La guerra por la IA continúa y no parece que vaya a acabar pronto. Al menos, no porque haya un claro ganador entre los distintos modelos ni porque una empresa haya logrado imponerse con claridad sobre las demás. Aun así, una de ellas, Meta, ha conseguido en 2025 un objetivo que se les ha escapado al resto: sumar a sus filas a uno de los grandes talentos de la industria. Alexandr Wang es ahora el director de inteligencia artificial de Meta. Y está dispuesto a cambiarlo todo.
Pero ¿de dónde sale Alexandr Wang? No surge de la nada. Amigo personal de Sam Altman, fundador de una de las empresas de IA más punteras y rentables hasta la fecha, y con un perfil político polémico, no es precisamente alguien ajeno a las polémicas ni al mundo en el que ahora se ha introducido. Es alguien que sabe muy bien qué cartas debe jugar.
Destacó en muchos campos, pero le costó llegar a algún lugar
Una infancia marcada por la genialidad
Alexandr Wang nació en Los Alamos, Nuevo México, en enero de 1997, en el seno de una pareja de inmigrantes chinos que trabajaban como físicos en el Laboratorio Nacional de Los Alamos (Nuevo México, EE.UU.). Quizá por esta razón, desde su infancia mostró un gran interés por las matemáticas, desarrollando una inclinación especialmente marcada por esta disciplina.
Durante su etapa en el instituto, ya dejó claro desde la adolescencia que, al menos en el ámbito de las matemáticas, tenía por delante un futuro prometedor. En 2013 fue seleccionado para el Mathematical Olympiad Program, un programa de verano de la Asociación Americana de Matemáticas destinado a elegir y entrenar a los seis miembros del equipo de Estados Unidos para la Olimpiada Internacional de Matemáticas, aunque finalmente no llegó a competir en ella.
Alexandr Wang, exCEO de Scale AI.
Sí participó, en cambio, en las United States Physics Olympiad —el equivalente nacional en física— en 2014, y en la Olimpiada Internacional de Informática, donde fue finalista tanto en 2012 como en 2013. Una trayectoria temprana marcada por el talento y la diversidad de intereses que, con el paso de los años, contrasta con el consejo que él mismo daría a su yo más joven: “encuentra algo en lo que trabajar durante un LARGO periodo de tiempo (más de 10 años). Ir dando saltos no crea maestría”.
Esa mente privilegiada para la informática volvió a quedar patente durante la adolescencia, no solo al convertirse en finalista de la Olimpiada Internacional de Informática, sino también al conseguir un trabajo como programador. Como desarrollador de software en Quora —la red social de preguntas y respuestas fundada en 2009 por Adam D’Angelo y Charlie Cheever— comenzó a pulir sus habilidades técnicas mientras se mudaba a Massachusetts para iniciar sus estudios en el MIT.
En cualquier caso, nada de esto se prolongó demasiado. Tras un breve paso por la firma de high-frequency trading Hudson River Trading, donde trabajó como desarrollador de algoritmos, en 2016 Wang ya no estaba ni en Quora, ni en Hudson River Trading, ni en el MIT. Para entonces, su atención estaba puesta en la empresa que acababa de cofundar: Scale AI.
Una empresa más importante de lo que parece
Sin Scale AI no existiría la IA tal y como lo que conocemos
Alexandr Wang fundó Scale AI junto a Lucy Guo, a quien conoció mientras ambos trabajaban en Quora. Mientras Wang se centraba en la parte técnica, Guo asumía las áreas operativas y de diseño de producto. ¿A qué se dedica Scale AI? Básicamente, a proporcionar datos etiquetados y servicios de evaluación de modelos para el desarrollo de aplicaciones de inteligencia artificial.
Dicho de forma muy resumida, esto implica que la empresa hace, esencialmente, dos cosas. En primer lugar, etiqueta todo tipo de información que puede necesitar cualquier modelo de inteligencia artificial. En una imagen en la que aparece una silla, por ejemplo, no solo se indica “silla”, sino también sus características: el color, los materiales o cualquier otro atributo relevante según el caso.
Alexandr Wang durante una entrevista.
En segundo lugar, Scale AI ofrece la integración y evaluación de distintos modelos de inteligencia artificial en función de las necesidades de cada cliente, ajustándose a los requisitos específicos de cada proyecto.
De ese modo, Scale AI se sitúa claramente en el lado más técnico de la inteligencia artificial. No opera en el ámbito de crear una IA propia, sino en el de construir las bases de datos necesarias para que otros sistemas de IA puedan funcionar y, si el cliente lo requiere, ajustar el comportamiento de un modelo para que se adapte de forma concreta a sus programas o aplicaciones.
La fecha de entrega es ahora
Fundada en 2016 con el respaldo de Y Combinator, la compañía contó desde el inicio con inversores como Dragoneer Investment Group, Tiger Global Management e Index Ventures. Apenas dos años después, un desencuentro entre Wang y Guo provocó la salida de esta última de la empresa, con dos versiones muy distintas de lo ocurrido: según Wang, Guo fue despedida porque sus ideas no encajaban con la visión de Scale AI; según Guo, abandonó la compañía porque el trato de Wang hacia los trabajadores le parecía inhumano.
Unas acusaciones que muchos consideran verosímiles si se tienen en cuenta declaraciones públicas del propio Wang, como cuando afirma que “realmente no hay fechas de entrega en ninguno de los dos ambientes —ni de gran urgencia ni de baja urgencia—: la fecha de entrega es ahora”. En cualquier caso, Guo dejó la empresa en 2018, aunque conservó un 5 % de las acciones de Scale AI.
