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Videojuegos

Este CEO es especialista en salir airoso de todas las situaciones difíciles: Andrew Wilson sigue liderando EA incluso después de ser comprada por un grupo inversor Saudí

Electronic Arts

Andrew Wilson es famoso por haber sabido llevar a EA de ser la empresa más odiada de EEUU a una posición envidiable, incluso si sus últimos años han sido más que cuestionables.

¿Por qué Arabia Saudí ha comprado una de las empresas de videojuegos más importantes del mundo? Los motivos no son (solo) económicos

Andrew Wilson, CEO de Electronic Arts.

Andrew Wilson, CEO de Electronic Arts.

Diseño: Selu Manzano

Fuera del campo de la IA, no hay industria tecnológica que haya conocido un crecimiento mayor que la del videojuego. Todo el mundo quiere un pedazo de la misma y por eso no es de extrañar que incluso un país como Arabia Saudí quiera entrar en la carrera por tener las mejores empresas detrás. Y eso ha ocurrido este año. Con la adquisición de Electronic Arts (EA), pueden decir que tienen una de las grandes editoras de videojuegos del mundo.

Dado que el CEO de EA no va a cambiar, parece un buen momento para pararse a conocer quién está detrás no sólo de las negociaciones, sino de lo que es hoy EA. Un australiano de 51 años que lleva 25 años trabajando en la empresa, que le ha dado la forma que tiene hoy y que, aunque muchos lo consideran un gran caso de éxito, no es precisamente apreciado entre los jugadores de todo el mundo. Su nombre es Andrew Wilson, un hombre que siempre ha declarado que su propósito es “empujar los límites del entretenimiento, los deportes y la tecnología, haciendo posibles nuevas oportunidades”. Y, como CEO de EA, ha sabido navegar un barco en aguas turbulentas, aunqe no siempre lo haya hecho del gusto de su públicosu público.

Un hombre motivado por los deportes

Más que intelectual, su éxito fue deportivo

Andrew Wilson nace el 7 de septiembre de 1974 en el seno de una familia de clase media australiana. Ya desde muy joven, y a diferencia de la mayoría de grandes CEOs tecnológicos, no destaca por sus grandes logros académicos o intelectuales, sino por algo mucho más prosaico: su gran pasión por los deportes. Jugando durante el instituto al rugby y al basketball, haciendo de entrenador de taekwondoo, y practicando incluso a día de hoy surf, natación, golf, natación y running, siempre ha destacado por su atleticismo.

Por eso quizás no extrañó particularmente que no acabara sus estudios universitarios. Aunque estudió derecho en la Universidad de Tecnología de Queensland, nunca llegó a terminar la carrera, abandonando la universidad antes de acabar la carrera. Se acabó dedicando a su verdadera pasión: tener tiempo libre para el surf.

Andrew Wilson,, CEO de Electronic Arts (EA). 
Andrew Wilson,, CEO de Electronic Arts (EA). Bloomberg

Aunque no conocemos muchos detalles sobre lo que hacía durante esta época tras dejar la universidad, lo que sí sabemos es que la llegada de Internet fue una bendición para Wilson. Especialmente la burbuja de las punto com. Durante la segunda mitad de los 90s, mientras vivía en Sídney, su trabajo consistía en hacer páginas web para corporaciones australianas, algo que le permitió crear importantes contactos dentro de empresas fuera de sus fronteras, lo cual le resultó muy útil cuando decidió convertir todos esos contactos en un modo de conseguir capital de riesgo para lanzar start-ups relacionadas con la punto com, tanto en Australia como en EEUU.

Pero todo esto no fue suficiente para Wilson. En un momento dado decidió tener un trabajo más estable, más asociado con sus intereses, y es así cómo acabaría encontrando trabajo en un estudio de desarrollo de videojuegos. Ese estudio era EA Studio OZ.

EA Studio OZ era un estudio de nueva creación situado en Gold Coast, fundado alrededor de 1999. La hoja de ruta era desarrollar uno o dos títulos propios mientras se encargaban de gestionar otros tres o cuatro como publisher, centrándose en el mercado australiano. En el momento en que Ryan entró en la empresa, en EA Studio OZ estaban trabajando en un título de rugby, uno de cricket, un juego de estrategia centrado en la edad feudal y un RPG en conjunto con un desarrollador local.

¿Por qué motivo EA fundó un estudio a finales de los 90s en Australia? Principalmente, por motivos económicos: hacer un juego en Australia costaba dos terceras partes de lo que costaba en Inglaterra o Estados Unidos con empleados cualificados que requerían menos asistencia que los de países como los del Sudeste Asiático o la Europa del Este. Aquello benefició a Wilson.

