Uno de los muchos efectos que tiene el imparable aumento de la longevidad es que el tiempo que dedicamos a la jubilación, también está aumentando. Ese dato implica numerosas consecuencias de toda índole. Entre ellas, la formación de un nuevo mapa poblacional en el que los lugares de residencia de las personas mayores se están moviendo, ampliando y redefiniendo por toda la geografía española.
Cada vez más, las ciudades y los barrios se planifican teniendo en cuenta las necesidades y preferencias de un colectivo que no se puede dejar de lado, las personas mayores de 65 años. Tanto es así, que todo apunta a que el enfoque gerontológico será imprescindible en la mayoría de los proyectos urbanísticos en los próximos años. Esta adaptación del entorno (barrios y ciudades) a las demandas de la población mayor se produce en paralelo al incremento del interés que muestran estas personas por corregir las deficiencias de sus viviendas para que respondan a sus necesidades.
En este sentido, se puede apreciar cómo las reformas domésticas para crear un hogar más confortable no solo han aumentado, sino que también se adelantan varios años. “Antes, la gente esperaba a tener un problema serio para reformar, ahora vemos que muchos clientes se anticipan. Se dan cuenta de que la casa tiene que evolucionar con ellos, igual que evolucionan sus necesidades. Muchos clientes de 60 o 65 años ya piensan en cómo quieren vivir dentro de 10 años”, apunta Luis Peixoto, diseñador y director creativo de Brákara Studio.
Muchos clientes de 60 o 65 años ya piensan en cómo quieren vivir dentro de 10 años
Un lugar más seguro, fácil de mantener y bonito
Cuando comenzamos a pensar en este tipo de reformas, normalmente lo hacemos teniendo presentes tres conceptos: comodidad, seguridad y calidez. Y es que, aunque tengamos muy claros los aspectos relacionados con el espacio y la funcionalidad, la mayoría de las personas no quieren renunciar al diseño. “Lo que más nos piden es comodidad y seguridad. Normalmente, las conversaciones se centran en eliminar barreras arquitectónicas, ensanchar pasillos, mejorar la iluminación y, sobre todo, adaptar baños y cocinas para que sean prácticos y fáciles de usar”, aclara Peixoto.
Según el interiorista, “a esa edad ya no se busca tanto ‘tener más cosas’, sino vivir en un espacio más claro, abierto y funcional. En general, buscan tranquilidad. Que su casa les permita moverse sin miedo a caídas, que sea fácil de mantener y que siga siendo un lugar bonito en el que disfrutar. Quieren solucionar problemas de accesibilidad, pero sin renunciar al diseño”.
Más allá de cambiar la bañera por la ducha
Muchas de las peticiones que recibe Peixoto suponen estimulantes retos, como el de una clienta que les pidió un baño accesible, pero con materiales cálidos y elegantes, porque decía: “No quiero sentir que vivo en un hospital”. “Ese tipo de desafíos nos encantan, porque combinamos funcionalidad y diseño”, asegura el experto, quien recuerda el caso de otro cliente que quería asegurarse de que, si algún día necesitaba moverse con un andador, pudiera hacerlo sin obstáculos. Así que “replanteamos los pasillos y los giros pensando en eso”.
Obviamente, la estancia que más se reforma es el baño, por el riesgo de accidentes. A continuación, la cocina, “ya que es un espacio de uso diario donde la comodidad lo cambia todo. Y también los dormitorios, –prosigue Peixoto– los cuales muchas veces se reorganizan para estar más cerca del baño o para ganar en amplitud y confort”.
En la cocina, las solicitudes son para poner muebles bajos y cajones extraíbles en lugar de armarios altos.
En concreto, las solicitudes más frecuentes son, según el experto, en el baño, para sustituir la bañera por ducha a ras de suelo, instalar suelos antideslizantes, barras de apoyo discretas y colocar una buena iluminación; en la cocina, para poner muebles bajos y cajones extraíbles en lugar de armarios altos, superficies fáciles de limpiar e iluminación bien pensada; en el dormitorio, armarios a medida, eliminar desniveles, proximidad al baño y recorridos despejados; y por último, en las zonas comunes, se busca abrir espacios, mejorar la luz natural, ensanchar puertas o ponerlas correderas para facilitar el paso.
¿Está mi casa preparada para cuando tenga 70 años?
