Sabemos que Carlos Alcaraz y Jannik Sinner cabalgan por delante del resto de tenistas del circuito (entre los dos han ganado nueve de los últimos diez Grand Slams), pero el resto de tenistas no se resigna a su suerte y por eso busca soluciones y eventualmente, las encuentra.
Alex de Miñaur ya había probado cosas el otro lunes, en su cruce con Alcaraz: durante buena parte del primer set, el australiano le había complicado la vida al murciano, alargando los intercambios y provocando el fallo del murciano, y solo un par de deslices ya en el tie break le habían hecho entregar la primera manga, antes de rendir las armas definitivamente.
Durante un rato, el estadounidense pone a Alcaraz contra la cuerdas: llega a firmar catorce aces
¡Cómo le había costado a Alcaraz apuntarse ese partido!
Ahora, Taylor Fritz le exige más. Lo hace al apuntarse la primera manga y sembrar de dudas la mente de Alcaraz. Cada golpe es un Pulitzer o un sprint, ambos van con todo desde el inicio.
Fritz es la gran esperanza del tenis estadounidense (lo es él, como también lo es Ben Shelton), y presionado por su escuela e incluso por sí mismo, el gigantón estudia a Alcaraz, conversa con su equipo para aclararse las ideas y la estrategia y actúa en consecuencia.
Fritz considera que necesita tomar el control del punto, de todos los puntos, y por eso arriesga con el segundo saque y todo el tiempo se muestra agresivo, le pega siempre con el alma, busca el cuerpo de Alcaraz, le exige un intercambio más y por un rato enreda al murciano.
A Alcaraz no le entra el primer saque, no le corre la bola como en otras ocasiones, y Fritz advierte la deficiencia, avanza un paso en el segundo saque del murciano y ahí, sobre la línea, mantiene el tipo. También saca de maravillas: catorce aces. Una hora y once minutos dura el primer set.
Y cuando se lo apunta el estadounidense, Alcaraz se sienta en el diván. Para solucionar esto, ahora tiene que probar cosas.
–¡Busca el ritmo! –le dice Juan Carlos Ferrero.
–Por momentos, estaba tan cansado que no sabía qué hacer –confiesa luego Alcaraz.
Sin embargo, obedece a su entrenador: busca el ritmo.
Solo lo halla al cierre del segundo set, cuando el brazo de Fritz se encoge, y desde ahí, ya no puede. Alcaraz le pesa demasiado. Si el murciano, ya en semifinales, supera a Musetti, recuperará el liderato del circuito.

