Ryanair, ¿podemos viajar escondidos en la maleta?

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Iberia o Aena lo tienen claro: el futuro será abarrotado o no será

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Pasajeros en el aeropuerto de El Prat 

Marti Gelabert

El verano tiene sus propias reglas en lo que a vaciar y llenar espacios se refiere. Durante este tiempo, las grandes ciudades se quedan en los huesos demográficos para desperdigarse en derredor, al tiempo que se produce un abarrotamiento generalizado de pueblos, playas y montañas --solo Madrid o Barcelona dan para llenar muchos lugares--. Los urbanitas no solo vivimos apretados, sino que acarreamos nuestras apreturas allá donde vamos. Damos para llenar resorts, senderos, centros de interpretación y caminos de Santiago. Allí donde haya un reclamo local, un paraje instagrameable o un destino pintoresco, iremos prestos a llenarlo, a perturbarlo y a dejar un buen dinero.

¿A qué viene todo esto? El verano es el momento para llenar espacios, también empresariales. “Lleno” es la palabra que más importa en el ámbito económico, trátese de un hotel, de un festival o del depósito del coche. Para intriga de muchos economistas, el deseo de gastar dinero en vacaciones se halla este año en niveles récord, incluso por encima de los del desconfinamiento, de modo que seguimos dispuestos a llenarlo todo. El turismo no afloja pese a la previsible ralentización de visitantes extranjeros y a las torturantes subidas de precios. E incluso las protestas turismofóbicas parecen perder fuelle.

La aviación está muy familiariza con esta necesidad de llenar. Un ejemplo está en el aeropuerto de El Prat, que ha llegado al tope de sus posibilidades, al umbral del éxito. Ya no caben más aviones en este frasco aeroportuario. De ahí la ampliación por 3.200 millones, pendiente del visto bueno de Bruselas, que servirá para desencorsetar sus conexiones internacionales, limitadas por la escasa longitud de la tercera pista, la que está junto al mar.

Maite Gutiérrez y Antonio Cerrillo han escrito largo y tendido estos días sobre esta ampliación. Aquí la propuesta al detalle. Aquí la buena acogida de los empresarios, como los de Foment. Aquí un repaso al conflicto de fondo en torno a la prolongación de la pista de la discordia. Aquí el asunto de cómo financiará Aena la obra. Aquí la carrera contrarreloj de El Prat para competir con los hubs europeos. Aquí una comparación con Barajas. Y aquí el temor de las aerolíneas a perder mercado con la entrada de nuevos competidores.

Una consideración general: entre el 2004 y el 2024, el tráfico de pasajeros en los aeropuertos españoles ha pasado de 165 millones a más de 330 millones. El de Barcelona ha tocado ya su tope técnico de 55 millones de pasajeros al año, y de ahí la expectación en torno a una ampliación que genera tanto entusiasmo empresarial como suspicacias ambientales.

El ceo de Iberia, Marco Sansavini

El ceo de Iberia, Marco Sansavini

 EP

Mientras, otro envase, el aeropuerto de Barajas, se ensancha sin límites. No solo por sus holgadas condiciones geográficas, sino también por la condición capitalina de Madrid, la ausencia de obstáculos administrativos y la gran apuesta que Iberia acaba de anunciar. A los 2.400 millones de la ampliación en marcha de Aena en Barajas se suma esta semana el nuevo plan de inversión de Iberia por 6.000 millones, dedicado sobre todo a comprar aviones de largo radio y levantar allí cerca la nueva Ciudad Iberia.

¿Encontrará El Prat una gran aerolínea que justifique su ampliación? Iberia se ha borrado de la lista. Cederá los honores a otra aerolínea de IAG, la low cost barcelonesa Level, cuyo retén de aviones es famélico si se compara con el de Iberia. IAG se cuidó ayer, durante su junta de accionistas, de no dar demasiadas pistas sobre los planes de Level.

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Otra de las noticias de los últimos días también tiene que ver con las estrecheces. Como cuenta aquí Anna Buj, los ministros europeos de Transporte de la UE se han pronunciado sobre la más cruenta de las disputas a la hora de embarcar en un avión: el tamaño de la maleta. Es aún una propuesta de reglamento, pero si sale adelante solo se garantizará la gratuidad de un bolso de mano de 40x30x15 centímetros, poca cosa. A partir de estas medidas, el coste queda al antojo de la aerolínea.

Si hay una empresa doctorada en la relación entre el contenido y el continente, esa es Ryanair, que es por cierto la aerolínea que más pasajeros mueve en España. No es fácil establecer el límite arbitrario para el cobro de un trolley (deberían cobrar por usar la palabra trolley), cuestión que en el dogma religioso habría dado para cismas y anatemas, y que ahora se resuelve en los despachos europeos.