Elegir una reforma u otra es algo muy personal que debería responder a las necesidades del cada uno. Para intentar concretar qué es lo que más se ajusta, Luis Peixoto, diseñador, propone responder a estas cinco preguntas:
1. ¿Podría moverme por aquí con un bastón o un andador?
2. ¿La iluminación es suficiente y segura?
3. ¿El baño y la cocina se podrían usar igual de bien si perdiera agilidad?
4. ¿Tengo que subir escaleras para llegar a lo esencial de la vivienda?
5. ¿La casa me dará independencia el mayor tiempo posible?
Entornos urbanos amigables con las personas mayores
Más allá de la influencia de la comodidad y la seguridad del propio hogar para un envejecimiento saludable, es importante recordar que vivimos en comunidad. El entorno donde está ubicada nuestra residencia es tan importante, o más, que los 80 metros cuadrados donde desarrollamos nuestro día a día. Factores como disponer de servicios sanitarios públicos de calidad o la posibilidad de establecer relaciones sociales en un entorno próximo, son dos de los numerosos aspectos que debería poseer un espacio urbano para ofrecer un envejecimiento activo y saludable.
De hecho, “para las personas mayores, la seguridad, la cercanía a los recursos y la posibilidad de mantener relaciones significativas suelen ser más importantes que el simple atractivo turístico”, apunta Xavier Lorente Guerrero, coordinador del Máster Universitario en Gerontología y Atención Centrada en la Persona y las Relaciones de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Y es que, a la hora de elegir un lugar donde jubilarse, los elementos que más se suelen tener en cuenta son un clima favorable, el acceso a servicios de salud y facilidad para crear y mantener relaciones sociales.
Para las personas mayores, la seguridad, la cercanía a los recursos y la posibilidad de mantener relaciones significativas suelen ser más importantes que el simple atractivo turístico
Por otro lado, es tal la importancia que actualmente se concede a la creación de espacios amigables para las personas mayores, que incluso la Organización Mundial de la Salud se ha pronunciado al respecto detallando ciertos principios que ha de cumplir una comunidad para adquirir esta calificación. Estas son algunas de ellas: poseer calles seguras, transporte público cercano y viviendas adaptadas.
También debe ofrecer servicios básicos (centros de salud, farmacias, comercios de proximidad…) a corta distancia. Pero, además, “tiene que ser un espacio relacional: con centros comunitarios, actividades culturales y lugares de encuentro intergeneracional que fomenten la participación social”, resume el profesor.
La accesibilidad en los baños también es importante.
España, destino europeo para jubilarse
Muchas regiones de nuestro país reúnen estos requisitos, de las cuales Lorente pone la atención en tres de ellas: la Comunidad Valenciana, Andalucía y Canarias. Estos territorios concentran el mayor porcentaje de población de gente mayor. Además, “destacan por haber impulsado proyectos de ‘Ciudades amigables con las personas mayores’, que fomentan entornos urbanos adaptados al envejecimiento”, apunta Lorente. Y añade: “Su atractivo turístico también ha contribuido a que personas mayores de otros países europeos decidan residir allí en la etapa de jubilación”.
De hecho, “este fenómeno obliga a repensar los servicios sanitarios, sociales y comunitarios desde una perspectiva intercultural e intergeneracional”. Este flujo migratorio de los jubilados del norte de Europa hacia nuestro país contrasta con el comportamiento de los españoles que, al finalizar su vida laboral, tienden a permanecer en su lugar de residencia, “debido a la importancia del concepto familiar y social”, sostiene el profesor.
El sol y el “tapeo” importan, pero no lo son todo
A ingleses y alemanes les mueve, sobre todo, el clima, la accesibilidad económica y un estilo de vida en el que las relaciones sociales son prioritarias. Sin duda, razones muy válidas para argumentar un cambio de residencia. Sin embargo, desde una perspectiva gerontológica esta decisión debería pasar por hacerse algunas preguntas previas, como: ¿el sistema de salud local cubre adecuadamente las necesidades de las personas mayores?, ¿existen redes de transporte accesible?, ¿hay servicios sociales y comunitarios que favorezcan la participación?, ¿el entorno urbano es seguro y libre de barreras arquitectónicas?
Además, no se debe ignorar la importancia de “la cercanía de la familia, la oferta cultural y la posibilidad de establecer relaciones sociales, factores fundamentales para prevenir el aislamiento y la soledad no deseada”, recalca Lorente.








