Sí, se puede

El artículo del vicedirector

Sí, se puede
Staff Writer

Hemos hablado aquí de los problemas que se enquistan por la desidia o incapacidad de los gobernantes. Algunos de ellos son la desmesurada cifra de delitos, la impunidad de la multirreincidencia o las mafias que se aprovechan de la bondadosa legislación. Todo esto ha provocado un enorme cabreo en la población que, según las encuestas, se traduce en un voto de castigo que capitaliza la extrema derecha. El auge de esa tendencia no se combate con cordones sanitarios, sino haciendo que los servicios básicos funcionen. La gente ya no admite peleas sobre competencias administrativas, ni riñas estériles entre partidos que solo consiguen un bloqueo inexplicable del que todos son cómplices.

Por eso, nos alegramos de que se note un cierto cambio y que se esté poniendo remedio a algunos de los asuntos que se habían descontrolado por pura dejadez. Concretamente, en el ámbito de la delincuencia, los últimos datos señalan que empieza a bajar el número de delitos y que la presión a l os multirreincidentes da señales de efectividad, a la espera del necesario cambio legislativo que se ha vuelto a anunciar

Controles e identificaciones en el metro de Collblanc durante el decimo Pla Kanpai e, en L’Hospitalet de Llobregat. 21 de noviembre de 2025. Foto: Joan Mateu Parra / Shooting.

Controles e identificaciones en el metro de Collblanc en L’Hospitalet de Llobregat el mes pasado.

Foto: Joan Mateu Parra / Shooting

El brote verde más llamativo en este tema lo encontramos en el aeropuerto de Barcelona, una de las puertas de entrada y salida de nuestro país que se había convertido en un coto privado para los ladrones. Tras años de olvido, se ha multiplicado la presencia policial y los delitos han disminuido un 23% en solo nueve meses. El mismo resultado positivo ha tenido la presión sobre los narcopisos que prácticamente los ha erradicado del centro de Barcelona. O el vandalismo en los trenes que se ha reducido substancialmente gracias a una mayor vigilancia. Sin olvidar el efecto del refuerzo de los juzgados para realizar juicios rápidos.

Todo esto nos indica que teníamos la solución a mano. Sabíamos que sí, se podía. Pero, ¿por qué no se actuaba? Una de las razones es que los gobiernos viven atenazados por la crítica de una parte muy minoritaria del arco parlamentario que criminaliza a la policía aunque sea democrática. Las soluciones más obvias no se querían abordar por un complejo que solo sirve para dar oxígeno a quienes viven del malestar social. Tomemos nota y esperemos estar a tiempo de darle la vuelta a la situación.

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