Philip Ball,físico, químico, premio Kelvin; fue editor de ‘Nature’ durante 20 años:

“El reto no está en alargar la vida, sino en alargar la vida con calidad”

Tengo 63 años y sobrevivo al cáncer: más que la ingeniería genética, me salvó tener un buen diagnóstico y un robot cirujano. Nací en la isla de Wight y nací para la música, a la que dedicaría mi vida si volviera a nacer. Soy flamante premio Nat de divulgación científica del Museu de Ciències Naturals de Barcelona. (Foto: Nacho Vera)

Altman ha creado ChatGPT y diseña los genes de su bebé.

Es la última locura de los ultrarricos de Silicon Valley: diseñar genéticamente a su descendencia para que sean superdotados como creen serlo ellos.

¿La ciencia disponible lo permite?

La ciencia también es ideología y política. Y la eugenesia, la búsqueda de la descendencia perfecta, fue un sueño nazi imposible de convertir en realidad. Hoy tampoco es posible. Y menos mal.

¿No podemos evitar algunas enfermedades hereditarias editando genes?

Es una posibilidad aun muy limitada. Podemos detectar la fibrosis cística, por ejemplo, en un embrión humano, porque es una sola mutación en un gen y editarlo, pero no estamos seguros de su evolución posterior, así que es más fácil seleccionar un embrión que no la tenga y que sea el bebé elegido.

¿Y editar a mi bebé para que no sufra obesidad, cardiopatías, diabetes...?

Son dolencias en las que hay muchos genes implicados de forma compleja. No es nada fácil. Y por mucho que lo pretenda Altman, todavía es más difícil seleccionar genéticamente un embrión para que tenga un super coeficiente intelectual.

Lee también

¿Por qué?

Porque puedes elegir un determinado embrión por su combinación de cientos de miles de sus genes que crees que le harían formar parte del 20% con más posibilidades de tener un coeficiente intelectual alto, pero ahí acaba la predicción. No se puede ir más lejos y eso no da ninguna ventaja real ale elegido respecto a cualquier otro bebé.

¿Se llegará más lejos en la eugenesia?

Lo preocupante es que al intentar seleccionar una genética por una característica deseada también puedes seleccionar sin querer una indeseable: mayor predisposición al cáncer, por ejemplo.

El otro sueño de los ultrarricos es serlo durante siglos: vivir para siempre jóvenes.

En eso hay posibilidades, pero también límites. Todos tenemos ya esperanzas de vida muy superiores a las de nuestros abuelos que ellos no tuvieron respecto a los suyos.

Es fácil acostumbrarse a las ventajas.

Hemos aumentado la esperanza de vida enormemente en apenas 50 años, pero no tanto la calidad de vida. Y las estadísticas son más precisas al medir los años que al cuantificar si vale la pena vivirlos.

Pero hoy podemos decidir si los vivimos.

Pero no su calidad. Los científicos coinciden en que es más fácil alargar la vida que los años en que la vivimos con calidad.

España es puntera en alargar la vida, pero mediocre en mejorar su calidad.

Lo ideal sería vivir con calidad casi toda esa esperanza de vida que hemos ganado y que se degradara solo al final, pero eso exige también mejorar los servicios de un país.

El progreso de la humanidad consiste en ampliar su capacidad de decidir.

Se citan los 120 años como límite de la especie, pero esa decisión de vivir 120 años no sería una decisión individual.

¿Por qué no?

Porque esforzarse de forma coordinada para que esos años de más que podrías vivir hasta 120 valgan la pena ser vividos es una decisión colectiva. Y requiere gestión común: nadie vivirá con calidad tantos años por mucho dinero que tenga si su comunidad no ha logrado tener antes una sanidad, unos servicios públicos y pensiones que la hagan posible. Sin ellos, solo es sobrevivir.

¿Y si se paga unos órganos trasplantados nuevos como decían Putin y Xi Jinping?

Hay ciencia detrás de esas especulaciones. Podríamos cultivar células madre hasta lograr órganos, pero hay límites...

Nos resignaremos a escucharlos.

De nuevo: ¿valdría la pena vivir la vida con la mínima calidad que proporcionarían esos órganos?

¿Por qué tendría que ser tan mala?

Porque lo sería. Hoy por hoy es imposible que esos órganos así trasplantados te permitieran algo más que sobrevivir para luchar contra las enfermedades neurodegenerativas y cáncer que sobrevendrían.

¿Cuándo será posible mejorarlos?

No sabemos cuánto puede llegar a vivir un ser humano, ni cuándo conseguiríamos que esa vida prolongada valiera la pena con el organismo en condiciones. Es mucho más fácil lograr que todos los humanos tuvieran una vida sana con la longevidad actual.

¿Ese es un apunte ético?

Creo que demasiada inversión se está focalizando en aumentar la esperanza de vida de los ultrarricos a nivel genético cuando podríamos centrarnos en usar la IA para curar enfermedades.

¿Por ejemplo?

Soy optimista en usar la IA a nivel del sistema inmunológico, como las inmunoterapias para el cáncer, y en la regeneración con cultivos celulares de tejidos.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...