* El autor forma parte de la comunidad de lectores de Guyana Guardian
Por fin llegó el mes de septiembre de 2025. Era una fecha que tenía marcada en rojo dentro del calendario. Este año se ha celebrado el LVI Septenario de la subida de la Virgen Santa Maria de Tejeda a Moya, donde he estado presentes para elaborar este reportaje para Las Fotos de los Lectores de Guyana Guardian.
El Septenario hunde sus raíces en 1639, cuando una grave sequía llevó a los pueblos del Marquesado de Moya a organizar una rogativa: trasladar la imagen de la Virgen de Tejeda desde su santuario en Garaballa hasta la iglesia de Santa María la Mayor de Moya. La Virgen recorre en procesión solemne el camino de Garaballa a Moya, donde permanece nueve días rodeada de celebraciones litúrgicas, culturales y festivas.
Salida de la virgen de Tejeda entre el fervor de los devotos, a las siete de la mañana de su Santuario de Garaballa.
El pasado 16 de septiembre todos los moyanos han tenido una cita importantísima, el traslado de la Virgen Santa Maria de Tejeda desde Garaballa hasta Moya. Todo un día lleno de emoción, de recuerdos, de plegarias, de fe y de tradición. Cada 7 años, desde 1639, la Virgen de Tejeda pasa nueve días en la Villa Medieval de Moya.
El origen de esta tradición se remonta a una pertinaz sequía que asoló las tierras del antiguo Marquesado de Moya. Siendo Marqués de Moya don José Isidoro López Pacheco. Las autoridades de la época pidieron permiso a los monjes trinitarios del convento de Garaballa para subir en romería a la Virgen Santa Maria de Tejeda hasta Moya (18 km) y celebrar una rogativa pidiendo el favor de la lluvia que, según se recoge en los documentos, llegó tras la subida de la imagen.
Desde entonces, el pueblo de Moya en señal de agradecimiento hizo voto de continuar celebrando novenarios cada 7 años. El mayor valor de esta romería no es los siete años que median entre cada celebración, ni siquiera los dieciocho kilómetros de su recorrido a través de tres poblaciones: Garaballa, Landete y Moya. Lo verdaderamente impresionante son sus ocho danzantes.
El pueblo de Moya en señal de agradecimiento hizo voto de continuar celebrando novenarios cada 7 años
Ataviados con enaguas, camisa blanca y cintas de azul y rojo, realizan una danza tradicional con palos y otra con castañuelas, que no cesa en todo el recorrido. También espectacular es el vestido serrano de las veintiuna damas que acompañan a la virgen, procedente de los siete pueblos que participan en la romería.
Después de la niebla matinal, el sol aprieta cerca de Landete y los caminantes ya sienten el calor adelantándose a la romería de la virgen de Tejeda.
La Virgen de Tejeda
Propiamente, la Virgen de Tejeda constituye una teofanía sobre árbol, en tanto manifestación de la Divinidad sobre un tejo, de ahí que el apelativo “Tejeda” pueda proceder etimológicamente del nombre del árbol sobre el que tuvo lugar la “revelación” o “aparición”.
La tradición dice de una aparición a un pastor de nombre Juan, que apacentaba sus ovejas por la zona en 1205. La manifestación de la divinidad tuvo lugar sobre un árbol, como tradicionalmente se la representa, según Antonio Gaspar Vermejo autor del siglo XVIII (1779):
“Se apareció la Virgen a Juan Pastor, que guardaba sus ovejas, y esta aparición fue por ocho noches con grande resplandor en un árbol llamando Texo: le mandó fuese al Obispo, para que la fundase Iglesia, y traxese los Religiosos que tenían aquella señal, mostrándole en una piedra que tiene en la mano derecha, la cruz de la Santísima Trinidad.
La representación inicial de la Virgen debió realizarse al natural, sin ropas, un autor, Juan de Villafañé, en el siglo XVII (1663) la describen de la siguiente forma:
“La Virgen de Tejeda es muy pequeña: toda su grandeza se cifra en un cuarto de estatura. Su mirada, de cerca, recrea la vista y da gozos al alma. El color de su rostro parece nativo, describe visos de encarnado; es algo morena; tiene un lunar en el rostro que sirve de hermosura. Su mirada es grave y majestuosa. Tiene su precioso Niño al lado izquierdo para que le abrace con la mano derecha. El rostro del Niño es muy alegre y risueño, está mirando la hermosura de su Madre... La materia no se sabe de qué es. Unos dicen que es madera, otros que piedra. La superficie del cuerpo es azul, sembrado de estrellas”.
Como el día es muy caluroso algunos peregrinos buscan las sombras debajo de los árboles.
Todos los autores citados describen la misma imagen, aunque sin aludir directamente a la cronología, ni a su posible estilo u orden artístico, insinuando que no es obra ejecutada por artífice humano, sino que procede de Dios, llegando a proponer si se trata de una imagen de las conocidas como “non manu factas”.
Basándose en los datos expuestos, resulta imposible afirmar si la imagen descrita es la hallada por “Juan el Pastor” de que dice la tradición. Sin embargo, la vestimenta con la que se describe la efigie.
“La superficie del cuerpo es azul, sembrado de estrellas”, corresponde a la normativa establecida en el Concilio de Nicea II para las representaciones de imágenes de María. Habida cuenta de que el Concilio tuvo lugar en el siglo VIII (año 787), bien pudiera establecerse esta fecha “terminus ante quem” para establecer su cronología relativa.
Durante el camino los danzantes realizan sus bailes ante la mirada de la Virgen y la multitud de peregrinos se cobijan debajo de los pinos.