Aunque Andrew Wilson tenía experiencia con la informática, le contrataron, de hecho, porque era una persona con una gran experiencia en toda clase de deportes. Al estar haciendo un juego de rugby y de cricket, pero el estar barajando hacer en un futuro también un juego de surf, tenían interés de tener en el propio estudio la experiencia de alguien que tuviera experiencia de primera mano practicando estos deportes, algo que a Wilson le sobraba y que podía aportar.

Andrew Wilson, CEO de EA, en una imagen reciente.
Andrew Wilson, CEO de EA, en una imagen reciente.

En cualquier caso, el sueño del videojuego australiano duró poco. Para 2002, el estudio fue clausurado y todos los miembros del equipo fueron o bien despedidos o bien distribuidos por otras partes de la estructura empresarial de EA. Y aunque llegaron a trabajar en juegos publicados, como EA Cricket 2002, es difícil encontrar hoy alguna referencia de su existencia.

Desde lo más bajo hasta la cima

Cómo se salvó de la gran purga hasta llegar a lo más alto

Wilson debió de hacer bien su trabajo porque no solo se quedó en EA, sino que fue moviéndose entre las diferentes divisiones de la misma. Trabajando tanto para la rama europea como para la asiática, finalmente recayó el lugar exacto donde quería y necesitaba estar si quería ascender puestos: EA Sports. Allí conseguiría hacerse imprescindible hasta el punto de conseguir el ascenso a productor ejecutivo de una de sus mayores franquicias, incluyendo FIFA, su superventas en Europa.

Gracias a su trabajo en FIFA, en agosto de 2011, llegó al puesto de vicepresidente ejecutivo de EA Sports, y en abril de 2013 decidió asumir bajo sus hombros, también, otra importante carga: la vicepresidencia de Origin, la plataforma digital de la compañía.

Esto no fue un movimiento casual. Solo un mes antes había dimitido de su puesto John Riccitiello, anterior CEO de EA y uno de los hombres más polémicos de la historia del videojuego. Desde su dimisión en marzo hubo un vacío de poder donde no estaba claro quién le reemplazaría, al no haber una clara línea de sucesión, sino una evidente desconfianza hacia el camino que había tomado Riccitiello con la empresa durante los últimos años de su mandato. Por esa razón, cuando el 17 de septiembre eligieron a un nuevo CEO, se decantaron por Andrew Wilson como un cambio radical frente a las políticas tremendamente impopulares en los últimos años de EA.

¿Cuál fue su primera política como CEO? Tomar una postura diametralmente opuesta a la Riccitiello, cuyo mandato se había caracterizado por el cierre de estudios y maximizar los beneficios por encima de todo. Wilson quería hacer las cosas bien. Y por eso, durante todo su primer año, su lema fue claro: “los jugadores tienen que ser la lente a través de la cual vemos el mundo y el filtro a través del cual tomamos decisiones”.

El problema que se encontró Wilson es que tenía las manos atadas ya de entrada. En abril de 2013 se despidió al 10% de la plantilla y la empresa, en mayo de ese mismo año, llegó a un acuerdo muy lucrativo con Disney para hacer videojuegos con sus licencias que forzó a todos sus estudios internos a pasarse los siguientes diez añoshaciendo videojuegos basados en licencias de la empresa de Star Wars, Marvel y Mickey Mouse. Todo porque, ante el cese de Riccitiello, fue elegido como presidente ejecutivo Larry Probst, quien inició estos movimientos para dirigir EA en una dirección muy concreta pensando que sería elegido CEO. Incluso cuando no fue así.

Esto dejó a Wilson con las manos atadas y con muy poco margen de maniobra. No tenía apenas margen en el desarrollo de nuevos juegos y tenía que seguir explotando sus franquicias ya conocidas. Eso llevó a que su lema de los jugadores primero se concretara en la monetización de los juegos, ofreciendo muchos juegos digitales free-to-play, con opciones de adquisiciones de contenido in-game, que fuera más rápido y fácil de producir.

El resultado no fue bueno, aunque no fue por la propia estrategia de Wilson. Tuvieron que cerrar hasta cuatro de sus juegos free-to-play más prometedores para abril de 2015. A cambio, en julio de 2015, EA alcanzó su máximo histórico en bolsa. ¿La razón? EA iba a lanzar un reboot de un antiguo videojuego, Star Wars Battlefront, coincidiendo con el estreno de Star Wars: Episodio VII - El despertar de la Fuerza. Aquello demostró que quizás la estrategia de Wilson no estaba funcionando como esperaba.

