George Soros es sistemáticamente vilipendiado por un sector de la población y es difícil entender por qué. Siendo acusado de financiar de forma generosa a grupos de izquierdas y querer dinamitar el modo de vida occidental, está en el centro de todas las conspiraciones conservadoras y de extrema derecha desde hace muchos años.
Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto? Y sobre todo, ¿cómo es posible que se genere esta clase de reputación una persona que, a mayo de 2025, tenía en su haber posesiones por el valor de 7.200 millones de dólares?
No era fácil ser un joven judío a mediados de siglo
Un niño que sobrevivió al Holocausto
György Schwartz nació el 12 de agosto de 1930 en Budapest, en una familia de judíos no practicantes, así que es fácil imaginar los problemas a los que tuvo que enfrentarse en sus primeros años de vida. La familia adoptó el apellido alemán Soros para camuflarse en la Hungría antisemita de la época, y fue el que conservó cuando se popularizó.
La familia de su madre regentaba una tienda de seda, mientras que su padre era editor de una revista literaria en esperanto, una lengua creada con la idea de servir como idioma universal y facilitar la comunicación entre personas de todo el mundo. Es por ello que, su padre, Tivadar, enseñó esperanto al joven György desde niño.
George Soros, multimillonario.
Bajo la sombra de un antisemitismo cada vez más agresivo, la ocupación nazi de Hungría llegó en marzo de 1944, cuando él tenía solo 13 años. Obligado a abandonar la escuela, tuvo que presentarse ante el Judenrat, donde le asignaron una tarea delicada: entregar una serie de documentos a varios judíos destacados de Budapest.
Al llevar uno de esos papeles a su propio padre, este lo reconoció de inmediato. Según contaría años después, “era una lista de abogados húngaros de origen judío”. Su padre le dijo: “Vas a llevar esos papeles y les dirás que, si se presentan, serán deportados”. Soros recordaría más tarde: “No estoy seguro de hasta qué punto sabía que iban a ser gaseados. Yo simplemente hice lo que mi padre me dijo”.
No estoy seguro de hasta qué punto sabía que iban a ser gaseados. Yo simplemente hice lo que mi padre me dijo
Su familia logró sobrevivir pese a sus raíces judías. El padre de György consiguió documentos falsificados que los identificaban como cristianos, y en esa nueva identidad Soros pasó a ser el ahijado de un funcionario del Ministerio de Agricultura. Esta ficción no solo salvó la vida de la familia, sino que permitió que ayudaran a otras muchas familias judías a escapar. Un hecho clave que demostraría el heroísmo de su padre.
Tras sobrevivir al cruento Sitio de Budapest —en el que murieron unas 76.000 personas durante y después del asedio—, y ya con 17 años, se trasladó primero a París y finalmente a Inglaterra. Allí ingresó en la prestigiosa London School of Economics, donde fue alumno del filósofo Karl Popper, mientras trabajaba como camarero y como maletero en los ferrocarriles.
Se graduó en Filosofía en 1951 y obtuvo un máster en la misma disciplina en 1954, también en la LSE. Su intención era quedarse como profesor, pero sus notas no eran lo suficientemente altas para optar a un puesto académico, así que le animaron a unirse a una firma de inversión en Londres. Aquella recomendación acabaría siendo una de las mejores decisiones de su vida.
George Soros, multimillonario.
Aprendiendo a hacer dinero
Cómo sus estudios de filosofía le hicieron millonario
El camino hacia una firma de inversión no fue sencillo. Soros trabajó primero en pequeñas tiendas financieras, vendiendo todo tipo de baratijas, hasta que decidió seguir el consejo que le habían dado. Fue entonces cuando escribió a todos los bancos mercantiles de Londres pidiendo empleo. Apenas recibió un par de respuestas, pero una de ellas fue suficiente para comenzar a trabajar.
En 1954 comenzó a trabajar en Singer and Friedlander, primero como empleado y más tarde en el departamento de arbitraje. Gracias a la recomendación de un compañero, decidió solicitar un puesto en F. M. Mayer, una firma de arbitraje en Nueva York, donde trabajó entre 1956 y 1959. Y después pasó a Wertheim & Co., una empresa de servicios financieros, con la idea de quedarse allí cinco años: el tiempo necesario para ahorrar 500.000 dólares y regresar a Inglaterra para estudiar filosofía.