Respecto a su factura, resulta difícil establecerla pues la que conocemos no es totalmente original ya que ha sido objeto de dos importantes restauraciones:
- La primera, tras el incendio de la iglesia de San Bartolomé en Moya, durante el Septenario de 1927, los desperfectos de la imagen fueron reparados por el escultor Luis Marco Perez (1896-1983), quien labró además otra imagen para el culto ordinario.
- La segunda, mediados los años noventa del siglo XX (1994), ya que durante la revolución, padeció los avatares de dicha contienda, pues fue arrojada desde una de las ventanas (del monasterio) que dan al prado, rompiéndose en pedazos, que fueron recogidos por una devota mujer de Garaballa. Durante el tiempo de la persecución religiosa, la vecina citada guardó los pedazos de la imagen, para devolverlos al Monasterio una vez terminada la Guerra Civil Española: hasta el momento de su restauración, Estos fragmentos se han guardado en el interior de la peana de la actual escultura. La segunda restauración fue obra del escultor valenciano Rafael Orellano Íñigo (1994), quien al estudiar la pieza estableció que se trataba de una imagen paleocristiana, de finales del siglo IV d. C. Analizada la pieza por el Departamento de Restauración de la universidad Politécnica de Valencia, concluyó que la piedra en la que está labrada la imagen procedía de las canteras de Novelda (Alicante), estableciendo su datación entre el siglo VI y el siglo VII. Sin embargo, fuentes del Arzobispado de Valencia (Jaime Sancho, delegado diocesano de Arte Sacro), basándose en su expresión más humanizada afirman que la imagen es románica, datándola entre el siglo IX y siglo X.
Las calles de Landete, por donde pasa la Virgen están pintadas y engalanadas dando un aspecto de acontecimiento único, que se repite cada siete años.
Historia del Septenario
La palabra “septenario” tiene hoy una particular resonancia especialmente en los pueblos que formaron el histórico Marquesado de Moya. Hay que reconocer que este acontecimiento multisecular también afecta a otros muchos pueblos de comarcas próximas tanto de la provincia de Cuenca como de las de Valencia, Teruel, Albacete y otras.
La misma palabra-septenario- ya nos indica que cada siete años, según la tradición, es trasladada o “subida”, como dicen los moyanos, la imagen de Ntra. Sra. De Tejeda desde su santuario, sito en Garaballa, hasta la villa de Moya para recibir solemne culto durante nueve días, en petición y agradecimiento de gracias especiales, recibidas por su mediación.
En un principio este acontecimiento religioso recibió el nombre de “Novenario”, y creemos que con esta única denominación principal llegó hasta 1927, donde ya empezó a llamarse también de “septenario”, el novenario de 1934 ya recibió el nombre de XLIII Septenario, siguiendo los que vinieron a continuación con su particular número hasta el día de hoy.
En lenguaje coloquial, doméstico y afectuoso también recibió este acontecimiento el nombre de “subida”, como hemos dicho ya anteriormente en referencia a que el traslado de la imagen de Ntra. Sra. De Tejeda se hace de sur a norte, es decir de Garaballa a Moya y del llano hasta la encumbrada villa medieval de Moya.
Los danzantes y la Virgen se abren paso entre la multitud a su entrada a Landete.
Años de subida de la Virgen
A partir de la primera “subida” de la imagen de Santa María de Tejeda a Moya en 1639, se han venido repitiendo estas romerías según la tradición, cada siete años, habiendo quedado por ello el nombre de “Septenario” a este notable acontecimiento. No obstante, debemos decir que el primer septenario debía haber sido la segunda “subida” y no la primera.
La tradición no lo ha tenido en cuenta y tiene por primer septenario a la subida y novenario celebrado en junio de 1639, como ya dijimos anteriormente, así pues, en el supuesto que este evento ocurriera cada siete años, hechos los cálculos correspondientes, se han celebrado hasta la fecha LV septenarios, correspondiendo el LVI al actual de este 2025.
Según la información que se ha podido encontrar, sobre todo la de los estudiosos como Eusebio Gómez y Teodoro Sáez Fernández, aunque no sea definitiva en algunos casos, no podemos afirmar con seguridad que realmente se celebraran novenarios cada siete años, ni que estos hayan sido 56 hasta la fecha. Es verdad que la tradición así lo entiende y la información escrita así lo afirma en documentos más recientes.
En la plaza de la fuente los danzantes bailan subidos a la mesa, donde posteriormente reposara la Virgen para el descanso de los portadores.
Observamos que, si se hubieran celebrado siempre cada siete años, el septenario XLVIII, por ejemplo, debería haberse celebrado en 1968 y no en 1969 como así ocurrió realmente. Es muy posible que algún septenario no pudiera celebrarse en su año y se dejó para otro posterior, rompiéndose de esta manera la cadena de celebraciones. Esto ocurrió en 1737, año en que correspondía septenario ya que el anterior había tenido lugar en 1730, celebrándose en 1738, según las inscripciones que hay grabadas en las piedras de la puerta principal del convento de las religiosas franciscanas.
A partir de esa nueva fecha parece ser que se continúan ordenadamente los septenarios, escribo que parece porque algunas fechas de septenarios posteriores grabadas también en la piedra de la iglesia mencionada están un poco borrosas a causa de la erosión sufrida durante más de doscientos años. No obstante, las fechas clave, 1730 y 1738, están perfectamente claras.
Piedra situada en la fachada del convento de las Franciscanas de Moya, donde se pueden apreciar los primeros años del septenario.
Hay otros septenarios de los que se tienen noticias cuyo año de celebración no coincide con el que correspondería si se hubiera seguido la secuencia de cada siete años. A partir de 1639. Así tenemos: 1682(1681), 1692(1695), 1738(1737), 1749(1751), 1755(1758), 1773(1772), 1780 (1779), 1885 (1884.
