Nada se mueve en el banquillo del Bernabéu, y sin embargo ya circulan por ahí nombres y apellidos y propuestas.
Hay quien insinúa el retorno de Zidane, o así lo añora una buena parte de la parroquia, y hay quien incluso cita a Klopp. Sin embargo, cuestionadas por este diario, fuentes blancas dicen que nanay:
–Intocable no hay nadie, pero no se ha tanteado a ningún entrenador. Es falso.
Xabi Alonso se mantiene, aseguran las fuentes blancas, aunque las circunstancias no acompañan al técnico y los antecedentes, menos. Por estas mismas fechas, años atrás, habían caído Rafa Benítez (4 de enero del 2016) o Julen Lopetegui (21 de octubre del 2018), devorados entre Navidades, vapuleados por las crisis de juego y resultados.
Y ahora mismo, como en aquellos días, el Madrid es un flan.
Apenas ha ganado dos de sus últimos siete partidos, en un caos que incluye tres empates ante el Rayo, el Elche y el Girona y la desesperante derrota del otro domingo ante el Celta, amenizada por un fútbol apático en un primer tramo en el Bernabéu y encolerizado en el desenlace.
Atrapado en su propia telaraña, el equipo de Xabi Alonso terminaría mermado (Fran García y Álvaro Carreras fueron expulsados; también lo fue Endrick, fuera de sí en el banquillo), enfrentado al árbitro, quejicoso y debilitado en la línea defensiva, aún más de lo que ya estaba en la víspera: Éder Militão pasará cuatro meses fuera de juego, arruinado por una rotura en el bíceps femoral de la pierna izquierda que le ha llegado al tendón, y el técnico vasco tendrá que echar mano de la imaginación para formar una retaguardia con cara y ojos para este miércoles, cuando recibe al City de Guardiola en el Bernabéu (21h). Parece improbable que jueguen Huijsen y Camavinga, y desde luego no lo harán Carvajal, Alaba, Trent Alexander-Arnold ni Mendy.
Militão, con una grave rotura muscular en el bíceps femoral, desaparece de escena por cuatro meses
(Entre algodones, sí intervendrán Rüdiger, Valverde, Bellingham y Mbappé, aunque este lo hará mermado por una rotura en el dedo anular de la mano izquierda que ya había condicionado sus últimos minutos ante el Celta).
El panorama es tétrico para el Madrid, cuyo plan ha entrado en vía muerta. Se alumbran los visionarios y los augures. El conjunto de Xabi Alonso no juega a nada, más o menos lo mismo que pasaba en los últimos tiempos de Ancelotti, y los rivales le han pillado el truco.
Todos, y los más modestos también, entienden que basta con enredar el centro del campo, intensificar las ayudas defensivas, encerrarse atrás y esperar a los pésimos mecanismos de presión de Madrid.
Cuando atacan sin espacios, los blancos se ahogan, se desesperan y se empecinan. Vuelan los balones a la olla y Mbappé rema como puede. El francés ha marcado 25 de los 44 goles que suma el Madrid en este curso, pero ese dato dice demasiadas cosas y es un maná de información para cualquier adversario: tres hombres sobre el francés, ni un espacio a sus espaldas, y listos, pues el resto de atacantes blancos es inofensivo.
Cada partido es un esprint para el Madrid. En otros tiempos, los arreones finales le sacaban del hoyo. Ahora, les acogotan: si se maniata a Mbappé, dejan de funcionar Vinícius (su relación con Xabi Alonso es insana: el técnico ha acabado teniendo que darle la razón, incluyéndole a regañadientes en el once). Rodrygo y Bellingham tampoco traen soluciones.
Y mientras propone ejercicios de contemplación y autoanálisis a sus hombres, Xabi Alonso se vuelve, contempla su fondo de armario y ve que allí no hay mucho que rascar. En mala hora se perfilan las siluetas de Håland, Foden, Bernardo Silva y Savinho.


