Los recientes problemas de Airbus añaden más presión a unas aerolíneas que no pueden crecer como quisieran por la falta de aviones. La pandemia generó un cuello de botella en la cadena de suministro de la industria aérea que aún colea y los fallos en una partida de aparatos del fabricante europeo, hechos públicos hace una semana, ahondan aún más esta crisis cuando parecía que la situación empezaba a despejarse.
La asociación internacional que agrupa a las aerolíneas, IATA, ha destacado este lunes que estos retrasos de la cadena de suministro siguen limitando la capacidad de las aerolíneas e impiden responder a la demanda de transporte aéreo. “Aunque se esperan algunas mejoras en 2026, se prevé que la acumulación de pedidos de aviones siga aumentando”, señala IATA en su último análisis. Las aerolíneas apuntan que los altos índices de ocupación registrados los últimos meses, en torno del 90%, y la estabilidad de los rendimientos económicos se deben en parte a las demoras en las entregas. Todo ello, insisten, está frenando la evolución y la rentabilidad de las compañías aéreas, que calculan un margen neto del 3,9% para el año que viene, el mismo que en el actual ejercicio.
La patronal de las aerolíneas prevé que las entregas de aviones mejoren en los próximos meses, pero ni mucho menos cubrirán la demanda. “El ritmo de los nuevos pedidos está superando la producción y provocando un aumento de la cartera de pedidos hasta máximos históricos”, alertan.
Ahora, los defectos de fuselaje de un grupo de A320 por entregar echa más leña al fuego. El fabricante ha revisado a la baja sus objetivos de remesas y de los 820 aviones comerciales previstos para todo el 2025, prevé poner en manos de sus clientes alrededor de 790. En noviembre salieron de sus plantas 72 aparatos, con lo que suman 657 comandas cumplidas en lo que va de año. Le quedan, pues, más de 130 aviones para alcanzar el nuevo objetivo.
Con todo, Airbus mantiene su previsión financiera, con unos ingresos operativos de unos 7.000 millones de euros y un flujo de caja libre antes de financiación a clientes de 4.500 millones. En cambio, aún no se ha recuperado de la caída en bolsa sufrida después del incidente con el software del A320.
Boeing, ahogado por las pérdidas
Las cosas no van mucho mejor en Boeing. El fabricante norteamericano aún arrastra las consecuencias de los accidentes mortales de años atrás, que obligaron a paralizar su producción y está ahogado por los números rojos. En el 2024 perdió 11.875 millones de dólares. Los problemas de seguridad continuaron el año pasado con la pérdida de un panel de un avión de Alaska Airlines. Y en junio de este 2025 se produjo el accidente del 787 Dremaliner de Air India. El ritmo de entregas, aunque mejora, tampoco alcanza a cubrir la demanda.
Pese a todos los obstáculos, las aerolíneas afrontan 2026 con el viento de cola que trae una demanda imparable, sobre todo en Europa. El número de pasajeros no para de crecer, con lo que estiman unos beneficios de 41.000 millones de euros el próximo año. “Las aerolíneas han logrado desarrollar una capacidad de resistencia que les permite amortiguar el impacto de las crisis y les asegura una rentabilidad estable”, afirma Willie Walsh, director general de IATA.