Eso no ha impedido que, con los años, Wilson haya redoblado en sus estrategias comerciales. Aunque sus juegos con licencia Disney son algunos de sus mayores éxitos, ha insistido en que EA diversifique, especialmente en los juegos móviles y free-to-play, añadiendo monetización dentro de los juegos de todas las formas posibles, con resultados desiguales.

En FIFA ha sido todo un éxito, al crear un sistema tan absolutamente nocivo como lucrativo de sobres que lo hacen uno de los juegos más rentables de la empresa. La mayoría de sus juegos de móviles han sido unos fracasos tan sonoros que apenas han conseguido levantar el vuelo, para acabar desapareciendo con tan poca fanfarria como fueron anunciados. Todo ello sirvió, a su vez, para financiar proyectos de juegos más pequeños, no relacionados ni con los deportes ni con las franquicias de Disney, que les han ido trayendo cierto prestigio crítico a lo largo de los años. Eso fue así, especialmente, gracias a EA Originals label, creada en 2017, y que nos ha traído juegos como It Takes Two o Split Fiction.

Arabia Saudí es quien manda

La venta de EA a Arabia Saudí y sus consecuencias

Precisamente porque la estrategia de Wilson se ha demostrado tremendamente desigual, con grandes éxitos y grandes fracasos, la empresa ha llegado a un punto crítico en los últimos años, después de que la mayoría de sus grandes franquicias, como Battlefield, Dragon Age y Mass Effect tuvieran títulos con lanzamientos desastrosos, y sus juegos de móviles no funcionaran tan bien como esperaban, ni el éxito de sus franquicias deportivas parecían mantenerlos a flote.

Eso llevó a que EA, desde 2023, esté en un estado constante de reestructuración, dando tumbos en sus planes comerciales, haciendo despidos masivos a menudo y haciendo lo posible por no acabar con sus estudios. Tienen problemas para sacar adelante proyectos que no sean nuevas iteraciones de sus juegos deportivos ya punteros. Sonde sí han conseguido coger algo de pie ha sido con la última entrega de Battlefield, uno de sus mayores éxitos críticos y comerciales de los últimos años.

Aquí es donde entra en juego Arabia Saudí. El pasado 29 de septiembre llegaron a un acuerdo por la friolera de 55.000 millones de dólares para que un grupo de inversores se hicieran con el control de EA. Estos inversores eran el Fondo de Inversiones Públicas de Arabia Saudí, Silver Lake y Affinity Partners. Aunque la operación requiere  del visto bueno de los órganos reguladores y los accionistas, se espera su aprobación para junio de 2026.

Andrew Wilson, durante una charla reciente.
Andrew Wilson, durante una charla reciente.Getty Images

¿Qué implica esto para las empresas tecnológicas, EA y Andrew Wilson? Algo impresionante, algo terrorífico y potencialmente nada, respectivamente.Para empezar, esta es la compra apalancada más grande de la historia. No de las tecnológicas o de los videojuegos, sino de la historia de la humanidad, algo que ya es noticiable por sí mismo. Para EA, significa que ahora debe pasar por el filtro de unos accionistas mucho más agresivos y que quieren solventar la deuda que ha contraído la empresa con esta adquisición, por lo cual tienen muy difícil conseguir hacer nada que no de beneficios. Esto, o seguir sin cerrar estudios a cambio de despidos masivos. 

Según Wilson, esta es “una nueva era de oportunidades, una de las inversiones más grandes y significativas de la historia de la industria del entretenimiento”, lo cual no parece hacerle sospechar todo lo que puede conllevar.

¿Por qué no cambia nada para Andrew Wilson? Por un lado, porque sigue de CEO de EA. Por otro, porque ya está acostumbrado a tener las manos atadas. Ha jugado gran parte de sumandato en esta situación y no parece que estar con los saudís detrás vaya a cambiar demasiado el panorama, por triste que sea.

Es por eso que el futuro de Andrew Wilson está en el aire. Si sabrá satisfacer a sus nuevos jefes, navegar la situación y salir a flote, es todo un misterio. Sin duda, de momento ha sabido hacerlo: sigue en su puesto de CEO. Y si algo es innegable es que, históricamente, ha sabido caer de pie en situaciones que a cualquier otro le hubieran costado el puesto, si no la salud. Incluso con Arabia Saudí y el cuñado de Donald Trump detrás, no parece ilógico apostar que sea lo que sea de EA, Wilson encontrará la manera de salir airoso.

Álvaro Arbonés

Álvaro Arbonés

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Periodista y escritor. Cultura, videojuegos, política y filosofía es lo mío, pero seguro que me lees hablando de alguna cosa más.

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