Sus planes cambiaron en 1963, cuando dio el salto a Nueva York para incorporarse a Arnhold and S. Bleichroeder, un banco de inversión en el que acabaría convirtiéndose en vicepresidente. Durante sus tres primeros años allí se dedicó sobre todo a revisar su disertación filosófica, centrada en la Teoría General de la Reflexividad de Karl Popper aplicada a la economía.
Esta teoría sostiene que los valores de los mercados están influidos por las percepciones —a menudo erróneas— de sus participantes, lo que da lugar a ciclos de retroalimentación: círculos viciosos y virtuosos característicos de las economías capitalistas. Un contraste claro con los modelos neoclásicos, mucho más estables y predecibles, aunque también menos aprovechables.
El filántropo George Soros en una imagen de archivo.
Pero en 1966, quizá con la intención de poner a prueba sus propias teorías filosóficas, decidió lanzar su propio fondo de inversión, tomando prestados 100.000 dólares de la firma para experimentar con sus estrategias de trading.
En 1969 ya había reunido 4 millones de dólares de capital de distintos inversores para su fondo de inversión libre, Double Eagle, de los cuales él aportó 250.000. Para 1973, Double Eagle gestionaba 12 millones de dólares, ofrecía un rendimiento anual del 20% y se convirtió en la base sobre la que se creó Soros Fund Management.
En Reino Unido lo conocen bien
Destruyendo el banco de Inglaterra
Soros sabía que sus teorías de inversión no estaban equivocadas, y lo seguiría demostrando en los años siguientes. Desgranar todo lo que hizo durante esas décadas —con grandes aciertos y también algunas caídas notorias— forma parte natural de su trayectoria. Al fin y al cabo, él mismo lo ha reconocido sin rodeos: “Solo soy rico porque sé cuándo me equivoco. Básicamente, he sobrevivido gracias a ser consciente de mis errores”.
Pero si hay un momento en su historia que lo define bien, que demuestra su presciencia y explica buena parte de su fortuna, fue su capacidad para anticipar y aprovechar las sucesivas crisis financieras de los años 90 y 2000.
Solo soy rico porque sé cuándo me equivoco. Básicamente, he sobrevivido gracias a ser consciente de mis errores
En 1990, el Reino Unido se incorporó al Mecanismo de Tipos de Cambio, un sistema que coordinaba el valor de las divisas europeas para reducir su volatilidad. Pero para Soros, el tipo de cambio al que entró el país era demasiado alto y, con una inflación también elevada, las tasas de interés estaban dañando el precio de sus activos.
Aquello le llevó a pensar que era cuestión de tiempo que el mercado se volviera en contra de la libra esterlina. Y se preparó para ese momento de forma lenta pero metódica. Como él mismo resumiría más tarde, “las burbujas bursátiles no surgen de la nada. Tienen una base sólida en la realidad, pero una realidad distorsionada por una idea falsa”.
Alex Soros con su padre George Soros.
Durante meses, a lo largo de 1992, fue construyendo una enorme posición en corto contra la libra esterlina. Finalmente, el 16 de septiembre de ese año, vendió más de 10.000 millones de dólares en libras. Ese día —conocido desde entonces como el Miércoles Negro— obligó al Reino Unido a devaluar su moneda y a abandonar el Mecanismo de Tipos de Cambio.
Esta estrategia fue tremendamente rentable para Soros, aunque no tanto para el Reino Unido. Con unas ganancias cercanas a los mil millones de dólares, Soros se ganó el apodo de “el hombre que rompió el Banco de Inglaterra”. Y no era una exageración: la jugada le costó al Estado británico alrededor de 3.400 millones de libras, además de obligarlo a tomar una decisión que hasta entonces consideraba impensable: o subir drásticamente los tipos de interés o flexibilizar la moneda. Finalmente, optaron por lo segundo.
Las burbujas bursátiles no surgen de la nada. Tienen una base sólida en la realidad, pero una realidad distorsionada por una idea falsa
El episodio demostró no solo que era posible ganar dinero anticipando el comportamiento de los mercados y de los gobiernos, sino también que, en determinadas circunstancias, esa presión podía empujar a las instituciones a actuar en la dirección prevista.
Esto es algo que el economista Paul Krugman ha criticado abiertamente. Con la ironía que lo caracteriza, llegó a afirmar: “Nadie que ha leído una revista de negocios en los últimos años puede ignorar que en estos días realmente hay inversionistas que no solo mueven dinero en anticipación de una crisis monetaria, sino que hacen todo lo posible para desencadenar esa crisis por diversión y ganancias. Estos nuevos actores en escena aún no tienen un nombre estándar; mi término propuesto es 'Soroi'”.
