El sueño de los cetáceos
Empresas con propósito, instituciones, emprendedores de la sostenibilidad y comunidad científica, impulsados por la marca Isdin, han creado la Bluewave Alliance, que ha concedido a Olivia Mandle el premio Rising Blue Voice Award, que reconoce a la juventud comprometida con el futuro del planeta. Olivia Mandle lo tiene claro desde muy chiquita y se implicó, no dudó, no se dijo “¡y yo qué voy a hacer!”. Hoy colabora con organizaciones centradas en el bienestar del planeta en muchos lugares del mundo. Su sueño, tras estudiar la carrera de Biología y hacer un curso de cinematografía, es lanzarse a los océanos para estudiar los cetáceos en libertad y seguir comunicando las maravillas que tenemos en los océanos y por qué vale la pena protegerlos. “Y desde pequeña sueño con abrir un santuario marino en las costas del Mediterráneo”.
Desde niña he pasado muchas horas observando cualquier alga o pececillo.
Ese amor no ha dejado de crecer.
Al ver que se estaban ahogando en plástico, empecé a luchar.
A los 12 años.
Inventé la Jelly Cleaner, un utensilio casero hecho con botellas de plástico recicladas y unas medias de ballet que permite recoger microplásticos de la superficie marina.
¿Funcionó?
Sí, en media hora saqué dos bolas de microplástico, y pensé que era una herramienta perfecta para concienciar.
¿Cómo?
Hago talleres en las escuelas, fabrico la Jelly Cleaner con ellos y nos vamos a probarlas, y luego esos niños, cuando se van de vacaciones al mar, se lo enseñan a otros niños, y pasan el verano recogiendo microplásticos. Eso me da una fuerza inmensa.
Ha ampliado su causa.
Cuando tenía 5 años, el colegio me llevó a ver un espectáculo de delfines al zoo. Fue fabuloso, pero salí con un nudo en el estómago porque siempre los había visto en documentales en libertad y en grandes manadas.
Una niña que pensaba por su cuenta.
Cuando llegué a casa, les pregunté a mis padres si esos delfines después del espectáculo se iban a su casa como yo. Me explicaron la realidad del cautiverio y juré que cuando fuera mayor lucharía por ellos.
No tardó mucho.
En el 2020 leí la noticia de que la matriarca de los delfines del zoo se había muerto y decidí que ese era el momento de actuar: lancé mi primera campaña pidiendo al Ayuntamiento y al zoo que trasladaran los delfines que quedaban a un santuario marino.
¿Qué edad tenía?
Trece años. Fracasé, los delfines se trasladaron al zoo de Atenas; esa decepción me llevó a mi actual campaña, #NoEsPaísParaDelfines, que pide al Gobierno español una ley para el cierre programado de delfinarios.
El mundo está lleno.
España es la mayor cárcel de delfines de toda Europa y el sexto país mundial.
¿Hasta dónde ha llegado su voz?
Tenemos 160.000 firmas entregadas al Congreso de los Diputados, con científicos de renombre internacional que lo suscriben. Me gustaría que creara un precedente a escala global, este negocio se tiene que acabar.
Dio su primera charla TEDx con 13 años.
No me lo podía creer porque en casa veíamos muchas. Me dio mucha esperanza que quisieran escucharme.
Y la segunda, con 15 años.
Quería que las personas firmaran mi campaña e incitarles a que actuaran: una pequeña acción puede llegar a marcar una gran diferencia. Solos no vamos a poder conseguir mucho, pero si nos unimos para intentar salvar nuestro hogar, tendremos impacto.
Es usted la embajadora más joven del Pacto Europeo por el Clima.
Hace ya algunos años que formo parte de esta gran familia. He conocido a personas impresionantes y he viajado con ellos para hacer actividades y plantar mi semillita.
¿Qué les pasa a los delfines en cautividad?
Viven en una tacita, comparado con el mar; son animales que se comunican a través de cientos de sonidos y clics que se expanden kilómetros, pero en un tanque de cemento el sonido rebota y crea un efecto de eco que les produce dolor, así que dejan de comunicarse entre ellos. Muchos se deprimen.
¿Ha recibido usted muchas críticas?
Los delfinarios son un negocio que mueve mucho dinero, y uno de los grandes retos ha sido enfrentarme a este lobby. Sus excusas son la educación, la ciencia y la conservación, pero nada de esto se sustenta porque no es educativo ver a un animal haciendo cosas que en el mar no haría.
Cierto.
¿Y cómo lo vas a estudiar si no es en su hábitat? Y actualmente no están en peligro de extinción. Poco a poco, con datos científicos en la mano, podemos cambiar las cosas.
¿A los 15 años escribió un libro?
Su título, Sí es cosa tuya , es la respuesta que doy a la gente joven cuando me dicen “¡pero qué voy a hacer yo, son los gobiernos los que deben cambiar las leyes!”. Y propongo acciones muy sencillas que todos podemos hacer.
¿Qué cosas podemos hacer?
Desde decir no al plástico de un solo uso, no usar pajitas de usar y tirar, reducir el consumo de carne, de agua, reducir la compra de ropa y pedir un cambio frente al planeta.
¿De dónde le viene esta conciencia?
De mis padres, que nos han transmitido el respeto, la conciencia y la implicación.
¿Ha nadado con delfines?
Sí, y con ballenas piloto: de repente, una cría de ballena se me puso delante y empezó a vocalizar, ¡a hablar! ¿Se imagina que algún día podamos entenderlas? Cuando las miras a los ojos, ves su inteligencia y su felicidad.