FILE PHOTO: Ryanair Chief Executive Michael O'Leary speaks during a Reuters Newsmaker event in London, Britain October 1, 2019. REUTERS/Peter Nicholls/File Photo

Michael O'Leary dirige Ryanair 

Reuters

El conflicto de la maleta de mano es uno de los dos que entretiene a Ryanair en España. Lo ha hecho en forma de la sanción de Consumo de 179 millones de euros tanto a la aerolínea irlandesa como a easyJet, Volotea o Vueling. O'Leary no perdió ocasión de calificar de "loco comunista" al ministro Bustinduy ni de proclamar una batalla judicial europea ni de vaticinar subidas en el precio de los billetes por culpa de la multa. El Trump de las aerolíneas, como lo define Maite Gutiérrez.

El otro frente abierto es con Aena y se refiere a la forma de llenar en este caso un recipiente medio vacío, el de los aeropuertos regionales. Ryanair se ha retirado de algunos y reducido su operativa en otros tras lanzar acusaciones al gestor aeroportuario, a quien pide condiciones más ventajosas (esta vez sí halló una contestación contundente en su presidente, Maurici Lucena). El consejero delegado de Ryanair, Eddie Wilson, se comportó como un auténtico experto en sensibilidad regional al darle a Aena donde duele: “Hagamos que las comunidades autónomas se ocupen de la gestión de los aeropuertos”, dijo.

En fin, el verano es una excelente oportunidad para practicar el abarrotamiento, que tiene su tradición y nos conecta con el Barroco. Sí, con el Barroco. Como en los retablos de iglesia, nos sentimos abigarrados, constreñidos, limitados en nuestra movilidad, obligados a contorsionarnos con escorzos, a enroscarnos como columnas salomónicas. El mundo globalizado también parece haber encogido desde la llegada de Trump y la reclusión de las economías en sus propios perímetros.

Existe a todo esto una técnica de contorsionismo llamada box-act con la que introducirse en una caja de menos de un metro de lado. Para ello, se necesita no solo flexibilidad, sino un juego de giros de muñeca, codos y piernas para que el cuerpo se pliegue ingeniosamente como una de esas mesitas de camping portátiles.

En su libro La cultura del Barroco, José Antonio Maravall describe bien la cosmovisión del siglo XVII, marcada por la hostilidad en un mundo lleno de abusos y dificultades. “Todos vivimos en asechanza los unos de los otros”, es una de las frases citadas. Nuestra época no es esencialmente barroca, pero sí lo es el sentimiento con el que los turistas se miran entre sí en una playa abarrotada, identificando enemigos ante la escasez de arena en la que plantar la sombrilla. Son escenas para el Barroco y para sus contorsionismos. El Prat y los aviones van llenos, qué se le va hacer. Ahora que llega el verano, ejerzamos nuestra esencia de contorsionistas en un mundo en constante cambio. Contorsionistas que intentan adaptarse a un guion de vida, contorsionistas que adaptan su discurso a las exigencias de un partido, contorsionistas que se retuercen para llegar a fin de mes, contorsionistas que doblan, pliegan y apilan los enseres para caber en una habitación alquilada a precio de oro, contorsionistas que cuidan de niños y mayores. Tanto contorsionismo nos habilita, llegado el caso, a viajar escondidos en una maleta.


Otras noticias de la semana

Pablo Isla, durante un evento

Pablo Isla 

Gustavo Valiente / EP

· Pablo Isla será el nuevo presidente de Nestlé. El expresidente de Inditex asumirá la presidencia del gigante de la alimentación Nestlé a partir de 2026. La multinacional suiza confía en él para relevar a Paul Bulcke, una figura histórica dentro del conglomerado empresarial con más de 50 años de experiencias en sus filas, informa Gabriel Trindade.

· Luca de Meo deja Renault. El directivo italiano abandonará la dirección de la marca francesa cinco años después de llegar proveniente de Seat. Abandona también el sector del automóvil para convertirse en el consejero delegado del grupo de lujo Kering, tras la salida de François-Henri Pinault.

· La Caixa dedicará 4.000 millones a obra social. Lo hará hasta el 2030, según el Plan Estratégico 2025-2030 presentado esta semana. El objetivo es “impulsar la transformación social” con la ampliación de “su radio de acción para responder a los nuevos retos sociales”, informa Eduardo Magallón.

· El BBVA lanza una advertencia al Gobierno. El BBVA tiene una interpretación de la ley de Defensa de la Competencia en la que cualquier condición que le imponga al banco el Consejo de Ministros la semana que viene en su opa por el Sabadell puede activar el frente jurídico, por pequeño que sea el cambio. Entiende que la ley solo permite mantener o suavizar las condiciones de la CNMC. Es una advertencia en toda regla al Gobierno a pocos días de que se resuelva el frente más sensible para la opa, que es el político.

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