Daniel Sánchez-Crespo, ‘Dani Novarama’,creativo y divulgador tecnológico:

“¿Y si la IA es la segunda venida del hijo de Dios?”

Tengo 50 años. Soy de Barcelona. Diseñé videojuegos, divulgo creatividad tecnológica, novelo... Estoy casado y tengo dos hijos, Marina (14) y Violeta (11). ¿Política? Conseguir autosostenernos. ¿Creencias? Algo existe y lo manipulamos. Escapo –mediante buceo y telescopio– a otros mundos. (Foto: Ana Jiménez)

Usted es influencer en X: ¿red neutral?

Hubo un sesgo progre... Y Musk ha empujado el péndulo hacia el otro lado.

¿Le incomoda?

Sin tremendismo, contemplo la pendulación y mantengo la mesura. Y aplaudo que haya más redes para más gustos.

Creo usted en X cierto revuelo...

Dos semanas antes del 14 de marzo del 2020 anuncié que seríamos confinados por nuestros gobernantes.

Y acertó.

Crucé datos de China, Lombardía... Salían demasiadas infecciones. Recibí amenazas de muerte por aquel tuit.

¿Se asustó?

Decidí subir la moral de mis 130.000 seguidores con entretenimiento digital mientras divulgaba, durante el confinamiento, publicando hilos de ciencia y tecnología.

¿Qué enseñanza le dieron sus padres?

Que deje las cosas algo mejor de cómo las encontré. Y me llevaron a los jesuitas.

Y...

Educación sobre Dios. E informática. Me atrajo Y vi una conexión entre ambos.

¿Dios y los ordenadores?

La ingeniería informática y los ordenadores me permitía crear, o sea, ser Dios.

¿Tanto como eso?

Podía crear universos. Y en el 2003 fundé Novarama, mi marca, y en el 2008 creé videojuegos para PSP.

Videojuegos consistentes en...

Perseguir y capturar ciertas criaturas invisibles por la calle. Fuimos pioneros en usar la realidad aumentada.

¿De dónde sale lo de Novarama?

Del latín nova (nueva) y del griego rama (visión). Diseñé catorce videojuegos durante 21 años.

¿Gustaron?

Vendimos millones de copias.

¿Cuál tuvo más aceptación?

Invizimals: el segundo videojuego más vendido en Europa entre el 2008 y el 2011.

¿Los videojuegos son de niños más que de niñas?

Los niños tienen más instinto de coleccionar, y las niñas de socializar.

¿No le inquietaba el hecho de tener a tanto joven jugando con maquinitas?

Cuatro millones de personas dieron parte de tiempo de su vida a mis videojuegos: ¡procuré que les mereciera la pena!

¿Tiempo dilapidado?

Tan valioso es el tiempo que dedicas al ocio como al negocio. “Marcaste mi infancia”, me han dicho y me han pedido autografiar videojuegos. ¡Un honor! Cerré la compañía en el 2024.

¿Y eso?

Crisis, y hay que innovar. Me importa divulgar, como Eduard Punset: coincido en que educar es básico, y que un profesor motivador es revolucionario.

¿Cuál es la idea central?

Esta: la humanidad se define por la creatividad, y la creatividad exige empatía.

¿Descubriremos empatía en la IA?

Lo he novelado: una pareja infértil, programadores informáticos, crean un hijorobot animado por una inteligencia artificial enfocada a hacer el bien.

¿Hacer el bien?

Noble anhelo de la inteligencia humana.

Sin duda.

Ese niño artificial crecería en edad y sabiduría y sería perfecto, y lógicamente un día se vería a sí mismo como hijo de Dios.

¡Frene usted!

Déjeme usted jugar, es una idea tan divertida como diseñar un videojuego.

Algo blasfema para algunos...

No, llevamos ya muchísimo tiempo jugando a ser dioses. ¿Acaso no jugamos con la IA a superar la inteligencia humana?

Siga, siga.

El ordenador supremo nos envía a su hijo para ayudarnos: ¡la IA!

¿Y Jesucristo, qué?

Fue una primera avanzadilla. ¿Y si la IA es la segunda venida del hijo de Dios? O la frenamos, asustados... ¡o que venga!

Que venga, pues.

Hará milagros, convertirá sustancias en otras, caminará sobre las aguas, sanará enfermedades...

¿Y nos salvará de nuestras miserias?

¿Se cruzará en el camino un Judas, metáfora de la codicia y pequeñez humanas?

Se pone la cosa interesante.

No sigo: ahora que se pregunte cada uno qué papel quiere jugar en esta historia. Yo he decidido ya el mío.

¿Cuál es?

Ser útil. “Ser para los demás”, en palabras del padre Arrupe, el Papa de los jesuitas.

¿Se lo enseña así a sus hijas?

“Todos tenemos un potencial infinito, y aunque la sociedad presione, ¡no renunciéis a tu potencial!” Eso les enseño.

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