A sus 67 años, Madonna no sólo sigue siendo una figura icónica de la música, sino también una madre comprometida, aunque hay decisiones que se cuestiona. En una entrevista en British Vogue, la artista ha compartido una de sus mayores inquietudes como madre: el impacto de los teléfonos móviles en la relación con sus hijos. “Cometí un error cuando le di a mis hijos mayores teléfonos cuando tenían 13 años, terminó mi relación con ellos, no completamente, pero se volvió una parte muy importante de su vida”, confiesa con cierta amargura.
Entre la culpa materna y el juicio social
Madonna con sus hijos de pequeños
La reina del pop, madre de seis hijos (cuatro de ellos adoptados) admite que ese acceso temprano a la tecnología “los inundó de imágenes y empezaron a compararse con otras personas, y eso es realmente malo para el crecimiento personal”, cometa la cantante. A partir de esa experiencia, ha optado por posponer el uso de dispositivos móviles para su hijo menor, David Banda, de 13 años. “Voy a resistirme todo lo que pueda”, asegura.
Este tipo de dilemas no es exclusivo de las celebridades. Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres, lo ilustra desde una perspectiva más cotidiana en su blog: “bendito el smartphone y viva la princesa Sofía y todo su reino”, reconoce irónicamente, tras relatar cómo acabó recurriendo a la tablet para sobrevivir a una comida familiar con su hija en plena rabieta. Su historia conecta con la de tantas otras madres que prometieron no ceder ante las pantallas y, sin embargo, terminaron haciéndolo.
La tensión entre el deseo de proteger y la necesidad de sobrevivir al día a día es constante. Baena reconoce que la tecnología “me salva en casa” y defiende la importancia de establecer límites claros. Por eso apuesta por herramientas como el “Modo Niños” de Samsung, que permiten cierto equilibrio entre seguridad y entretenimiento. Este tipo de soluciones revelan que no se trata tanto de demonizar la tecnología como de gestionarla con criterio.
Por otro lado, el testimonio de Madonna habla de que su hija Lourdes representa otra cara de la moneda: “le afecta mucho lo que ve en redes y cree que le darán las cosas por ser mi hija”, lamenta. La reflexión no va sólo sobre pantallas, sino sobre su propia identidad. Madonna reconoce que no tiene todas las respuestas, pero sí una certeza: “sólo puedo hacer lo mejor que pueda”. Y en ese punto, coincide con muchas madres fuera del foco mediático.