Lo mismo pasa con los septenarios a partir de del de 1927 hasta la fecha que todos están retrasados un año si empezamos a contar desde 1639.
Inscripciones epigráficas de los Septenarios.
Según la solicitud de licencia para celebrar el novenario septenario de 1749, parece ser que entre los años 1692 y 1738 sólo tuvieron lugar tres: 1692, 1730 y 1738 pues ya no se citan más antecedentes del que se trataba ahora de celebrar. Podemos pensar que los solicitantes no tenían más información, o también que no era realmente lo que había ocurrido.
Encontramos que de este tiempo (1692-1738), solo tenemos datos de que se celebraron los tres novenarios ya señalados: 1693,1730 y 1738, y no siete como correspondería si las celebraciones hubieran tenido lugar de siete en siete años. Por todo ello hay que concluir que los novenarios-septenarios-subidas, no se celebraron exactamente cada siete años pese a que la tradición así lo considera. Además, el orden secuencial cada siete años se rompió al menos en diez ocasiones.
De todas formas, seguiremos con estas salvedades, aceptando que a partir de 1927 los septenarios se vienen celebrando cada siete años y que tienen asignado el número de orden que les correspondería si se hubieran celebrado con esta periodicidad y sin interrupción, considerando el de 1639, el primero de la serie.
La Virgen pasa por debajo del arco en la plaza de la fuente de Landete.
Cambios en los días de subida
Los “novenarios” en honor de Santa María de Tejeda, que según la tradición tuvieron lugar en Moya cada siete años, comenzaron a celebrarse durante los primeros días del mes de junio. La primera “subida” ocurrió el 7 de junio de 1639, fecha que varió a lo largo de los años tanto en cuanto al día como al mes.
Podemos afirmar que al menos, hasta principios del siglo XIX, durante más de ciento sesenta años, es decir la mayor parte de la historia de los septenarios, estos se celebraron en el mes de junio, sea el 7, el 5 o el 3. Esta fecha podría alargase, pues no disponemos de otros datos ahora, hasta el septenario de 1885 que es el primero que se celebró en septiembre.
Por la documentación hallada en el septenario de 1885 ya se celebraban en septiembre, durante los días 16 al 25. Esto es lo que nos dice la tradición y los hechos: que se celebraron los septenarios en el mes de junio durante más de ciento sesenta años, y en el mes de septiembre el resto de los años.
Por la documentación hallada en el septenario de 1885 ya se celebraban en septiembre, durante los días 16 al 25
Pero, ¿por qué cambiaron? Puede pensarse que lo hicieron por acomodar estos festejos al tiempo en que las faenas agrícolas estaban superadas casi en su totalidad. Actualmente, ¿se podrían cambiar las fechas, e incluso las formas o modos de celebración? Si se mantiene lo que es sustancial en los septenarios ¿por qué no? Sería cuestión de planteárselo si existen motivos suficientes y graves, y si con ello mejora sustancialmente la celebración y es satisfactorio para todos.
La tradición y las necesidades de los creyentes pueden combinarse para bien de todos. Nuestros antepasados nos dieron ejemplo en esto. “No está hecho el hombre para la fiesta, sino la fiesta para el hombre”.
La banda está tocando la Salve enfrente del arco con la Virgen descansando en la plaza Nicanor Grande, al lado del ayuntamiento de Landete.
Cambios en distintos lugares de celebración
El primer templo en el que la venerada imagen recibió culto en Moya fue el de la Inmaculada Concepción, anexo al convento de las Religiosas Franciscanas en 1639, pues reunía las mejores condiciones para recibir dignamente a la Patrona del Marquesado.
Aquí siguieron celebrándose los septenarios sucesivos, con toda seguridad, hasta 1794 (o 1795), según las inscripciones mencionadas anteriormente. No obstante, aun faltándonos datos, creemos que seguirían celebrándose en dicho templo hasta el septenario de 1829, pues en 1835 la comunidad de religiosas franciscanas se trasladó a su convento de Villanueva de La Jara, como consecuencia del proceso de desamortización que se había puesto en marcha en España.
Por lo dicho anteriormente parece muy probable que ya en 1836 se celebraría el novenario en la iglesia de San Bartolomé, siguiendo hasta el año 1934 que fue el último celebrado allí, después de haber sido reparados los graves desperfectos ocasionados por un incendio en 1927.
Desde el septenario de 1941 todos los septenarios sucesivos se han celebrado en la iglesia de Santa María La Mayor, la única que queda en pie actualmente. Afortunadamente este templo ha sido restaurado casi en su totalidad en los últimos diez años.
La Virgen entrando en iglesia Nuestra Señora de La Asunción de Landete, donde descansara dos horas para que los portantes y los danzantes puedan recuperar fuerzas.
El decreto
Al principio la Comisión estaba formada por el Abad del Cabildo (no por el Arcediano) y un representante del Concejo o Ayuntamiento. Al principio de los Septenarios, y convocados al efecto, se reunían por una parte el Ayuntamiento de la villa y el Cabildo eclesiástico por otro, y finalmente de manera conjunta, acordaban formalmente y por unanimidad, en este traer a Moya la imagen de Ntra. Sra. De Tejeda desde su Santuario en Garaballa, para rendirle culto durante nueve días y pedirles solución a sus necesidades. A esta decisión formulada en documento público se viene llamando DECRETO.
Después del merecido descanso en la iglesia de Landete la procesión vuelve a emprender el recorrido hacia la villa de Moya.
El decreto recoge los motivos para trasladar la Virgen de Tejeda desde Garaballa hasta la villa de Moya y el procedimiento a seguir para alcanzar el propósito fijado. Se determina la formación de una Comisión que en nombre de ambos Cabildos-religioso y civil-traslade su decisión y petición al Monasterio de Tejeda, así como recabar las autorizaciones precisas para ello.
