diferente. Más que tiempo, es desde donde se está tomando la decisión de adoptar. Siempre que venga del miedo a estar solo, a sufrir o a enfrentarse a la pérdida, es mejor que no. Fíjate qué diferente es cuando se adopta desde el reemplazo o la tirita, porque el foco no está puesto en el animal que llega, sino en uno mismo: mi dolor, mi duelo y lo que he perdido. En ese caso, cuando llega el nuevo animal, empiezan las comparaciones: “el otro era más cariñoso”, “el otro no ladraba”, “el otro era más bueno y me hacía más caso”. Hay que hacerlo siempre con el corazón libre y limpio, pensando que será otro animal completamente diferente y que se forjará otra relación, porque si no también empezará la culpa de sentir que le está quitando el sitio al otro. Primero hay que gestionar el duelo y curar, porque tampoco es justo para el perro que llega gestionar la presión de tener que sustituir a otro y estar a la altura.

Primero hay que gestionar el duelo y curar, porque tampoco es justo para el perro que llega gestionar la presión de tener que sustituir a otro

Laura VidalExperta en duelo animal

¿Qué no hay que hacer bajo ningún concepto?

Ponerse una máscara y fingir que se está bien cuando no es verdad, eso lleva a la persona a aislarse. El duelo compartido siempre es mejor. No hay que evitar el duelo jamás, ni ponerse tiritas como llenarse de trabajo o hacer decenas de actividades, ni dar la vuelta al mundo para no pensar en ello, como hice yo. Los duelos no desaparecen solo porque haya pasado tiempo, es indispensable realizar un trabajo interno, y por eso llega gente que viene para hacer el duelo por su último animal y acaban saliendo los duelos de todos los que ha tenido. Y de repente estás con una persona trabajando diez duelos de diez animales diferentes.

¿Pesan más las personas que no se atreven a tener otro animal o las que transitan el duelo y vuelven a adoptar?

Pasa muchas veces que, tras la pérdida, dicen que no quieren más animales nunca más. Y es normal. Lo que no es normal es que luego se cumpla, y esto lo que indica es que la persona ha desarrollado las herramientas para gestionar un duelo sano. El duelo es el precio que pagamos por el amor, y no pasar ningún duelo significa no amar nada en tu vida, porque no tienes nada que te duela perder. Todo pasa por amar lo máximo que podamos y tener las herramientas para, cuando llegue el duelo, poder gestionarlo de la manera más sana posible. Cuando tu animal fallece y dices que no tendrás otro, me los imagino diciendo: “ostras, sí que lo he hecho mal”. Nosotros trabajamos precisamente para devolverle a los animales aquello que nos han dado.