Personas expertas en sinhogarismo convocadas hoy por la fundación Assís en Barcelona cuando se cumplen 20 años del crimen de Rosario Endrinal, quemada viva por tres jóvenes en un cajero de Sarrià-Sant Gervasi la madrugada del 16 de diciembre del 2005, alertan de que las conductas de odio hacia ciudadanos que duermen al raso persisten y siguen al alza. “Las mujeres viven más situaciones de aporofobia que los hombres; un 52% de las que acompañamos nos dicen que la han sufrido”, detalla Elena Sala, directora del área Social de Assís y una de las participantes en la mesa redonda junto con Lidia Pitarch, sargenta de la Guardia Urbana y doctora en Derecho Global y Seguridad Humana, y Albert Sales, coordinador de Derechos Sociales y Políticas Públicas del Institut Metròpoli.
“La aporofobia es una violencia aún invisible e infravalorada; en el 60% de los casos las mujeres la padecen a plena luz del día”, subraya Sala. Assís quiere mantener viva la memoria de Rosario Endrinal, cuyo asesinato evidencia la dimensión del odio hacia personas sin techo. La Fiscalía de Barcelona indica que los delitos de aporofobia han aumentado en los últimos dos años y que el perfil de sus autores responde al de jóvenes que no han cumplido los 30 años y menores de edad, según Europa Press. Un reciente informe del Ministerio del Interior indica que los delitos de odio por aporofobia se incrementaron en un 33,3% en el 2024 en relación al año anterior.
El 52% de las mujeres encuestadas por Assís responden que han sufrido aporofobia, subraya Elena Sala
Lidia Pitarch recuerda que hasta el 2021 no se modificó el Código Penal para incorporar la aporofobia, neologismo acuñado por la filósofa Adela Cortina para referirse al rechazo, aversión y desprecio hacia el pobre, como circunstancia agravante. La sargenta de la Guardia Urbana recordó varios casos y sentencias por agresiones a personas sin techo, como la del Tribunal Supremo que, en el 2022, estimó un recurso de la Fiscalía y prohibió a un youtuber subir vídeos a esta plataforma durante cinco años por dar galletas con pasta de dientes a un indigente para humillarlo. La sentencia mantuvo la condena a 15 meses de prisión del acusado por un delito contra la integridad moral, así como la obligación de indemnizar a la víctima en 20.000 euros por daños morales. También ha evidenciado la violencia y trato vejatorio infligidos a las personas a la intemperie con el caso de un hombre que al no conseguir sacar dinero de un cajero en la calle Pau Claris de Barcelona escupió, propinó patadas y dio puñetazos en la cara a una mujer que pernoctaba en la calle. Ella acabó con una fractura del radio izquierdo y contusión ocular. El agresor fue condenado por un delito de lesiones y otro contra la integridad moral a un total de dos años de prisión, en el 2017.
Albert Sales, que ha reiterado la falta de datos sobre sinhogarismo, apuntó que la gran mayoría de los ciudadanos en esta situación son migrantes sin documentación, lo que “hace más difícil denunciar; cada vez hay más personas sin derechos porque no se pueden regularizar”.