El acto de proclamación del Decreto fue considerado como un hecho extraordinario en la vida moyana. Es tradicional que, en el mes de mayo, cuando se celebra este hecho, acuden a Moya numerosas personas de la villa y de los pueblos comarcanos para presenciarlo.
En los últimos septenarios celebrados, la formulación y proclamación del decreto se hace el lunes siguiente al tercer domingo de mayo festividad del Santísimo Cristo de la Caída, siguiendo más o menos, el mismo proceso tradicional, aunque más simplificado y como de trámite.
El Decreto no solía contemplar la fecha del traslado pues tenía que acordarse con los responsables del Monasterio de Tejeda una vez que la comisión de los Cabildos de Moya presentará oficialmente la decisión tomada en Moya.
A partir del momento de la proclamación del Decreto, se inician los preparativos para la celebración de este solemne evento. Se constituye un Junta para organizar y llevar a cabo estos festejos, formada actualmente por un presidente (Sr. Alcalde de Moya), un vicepresidente (Sr. Cura Párroco de Moya), un Depositario de Fondos, un secretario y vocales voluntarios, sin determinar su número. También se nombra una comisión para recaudar fondos y otras para desarrollar el programa de actos.
Un volteo general de campanas da fin a este solemne acto de proclamación del DECRETO con el que se inicia el correspondiente septenario.
La procesión llegando a la mesa instalada entre los límites de Landete y Los Huertos de Moya.
Acontecimiento cultural y social
Tantos y tales acontecimientos acompañaron año tras año estas romerías, que basta decir” Septenario de Moya para que no solo los moyanos sino aun otros de tierras más alejadas vibren de entusiasmo y se sientan atraídos hacia esta villa. Podríamos decir que el tiempo en estas tierras transcurre por “septenarios” y no por lustros, décadas o siglos.
Aún no ha hecho más que pasar uno de ellos y ya se está esperando el siguiente, sin temor a exagerar, podríamos decir que se vive con y para el septenario. Los septenarios son un acontecimiento religioso de primera magnitud para los moyanos y gentes llegadas a él por proximidad y por tradición.
En ellos se refleja la acendrada y enraizada devoción de estos pueblos a la Virgen de Tejeda que con celebraciones como estas se reafirman. Por eso al hablar de Moya hay que hablar también de Tejeda. Tampoco se puede hablar de Tejeda sin una referencia muy especial a Moya. A tal situación ha llegado este fenómeno social y religioso que difícilmente se podría pensar, por estas tierras marianas, en una vida sin Moya y sin Tejeda.
El septenario de Moya fue declarado fiesta de interés turístico regional por la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha. Los septenarios son de todos y todos están llamados a participar en ellos formando una hermandad en torno a la Virgen de Tejeda y Patrona del Marquesado. Ellos.
Danzante bailando a su paso por la localidad de los Huertos de Moya.
El inventario
Una de las formalidades más solemnes al iniciarse el traslado de la imagen de Ntra. Sra. De Tejeda desde Garaballa a Moya es la realización del “inventario” enumerando y señalando, en el prado contiguo al santuario de Garaballa, cada una de los alhajas y demás objetos de que es portadora la imagen, y firmándolo posteriormente por las autoridades del santuario y del municipio de Moya al hacerse cargo, y por tanto responsables de la sagrada imagen.
Ritual consistente en girar a la Virgen en dirección al lugar del origen de salida o sea Garaballa, y antes de emprender el camino se la vuelve a girar poniéndola en dirección hacia su destino, la Villa de Moya.
La subida y bajada
El traslado es imprescindible para poder celebrar un novenario en Moya, en honor a la Patrona Santa Maria de Tejeda. Pero el traslado mismo es una de las páginas más extraordinarias que se escriben en una efeméride como ésta. Es, además de una procesión, una peregrinación desde un Santuario, como es el de Tejeda, a otro como puede considerarse en esta ocasión a la Villa de Moya.
El traslado de la virgen comienza al amanecer del día en el Santuario de Tejeda, actualmente el día 16 de septiembre. La primera ceremonia oficial, antes de iniciar la procesión, es la redacción y lectura del inventario como hemos descrito anteriormente.
A continuación se inicia la subida desde Garaballa a Moya muy temprano en el inicio del alba y la imagen de Ntra. Sra. De Tejeda va acompañada de miles de fieles de las respectivas parroquias de los pueblos vecinos, y todas de las parroquias del Marquesado y de gentes llegadas de muchos lugares. Portan cruces, estandartes y pendones en perfecto orden según prioridades establecidas.
Destacaron antaño en este traslado los hermanos de la Cofradía de la Vera Cruz, hoy extinguida, descalzos y con las túnicas negras como una guardia de honor, responsables del mismo y del cuidado de la imagen. Acompañan también a la Virgen 8 danzantes que van interpretando a lo largo del recorrido danzas de origen medieval. Siempre está presente también alguna banda de música de pueblos de la comarca y alguna vez de Valencia.
La Virgen de Tejeda después de recorrer durante todo el día los 18 kilómetros que separan Garaballa de Moya, realiza sus últimos pasos subiendo al recinto amurallado de la Villa de Moya.
La imagen es llevada por los mozos de los pueblos por los que pasa. A lo largo del recorrido hay establecidas unas mesas de la virgen o descansaderos. Cuando la Virgen de Tejeda llega a la primera mesa del término es recogida por los mozos de esa localidad.