Lleva décadas dedicado a las causas justas
Un hombre dedicado a la filantropía
Dado su historial, cabría esperar que Soros fuera admirado incluso por muchos de quienes hoy lo critican. Pero el hecho de ser judío —y no ocultarlo— siempre ha sido un problema para la extrema derecha. Entonces, ¿por qué genera tanta histeria su figura? Básicamente, porque se ha declarado abiertamente progresista, ha destinado enormes sumas a causas filantrópicas y, además, a lo largo de los años ha estado rodeado de polémicas en las que el antisemitismo ha jugado un papel recurrente.
A pesar de su afinidad progresista, Soros se mantuvo relativamente alejado de la política institucional hasta mediados de los años 2000. Fue entonces cuando, con el objetivo de frenar la reelección del presidente George W. Bush, donó más de 23,5 millones de dólares durante el ciclo electoral 2003-2004 a varios grupos políticos que se oponían al mandatario.
Algo similar ocurrió en 2012, cuando apoyó al super PAC que respaldaba al candidato Barack Obama, y en 2015, cuando hizo lo mismo con la candidatura de Hillary Clinton. Su última participación conocida en ese ámbito fue una donación de al menos 500.000 dólares a la campaña de Joe Biden en 2020.
En el ámbito de la filantropía, Soros es considerado uno de los millonarios más activos. Su trayectoria en este terreno se remonta, como mínimo, a los años setenta, cuando empezó a financiar movimientos disidentes en la URSS y a ofrecer becas a estudiantes negros para asistir a la Universidad de Ciudad del Cabo durante el apartheid.
Desde entonces, ha realizado innumerables donaciones de todo tipo. La mayoría han estado vinculadas a la educación —universidades, bibliotecas, programas de estudio— y a apoyar transiciones pacíficas en países sometidos a regímenes autoritarios. Su labor filantrópica de más de medio siglo no ha menguado significativamente su fortuna: pese a todo lo invertido en causas públicas, esta supera todavía los 8.000 millones de dólares.
George Soros vs Donald Trump.
Un fenómeno en auge
¿Por qué está detrás de todas las teorías de conspiración?
¿Por qué hay entonces tantas teorías de la conspiración sobre la figura de George Soros? Principalmente, por su labor filantrópica y por el hecho de haber apoyado de forma abierta y contundente al partido demócrata estadounidense.
Antes de los años 2000, la única gran conspiración sobre un supuesto izquierdismo radical de Soros tenía que ver con las acusaciones del primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad. En 1997 lo señaló como responsable de provocar la crisis financiera asiática, argumentando que lo había hecho en represalia por la decisión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático de aceptar a Myanmar en su seno.
Nada de aquello pudo demostrarse. La acusación parecía apoyarse más en la fama que Soros se había ganado tras su célebre apuesta en corto contra la libra esterlina —y, muy probablemente, en los prejuicios antisemitas de Mohamad— que en hechos verificables.
Por otro lado, las conspiraciones que lo presentan financiando grupos radicales o incluso terroristas empezaron a proliferar a finales de los años 2000. A partir de entonces, y especialmente desde medios como Fox News o Breitbart News, se extendió la idea de que prácticamente cualquier movimiento social progresista tenía, de un modo u otro, a George Soros detrás.
¿Cuánto hay de verdad en todo esto? Prácticamente nada. Si atendemos a sus actos, George Soros no solo mantiene ideas políticas más bien moderadas dentro del progresismo, sino que además nunca se ha podido demostrar que esté detrás de ninguna de las conspiraciones que se le atribuyen. Se ha convertido, más bien, en un chivo expiatorio conveniente para grupos extremistas que buscan generar pánico moral proyectándolo sobre una figura pública fácilmente reconocible. Algo similar a lo que ocurrió durante la pandemia con Bill Gates, aprovechando su vinculación con el desarrollo de las vacunas.
Soros está lejos de ser un izquierdista radical o un millonario virtuoso. Pero, dentro del mundo de las grandes fortunas, es alguien que ha demostrado una inteligencia notable y una empatía y decencia básica de la que muchos de sus pares carecen. Precisamente por eso se ha convertido en el blanco ideal de todo tipo de teorías de la conspiración, incluso cuando ninguna de ellas tiene fundamento alguno.