Cómo Scale AI logró explotar
El crecimiento de un unicornio
El verdadero salto en la valoración de la empresa llegó con la entrada de uno de los grandes gurús tecnológicos de nuestro tiempo: Peter Thiel. A través de Founders Fund, invirtió 100 millones de dólares en agosto de 2019, lo que llevó a Scale AI a valorarse por encima de los 1.000 millones de dólares, convirtiéndose así en lo que, en el ecosistema de las startups, se conoce como un unicornio.
A partir de ese momento, la compañía no hizo más que crecer de forma sostenida, en gran parte gracias a sus contactos y a sus fuertes vínculos con el Gobierno estadounidense. No en vano, en 2020 firmó un contrato con el Departamento de Defensa de Estados Unidos, y en mayo de 2021 Michael Kratsios —jefe de tecnología de Estados Unidos durante el primer mandato de Donald Trump— se incorporó como director de estrategia de la empresa. Un movimiento que invita a preguntarse hasta qué punto existe un posible conflicto de intereses en esta relación.
Alexandr Wang, exCEO de Scale AI.
En cualquier caso, el Gobierno de Estados Unidos ha sido el principal cliente de Scale AI durante buena parte de su historia. En enero de 2022, distintas agencias federales pagaron a la compañía 250 millones de dólares por una suite de sus herramientas.
Un mes después, desarrolló un servicio automatizado de identificación de daños en respuesta a la guerra de Ucrania, capaz de analizar el impacto en edificios a partir de imágenes por satélite. Ese mismo año, la revista Time la reconoció como una de las empresas responsables de las mejores invenciones del año.
¿Fue todo eso suficiente para mantener a flote la empresa? Aparentemente, no. En enero de 2023, Scale AI despidió al 20 % de su plantilla y, en agosto de ese mismo año, anunció una colaboración con OpenAI para convertirse en socio preferente en el ajuste de GPT-3.5. Y aunque en marzo de 2024 la valoración de la compañía se situaba en torno a los 13.000 millones de dólares, ello no ha impedido que Meta haya adquirido el 49 % de la empresa por 14.800 millones de dólares. Una operación destinada, entre otras cosas, a reforzar Llama, la familia de modelos de lenguaje sobre la que se apoyan las inteligencias artificiales de Meta.
La actual carrera de Alexandr Wang
Un hombre sin pelos en la lengua
Tras la adquisición de Scale AI, Wang dejó de ser el CEO de la empresa, aunque sigue formando parte de su junta directiva. Su nuevo cargo es el de director de inteligencia artificial de Meta. Y, al asumirlo, se incorpora también a una compañía cuyos valores difícilmente le resultarán ajenos. Si Mark Zuckerberg ha acaparado titulares en los últimos años por su deriva hacia posiciones cada vez más conservadoras, no parece que Wang vaya en una dirección muy distinta.
En 2024, Wang formalizó una política de contratación basada en el mérito, la excelencia y la inteligencia. En sus propias palabras, “creemos que las personas deben ser juzgadas por el contenido de su carácter y, como colegas, ser adicionalmente juzgadas por su talento, habilidades y ética de trabajo”.
Creemos que las personas deben ser juzgadas por el contenido de su carácter
Con esta declaración, se posicionó abiertamente en contra de las prácticas de contratación centradas en diversidad, equidad e inclusión, al considerar que estas van en contra de la idea de premiar precisamente el mérito, la excelencia y la inteligencia.
Este marco ideológico ayuda a situar qué tipo de figura es Alexandr Wang. Y tampoco es algo que haya intentado ocultar. En enero de 2025 se encontraba entre los CEO y fundadores de empresas tecnológicas que asistieron a la segunda toma de posesión de Donald Trump. Poco después, llegó a escribir una carta dirigida expresamente al presidente en la que afirmaba que “Estados Unidos debe ganar la guerra de la IA”.
Alexandr Wang, durante una TEDx Talk.
A día de hoy, su papel dentro del ecosistema de la inteligencia artificial es, sobre todo, el de un vocero político. Wang ha mantenido reuniones con primeros ministros y presidentes europeos, ha intervenido ante empresarios y dirigentes políticos en el Foro Económico Mundial y ha dialogado directamente con el propio Donald Trump.
Su mensaje a lo largo de todo 2025 ha sido constante: Estados Unidos debe ganar la guerra de la IA, porque la alternativa es que lo haga China, y eso —según su planteamiento— sería malo para todo el mundo. Un discurso insistente que, sin embargo, rara vez ha venido acompañado de una explicación clara de por qué sería intrínsecamente bueno que gane Estados Unidos o, en términos concretos, por qué sería necesariamente negativo que gane China.
El hombre que tiene el futuro en sus manos
El futuro es incierto, pero parece suyo
Cuál será el futuro de su posición en Meta no está del todo claro. En estos momentos, Meta es probablemente la compañía que se encuentra en una situación más delicada dentro de la carrera por la inteligencia artificial, pero Wang encaja bien en el perfil que la empresa parece buscar: alguien con credibilidad para hablar de IA y capaz de articular un mensaje claro y contundente. Al menos, si se observa la estrategia que han seguido sus principales competidores en los últimos años.
La pregunta es si Wang —y el peso estratégico de Scale AI— será suficiente para inclinar la balanza a favor de Meta. O si, por el contrario, todo esto no es más que ruido y, al final, la actual fiebre por la inteligencia artificial acabará diluyéndose del mismo modo en que irrumpió. Eso solo el tiempo lo dirá.
Lo que sí parece evidente es que, ocurra lo que ocurra, Wang ha encontrado una posición desde la que puede empezar a construir un nombre propio y consolidarse como uno de los nuevos gurús de la IA. Y, a día de hoy, no le faltan credenciales para intentarlo.