El tramo entre Garaballa y Landete transcurre por antiguos caminos hoy pistas forestales. Entre Landete y Moya se va por carretera. En la subida, al medio día, descansa la imagen en la iglesia de Landete, en donde los mozos portantes y los danzantes se toman un buen merecido descanso, por la tarde inicia la procesión entre Landete y Moya por la carretera pasando por los Huertos de Moya donde llega al anochecer en lo alto de Moya, dejando la virgen en la iglesia de Santa María La Mayor.
Este año según varios cálculos realizados, la subida de la virgen ha estado acompañada entre 18.000 y 20.000 feligreses o devotos. La bajada desde Moya hasta Garaballa, una vez acabado el novenario, se hace por el mismo itinerario de la subida. Se prepara la imagen la noche anterior de la salida y se sale al amanecer, realizando la vuelta con cierta prisa porque al medio día tiene que estar la imagen en su Santuario de Garaballa.
Con la llegada de la noche la Virgen llega al recinto amurallado de Moya, hacia la iglesia de Santa María La Mayor, donde permanecerá durante nueve días.
Las mesas de la virgen
Con el fin de que los porteadores de la imagen y los danzantes puedan descansar a lo largo de los 18 km del recorrido del traslado desde Garaballa hasta Moya se hacen paradas oficiales y se deposita la imagen en unas mesas de piedra blanqueadas y con la cruz trinitaria de Tejeda a los lados, estas mesas son engalanadas por los fieles devotos de cada municipio que pasa.
Entre Garaballa y Landete hay tres mesas. Los de Garaballa llevan la imagen hasta el inicio del término de Landete, mención especial es la mesa en el mismo centro de la población de Landete, en donde al llegar la virgen es depositada en la mesa, acto seguido la virgen es situada a un lado, dejando espacio para que los danzantes realicen su tradicional danza, como hemos mencionado con anterioridad por la tarde inician el recorrido hasta la mesa situada junto al término de Moya, cerca de los Huertos y los De Moya ya la suben a la villa haciendo parada en la mesa del Arrabal.
Era tradicional que los habitantes del rento del Soto, próximo a Garaballa, y los de la aldea de Mijares (Landete) próximos al camino por donde pasa la romería instalaran también sus “mesas de la Virgen”. En cada una de esas mesas se deposita la virgen de Tejeda siempre de cara al término municipal que en aquel punto finaliza como para despedirse. Cuando se hace el relevo en cada mesa se colocan flores, se hacen canticos y bailan los danzantes.
Procesión general.
Durante el recorrido de la romería o “subida” como se le suele llamar, las mesas de la Virgen o descansaderos. Paradas técnicas realizadas durante el camino en las que pueden descansar porteadores y danzantes. Bajo la imagen hay estas mesas pintadas blancas de piedra, siempre de cara al pueblo que se deja atrás. En ellas figura la cruz trinitaria de Tejeda, símbolo del Septenario.
Las damas de honor de cada localidad del Marquesado suelen acompañar siempre todos los actos.
La virgen entra en Landete totalmente engalanada
Cuando entramos en Landete podemos verla en balcones, arcos florales, pintadas en el suelo en las calles por donde pasa la virgen. Impresiona mucho cómo esta engalanada esta localidad para recibir a la Virgen de Tejeda. Grandes arcos florales, bellas pintadas en el suelo de las calles como si fuera corpus, cruces trinitarias en ventanas y balcones… Una maravilla.
Por supuesto, muchísima gente esperando a danzantes y porteadores tras 7 años de espera. Nada más entrar al pueblo, un enorme arco sobre la primera mesa de la Virgen, instalada en el lugar llamado El Calvario, la siguiente parada es en el cruce de las calles Nicolas Peinado, San Antonio y San Miguel, en esta pequeña plazoleta y delante de una fuente, se realiza un gran arco con cuatro brazos y debajo se sitúa una gran mesa, donde se pueden comprobar otros elementos de la danza, como cuando en fila india se disponen los muchachos danzantes a pasar por debajo de la Virgen de Tejeda.
Esto se produce cuando los porteadores elevan la imagen con el brazo completamente extendido. Son momentos de auténtico fervor, extensamente aplaudidos, acto seguido los ocho danzantes uno a uno se sube a la mesa para realizar sus danzas, en este sitio es la apoteosis de la virgen de Tejeda en Landete. Después, otra parada más en la plaza Nicanor Grande. Posteriormente son los últimos momentos en esta primera parte del día la Virgen de Tejeda se asoma a la plaza de la iglesia con los danzantes en donde se mueven por toda la plaza con el fervor de la gente antes de que la imagen entre en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, en donde descansara hasta la tarde para continuar camino de Moya
Durante la procesión general la gente se encarama por lugares inverosímiles para tener una buena visión a su paso.
Los danzantes y los maestros danzantes
Los “danzantes” son otro de los elementos principales y característicos de lo septenarios. Es un elemento muy vistoso que atrae, al menos, la curiosidad de los asistentes y que destaca en todos los momentos del desarrollo de estos festejos. Las danzas moyanas son del tipo llamado de “paloteo” tan abundante por Castilla La Mancha.
El grupo de danzantes está formado por ocho jóvenes voluntarios que por sí o por sus familias han hecho este ofrecimiento a Santa María de Tejeda en cada septenario.
El grupo de danzantes está formado por ocho jóvenes voluntarios que por sí o por sus familias han hecho este ofrecimiento a Santa María de Tejeda
La indumentaria, aunque vistosa, es muy sencilla: camisa, enaguas, calzones medios, alpargatas, banda y turbante. En su conjunto predomina el color blanco, salvo la banda que generalmente es azul y otros adornos.
La banda suele llevar bordada la fecha de su actuación y el nombre del danzante. Estos danzantes aprenden las danzas que ejecutan en honor de la virgen de Tejeda de un maestro de danzantes. Tomar la decisión de ser danzante requiere una gran preparación, mucha reflexión, y sobre todo un gran amor a Santa María de Tejeda.
