Cuando alguien te promete el cielo antes de conocerte bien, puede sonar tentador. Pero según la especialista en apego ansioso Cata Pelay, esa urgencia emocional muchas veces no tiene nada que ver con el amor. En uno de sus vídeos de TikTok (@catapelay1), la divulgadora analiza con claridad una dinámica que muchas personas romantizan al inicio de una relación: la intensidad súbita como supuesto compromiso. Para ella, que alguien declare que quiere pasar el resto de su vida contigo tras apenas unos encuentros no es una buena señal. Es, de hecho, una gran bandera roja.
Aunque el discurso suene bonito y se disfrace de entrega, el problema —según Cata— es que esa persona no te conoce lo suficiente como para saber si le gustas de verdad. “Lo que busca no eres tú, sino la emoción que proyecta. El vértigo, la intensidad, el sentimiento de enamoramiento, pero no la relación real”, explica. Y cuando eso ocurre, es habitual que tras unas pocas citas, o en cuanto la cosa se estabiliza mínimamente, la misma persona que lo quería todo pierda el interés o directamente desaparezca.
En su mensaje, Cata pone el foco en cómo esa prisa disfrazada de compromiso puede confundir especialmente a quienes anhelan un vínculo estable. “A veces deseamos tanto que alguien nos elija, que dejamos pasar señales claras de inmadurez emocional o de indisponibilidad afectiva”, sugiere. Según su enfoque, ese tipo de intensidad inicial no habla de conexión auténtica, sino de idealización, de hambre emocional no resuelta, y de una urgencia por llenar un vacío, no por compartir una vida.
Para evitar caer en estos patrones, la experta recomienda no dejarse llevar por la velocidad ni por los discursos inflados, por muy tentadores que parezcan. “Lo que sube muy rápido también baja muy rápido”, recuerda. Y ese descenso abrupto no solo deja confusión: también puede generar heridas si una parte se queda enganchada al vínculo mientras la otra ya se ha desconectado por completo.
Por eso, su consejo es claro: tómate tu tiempo. Escucha, observa y no confundas intensidad con intimidad. Una relación sana no se construye en base a promesas urgentes, sino con presencia real, conocimiento mutuo y constancia. Porque el amor, cuando es de verdad, no necesita correr: sabe quedarse.