“Muchas bodegas están arrancando viña, porque no tiene sentido trabajar un viñedo que acabe en botellas que no se van a vender”: por qué Burdeos está sufriendo una crisis del vino

Vinos

El exceso de producción o el monopolio del tinto, entre otros, son algunos de los problemas que están causando que la región francesa no esté pasando por su mejor momento

Algunas bodegas están arrancando viñedos.

Algunas bodegas están arrancando viñedos. 

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Hace unos días tuve la suerte de pasar unos días en la zona cero de la crisis del vino: Burdeos. Cada vez que menciono esto el civil se extraña, no se si porque tienen a Burdeos en muy alta estima, por inalcanzables muchos de sus precios top, o porque se piensan que el mundo, la realidad, es mucho más estable de lo que es. Pues no amigos, parafraseando a Mao Zedong: Burdeos es un tigre de papel.

Sí, parece que lo que no hicieron dos guerras mundiales lo va a hacer el wineloverismo. Esto es: reiniciar una región que lleva unos años demasiado pendiente de sí misma, embobada. Vamos con algunos de sus problemas.

El primero sería el exceso de producción. Estamos hablando de, anualmente, unos 700 millones de botellas, de las cuales la inmensa mayoría son vinos intrascendentes. Para que os hagáis una idea, Borgoña (a la que le va bastante mejor) elabora 200 millones de botellas; si lo queréis poner en contexto español, nuestra DOCa Rioja se marca justo la mitad, unos 350 millones de botellas. Todo esto, no os olvidéis, en un contexto de consumo descendente.

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Por lo tanto, sobra vino, y esto ya se nota a simple vista, dado que en el paisaje bordelés empiezan a aparecer solares: muchas bodegas están arrancando viña, porque no tiene sentido trabajar un viñedo que acabe en botellas que no se van a vender.

Otro de los problemas es el monopolio del tinto, y es que de esas 700 millones de botellas, algo más de 600 millones son de tinto. En Borgoña, este porcentaje —alucinad— es de solo el 28%. Esto no es una cuestión menor, dado que el blanco es el tipo de vino más consumido en el mundo. Ojo que aquí este mismo problema rojo lo tiene Rioja, en donde representa el 85% (similar al caso bordelés).

Uno de los problemas de Burdeos es el monopolio del vino tinto; de 700 millones de botellas, algo más de 600 millones son de tinto

Y vamos con otro, el Bordeaux Bashing. Sí, su crisis de percepción de calidad y marca recibe esta etiqueta, y es que cada vez más prescriptores, sumilleres, tiendas o bares de vinos omiten en su oferta y divulgación a Burdeos por sus connotaciones elitistas y anquilosadas en un contexto de competencia internacional inédito en la historia de la humanidad. Para qué vas a beber un Burdeos caro (o barato) si hay opciones como Piamonte, Galicia, Sudamérica o Centroeuropa mucho más divertidas.

Además, sus estructuras de negocio son asimétricas, y es que, si normalmente tu gama más cara es la más escasa en cuanto a producción, muchas de las grandes casas de Burdeos, al constituirse sobre su icono, lo hacen al contrario. Vaya, que Chateau Margaux es el vino más producido por esta bodega, siendo sus referencias más asequibles las de menor producción. Raro, ¿eh?

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Encima se van sumando más asuntos, como un estilo de vino muchas veces anacrónico, acopio de stocks o desconocimiento sobre su comprador. Además, el cambio climático está poniendo en jaque la idoneidad del merlot en Pomerol y Saint Emilion. En los Primeur, preventa con descuento, ya hay casos en los que está resultando más cara que a lo que acaban saliendo esas botellas al mercado… y podría seguir.

Pero bueno, como no todo puede ser catastrófico, pues vengo con alguna buena noticia, dado que la añada 2022 es histórica, por excelente y porque representa cierta consolidación de cambio hacia texturas más fluidas e inmediatos. Puede ser su punto de inflexión. Aprovechando que ha salido barata, es vuestro momento de comprar.

Chateau Lagrange, 2022, Saint Julien (60,62 euros)

Esta bodega histórica de irregular trayectoria lleva un par de décadas mejorando. Propiedad de la destilería japonesa Suntory desde 1983, es en 2013 cuando Matthieu Bordes, su enólogo, llega a director general y desde entonces han encontrado una senda a seguir que parece la correcta. Sin renunciar a su clasicismo, las texturas suaves de Lagrange y la longitud de su sabor le hacen una de las mejores opciones de todo Burdeos por menos de 100 euros.

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Château La Serre, 2022, Saint Emilion (65,52 euros)

Otro clásico de la región que, de un tiempo a esta parte, a pesar del dificilísimo contexto bordelés, está adquiriendo cierto culto. Es un ensamblaje de Merlot con Cabernet Franc cuya 2022 resulta especialmente ágil y sabrosa. Un tinto que, aunque vaya a mejorar con la guarda, ofrece un rendimiento inmediato. Perfecto para maridar las cercanas Navidades.

Domaine de Chevalier, Rouge, 2022, Pessac-Léognan (90,90 euros)

Domaine de Chevalier es una de las bodegas más valoradas por los expertos en Burdeos, son siempre vinos —blanco y tinto— que dan un gran nivel. Son elegantes, sobrios y muy fáciles de beber, sobre todo, esta añada en la que están en estado de gracia.

Château Palmer, Alter Ego, 2022, Margaux (106 euros)

Palmer es una de las pocas bodegas que parece que esta crisis no va con ella, ya que no dejan de adquirir prestigio y mantener precios, lo que ya es una anomalía en la región. Se entiende, en el sentido de que representan el más alto estándar de Margaux, dado que son una cumbre de estilo, aunque aquí vengo con Alter Ego, que es su vino “asequible” y que representa cierta variación estilística al ser un tinto más vibrante y frutal que su hermano mayor. Es un vino perfecto para vertebrar una sobremesa de esas de arreglar el mundo y acabar haciendo planes delirantes que más os vale no llevar a cabo.

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Château Lynch-Bages, 2022, Pauillac (154,48 euros)

Y cierro con uno de mis favoritos. Lynch-Bages es una bodega familiar de gente bien simpática, con muy buen nivel de castellano, que elaboran uno de los mejores tintos de todo Burdeos. Hace unos años, las bodegas de la cata del Barrio de la Estación (bodegas de Haro como Muga, La Rioja Alta SA o Gómez-Cruzado, entre otras) invitaron a una delegación bordelesa, entre la que se incluía Lynch-Bages. Como es inevitable ponernos a comparar, a pesar del nivelazo de las bodegas españolas, Lynch-Bages fue el mejor vino del evento. Esto no habla mal de nosotros, sino muy bien de esta bodega cuyo 2022 está para entrar a vivir. Una maravilla.

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