Los danzantes con sus bailes a su paso por Landete.
Los maestros Danzantes han sido y siguen siendo los portadores de la tradición en su cabeza, en sus brazos y en sus piernas septenario tras septenario. Ellos no sólo transmiten con vigor las formas y los ritos de estas danzas sino también el “principio” que las anima, son la raza de moyanos y con profunda devoción a Santa María de Tejeda.
Muchos han sido los maestros de danzantes de la historia de los Septenarios, todos ellos grandes maestros. Uno muy recordado fue del “tio Facundo”, Facundo Hernández nacido en Moya y con casa propia en la calle Madre de Dios de Abajo, cerca de la de su padre José María, moyano también y antecesor suyo en el cargo de maestro de Danzantes. Que se sepa el “Tio Facundo” dirigió danzas y danzantes durante los septenarios de 1934, 1941, 1948, 1955, 1962 y 1969.
Durante casi cuarenta años fue figura señera de los septenarios moyanos y bien merecido tiene un homenaje por ser el alma de la danza y de los danzantes. Posteriormente estuvo Antonio Argudo Sáez, el “tío Antonio” del Arrabal, entre los septenarios del 1976 y 1990, tristemente desaparecido, en quien se reunió toda la experiencia y tradición de la danza moyana, dejando un legado que llega hasta nuestros días. Desde el septenario de 1997 asumió el cargo de Maestro de Danzantes Constancio Sáez Argudo, también del Arrabal, donde nació un mes de septiembre de 1929.
En 1948 comenzó su andadura como danzante y, como anécdota, diremos que tenía en su haber el secreto y la fórmula para fabricar unos “palos” irrompibles por mucha “leña” que se les imprimiera en el desarrollo de la danza. Tras su fallecimiento, el relevo lo tomó Javier Sáez Argudo descendiente de El Arrabal, nieto de “el tío Antonio”. Javier comenzó ayudando a su primo Constancio Sáez en el Septenario de 2011 y, a partir de 2018, es él quien ejerce plenamente como Maestro de Danzantes, continuando con dedicación, orgullo y respeto la tradición heredada.
Un danzante bailando encima de la mesa.
La música de los danzantes
La participación de los danzantes constituye uno de los elementos más singulares y reconocibles del Septenario de Moya, celebrado cada siete años en honor a la Virgen de Tejeda. Sus coreografías pertenecen al antiguo género de las danzas de paloteo, con claros orígenes medievales y transmitidas de generación en generación en el Marquesado a través. Dentro de los actos más representativos del Septenario, destacan las danzas rituales interpretadas por los danzantes. Estas coreografías forman parte de la antigua tradición de las danzas de paloteo, que llegan de la época medieval, transmitidas de generación en generación y conservadas como un patrimonio vivo del Marquesado.
- El Villano: la danza de las castañuelas
“El Villano” es una melodía de origen castellano que aparece ya en cancioneros y colecciones musicales del Siglo de Oro. Era un baile popular de corro, interpretado en fiestas campesinas, cuyo nombre deriva de “villano” en el sentido de habitante de las villas y aldeas. Su sencillez y viveza hicieron que se difundiera ampliamente por Castilla, La Mancha y otras regiones del interior peninsular. Con el paso del tiempo, esta danza se integró en celebraciones religiosas y procesionales. En Moya, quedó fijada como parte del repertorio ritual de los danzantes del Septenario de la Virgen de Tejeda, donde se conserva hasta hoy como única pieza ejecutada con castañuelas. Su pervivencia en Moya lo convierte en un testimonio vivo de la continuidad entre tradición popular y devoción religiosa, transmitido de generación en generación durante más de tres siglos.
Música: Tonada de carácter alegre y festivo. Ritmo binario sencillo que favorece el movimiento de pasos laterales y giros. Interpretada por la dulzaina y el tamboril, pero acompañada rítmicamente por el sonido vivo de las castañuelas que hacen sonar los propios danzantes.
Coreografía: Los ocho danzantes forman parejas. Ejecutan pasos sencillos, desplazamientos laterales y giros al compás de la melodía. Las castañuelas sustituyen a los palos, aportando un timbre más ligero y festivo. La coordinación entre el toque de castañuelas y los movimientos aporta un aire distinto al conjunto del repertorio.
- Otras danzas de los danzantes:
Baile del paloteo.
- La Entradilla. Música: Tonada alegre y solemne, interpretada con dulzaina y tambor, que marca el inicio del repertorio. Paso: Movimientos sincronizados en formación de parejas, con golpes de palo iniciales que establecen el ritmo. Contexto ritual: Funciona como danza de apertura. Se ejecuta en el momento de la salida y anuncia la presencia de los danzantes ante la imagen de la Virgen.
- El Cangrejo. Música: Melodía más pausada, con un aire repetitivo que acompaña los pasos adelante y atrás. Paso: Los danzantes avanzan y retroceden, imitando el caminar del cangrejo. Los paloteos subrayan este movimiento característico. Contexto ritual: Se baila a lo largo de la procesión y simboliza la dificultad y el esfuerzo del camino compartido.
- La Samonanilla. Música: Tonada viva y rítmica, de gran agilidad, con cambios de compás que generan dinamismo. Paso: Movimientos rápidos con giros y cruces de las parejas. Los paloteos son más intensos y frecuentes. Contexto ritual: Expresa la vitalidad y la alegría de la fiesta, y suele ser uno de los momentos más aplaudidos por el público.
- La Entramontá. Música: Melodía solemne, de carácter ascendente, que sugiere esfuerzo y elevación. Paso: Desplazamiento en línea, con golpes de palo que marcan la ascensión, simulando la subida hacia el recinto sagrado. Contexto ritual: Evoca la subida de la Virgen hasta la villa de Moya, y se considera una danza de homenaje y ofrenda.
- La Danza de las Espadas. Música: Tonada solemne y vigorosa, con un ritmo marcado y constante. Paso: Los paloteos adoptan la forma de un combate simbólico, evocando el choque de espadas. Los danzantes realizan figuras de mayor complejidad. Contexto ritual: Simboliza la defensa de la fe y de la comunidad. Es una de las piezas más espectaculares del repertorio, habitualmente situada en los momentos culminantes del Septenario.
Cada danza mantiene un esquema coreográfico definido, estrechamente unido a la melodía de dulzaina y al ritmo percutido del tambor. En conjunto, estas músicas conforman un patrimonio inmaterial que ha sobrevivido al paso de los siglos y que sigue dotando al Septenario de Moya de una identidad única.
En la procesión general a veces el recorrido es estrepitosamente peligroso, por el suelo de la época medieval que conserva la Villa.
La Procesión General del Septenario de la Virgen de Tejeda
Cada siete años, la villa medieval de Moya se convierte en epicentro de devoción y tradición popular con la celebración del Septenario de la Virgen de Tejeda. Entre todos los actos que se desarrollan durante los nueve días que la virgen está en la villa, destaca con luz propia la Procesión General, que se celebra siempre el 21 de septiembre, considerada el momento culminante del Septenario.
Esta Procesión General es conocida como el Día Grande. Desde primeras horas de la mañana, las calles empedradas de Moya se llenan de devotos, peregrinos, autoridades y visitantes que acuden a rendir homenaje a la patrona.
El recorrido discurre por el interior del recinto amurallado de la antigua villa, entre las ruinas de lo que fueron casas solariegas y plazas medievales, el toque de castañuelas de los danzantes resuenan entre los restos de piedras del recinto medieval, conjuntamente con el bandeo atronador de las campanas se funden con la música de la banda musical, en un marco único que refuerza la solemnidad de la ceremonia. La Virgen de Tejeda avanza portada en andas, rodeada de estandartes, ciriales y cánticos que acompañan su paso.
Aquí se aprecia bien que el recorrido transcurre por lugares difíciles.
La Procesión General no es solo un acto religioso, es también la expresión viva de las tradiciones más arraigadas de Moya y su comarca. Los danzantes vestidos con atuendos típicos —camisa blanca, enaguas, fajas y cintas de colores— ejecutan las ancestrales danzas de paloteo y castañuelas.
Sus coreografías, llenas de vigor y simbolismo, se convierten en un espectáculo esperado, especialmente cuando al término de la procesión realizan los paloteos en la Plaza Mayor.
Las damas serranas y la reina representan a cada uno de los 33 pueblos del Marquesado de Moya, ataviadas con el traje tradicional serrano, forman la corte de honor que acompaña a la Virgen. Sus diferentes categorías (infantiles, juveniles y adultas) representan la continuidad generacional de la devoción. Los vecinos y pueblos del Marquesado.
La gente se encaramada en lo alto de los restos de las murallas para ver el paso de su Virgen.
La Procesión General es, además, un momento de reencuentro para las gentes de Moya y de las localidades vecinas que un día dependieron del Marquesado. La asistencia masiva refuerza el sentimiento de identidad compartida con autoridades religiosas y civiles.
El evento cuenta con la participación de representantes eclesiásticos, municipales, provinciales e incluso autonómicos, lo que subraya su relevancia social.
La Procesión General trasciende lo estrictamente religioso para convertirse en un auténtico acontecimiento cultural. Sus danzas, música, vestimentas, rezos y emociones convierten el acto en una experiencia irrepetible, marcada por la periodicidad septena en que cada edición tiene un carácter único e irrepetible.
Al inicio del alba y con el repique de las campanas la Virgen emprende su salida de Moya para regresar por la tarde a la iglesia del Santuario de Garaballa.
En el presente Septenario (LVI, celebrado), la expectación ha sido máxima. Miles de personas (hay cálculos con más de 6.000) que han acudido a la villa medieval de Moya para vivir en primera persona este acto procesionario, que conjuga fe, tradición e identidad colectiva.
La presencia institucional y la repercusión mediática reflejan la importancia que este acontecimiento mantiene en la memoria histórica de la comarca y de toda la provincia de Cuenca.
La Procesión General es mucho más que una procesión: es la memoria viva de un pueblo que, desde hace casi cuatro siglos, renueva su promesa a la Virgen de Tejeda.
Entre las murallas de Moya se funden lo sagrado y lo popular, lo religioso y lo festivo, en una jornada que queda grabada en el corazón de quienes la viven. Cada siete años, Moya revive este momento único, recordando que la fe y la tradición son también la raíz que mantiene unida a toda una comarca.
Con la primera luz del día la Virgen abandona el recinto amurallado disponiéndose a bajar hasta el Arrabal.
Origen del Marquesado de Moya (1480)
El Marquesado de Moya fue creado por los Reyes Católicos en el año 1480, como reconocimiento a la lealtad de Don Andrés de Cabrera durante la Guerra de Sucesión de Castilla. Cabrera, que había sido mayordomo mayor del rey Enrique IV, apostó por Isabel la Católica y fue recompensado con este título nobiliario y con el extenso señorío conocido como la Tierra de Moya, que comprendía más de treinta pueblos. Su esposa, Beatriz de Bobadilla, fue dama de confianza y amiga personal de la reina Isabel, de modo que el matrimonio gozaba de una posición muy privilegiada en la corte.
- Consolidación (siglos XVI–XVII)
Los sucesores de los primeros marqueses (Juan, Diego y otro Juan de Cabrera) consolidaron el marquesado. Con Diego de Cabrera, V Marqués, el título se unió al Condado de Chinchón, lo que reforzó el prestigio de la familia. El miembro más destacado fue Luis Jerónimo Fernández de Cabrera, VI Marqués de Moya, que también fue IV Conde de Chinchón y Virrey del Perú (1629–1639). En este período, la casa de Cabrera-Bobadilla alcanzó su máximo esplendor.
- Sucesores y ramas posteriores
La muerte prematura de Francisco Fausto de Cabrera, VII Marqués, en 1647, sin descendencia directa, hizo que el título pasara a su hermana Ana de Cabrera, VIII Marquesa de Moya. Ésta se casó con el príncipe italiano Luigi Savelli, y a partir de entonces el marquesado quedó vinculado a familias nobiliarias italianas y castellanas como los Savelli, Guzmán y Osuna.
- Fin del régimen señorial (s. XIX)
En el siglo XIX, con las leyes de 1837–1838 que abolieron los señoríos jurisdiccionales, los marqueses perdieron el control directo sobre los pueblos de la Tierra de Moya. El título sobrevivió como dignidad nobiliaria honorífica, pero sin poder político ni económico.
El Marquesado de Moya fue uno de los señoríos más extensos e influyentes de Castilla, nacido de la política real de los Reyes Católicos y vinculado a familias nobles de gran peso en España e Italia. Su historia refleja el paso del poder feudal al mundo contemporáneo.
La procesión ya ha bajado del majestuoso castillo de Moya dirigiéndose otra vez a su paso por Los Huertos de Moya, Landete, Mijares, el Soto y Garaballa.
Despoblación:
- De 1857 a 2024: –74.5%
- De 1930 a 2024: –70.6%
Habitantes Marquesado de Moya 1857 – 1930 – 2024
Evolución de la población.
Habitantes Marquesado de Moya 1857 – 1930 – 2024.
Actividades jubilosas y culturales
Han sido unas fiestas entrañables para todos los que se sienten moyanos, digamos que cada siete años se realiza en estos lares como si fuera una romería de los nueve días que está la Virgen de Tejeda en Moya y en los que se celebran multitud de actos religiosos, lúdicos y festivos.
Destacan entre los religiosos el momento de la llegada de la Virgen de Tejeda a Moya, el 16 de septiembre al anochecer, la procesión general con su imagen por las calles de la villa de Moya acompañada de los danzantes y del fervor popular, la despedida de la virgen y el momento de la salida de la iglesia de Santa María la Mayor de Moya de la Virgen de Tejeda acompañada de fieles para efectuar la” bajada “hasta su Santuario de Garaballa.
Estas son algunas de las muchas actividades jubilosas y festivas que han tenido lugar en Moya durante más de 380 años celebrando “subidas”, novenarios y septenarios, podemos citar algunas actividades jubilosas que fueron y otras que aún son. Por ejemplo: Alardes de Soldadesca, fuegos artificiales (funciones de pólvora), hogueras y luminarias, corridas de toros, funciones de plaza, conciertos de música, exposiciones, danzas, conferencias, deportes variados, etc.
La noche anterior de la subida de la Virgen, Landete totalmente engalanada, realiza cenas populares en las principales calles, en donde no pueden faltar los fuegos artificiales.
En el camino se han ido quedando con el tiempo, y casi en el olvido, algunas actividades festivas y culturales que estimamos podrían recuperarse como un bien tradicional propio del pueblo que lo realizó y disfrutó de ellos. En este sentido citamos: Hogueras y luminarias.
En algunos septenarios duraron tanto como el novenario. No hubo pobre que no las hiciera. Justas históricas. Conciertos de música clásica e histórica. Carreras de “vítores” en honor de Ntra. Sra. De Tejeda. Autos Sacramentales y comedias, Deportes tradicionales y propios de la comarca. Conferencias sobre temas históricos del Marquesado de Moya. Muestras o exhibiciones de danzas del paloteo de Castilla La Mancha. Exposiciones de publicaciones y fotografías de los pueblos del antiguo Marquesado de Moya. Ferias de artesanía, Certámenes artísticos: pintura y literatura.
Todo puede ser posible para el próximo septenario, hay por delante siete años para activarlo todo. Me despido con la gratitud de haber podido ver este septenario, y me voy lleno de ilusión y esperanza para vernos en el próximo, o sea en septiembre de 2032.
¿Quieres saber más?Enlaces de interés
1https://mariano-recuerdosyaoranzas.blogspot.com/2018/09/los-septenarios-de-moya-guia-para-su.html
2https://zascandileando.com/cuenca/septenario-virgen-tejeda-moya/
3https://www.turismocastillalamancha.es/fiestas/septenario-de-la-virgen-de-tejeda-de-moya-12377/descripcion/
4https://www.enciendecuenca.com/2025/01/22/el-lvi-septenario-de-la-subida-de-la-virgen-de-tejeda-espera-congregar-a-miles-de-personas-en-moya-este-2025/
5https://es.wikipedia.org/wiki/Virgen_de_Tejeda
6https://www.monasteriodetejeda.com/entorno/
7https://www.ojosdemoya.info/2025/06/moya-presenta-su-lvi-septenario-en.html
8https://territorioceltiberico.com/actualidad/cultura/202509/el-lvi-septenario-de-la-subida-a-moya-de-la-virgen-de-tejeda-entra-en-su-sprint-final-con-una-apretada-agenda/
9https://www.latribunadecuenca.es/noticia/z7843932f-adea-5a12-4cc8f0e5d1b1a619/201809/todo-a-punto-para-el-inicio-del--lv-septenario
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