¿Eres de los que rebañan el aceite del atún con pan? Pues este dato te va a cambiar la vida. Blanca Gómez, psiconeuroinmunóloga y divulgadora de salud, ha lanzado un aviso claro en sus redes sociales: el aceite de las conservas no es tan inocente como parece. De hecho, es el lugar donde se acumulan la mayor parte de los metales pesados presentes en el pescado, como el mercurio, el cadmio o el plomo.
“Durante años he hablado de qué pescados son más seguros a nivel de metales pesados... pero no había caído en esto: los metales pesados se disuelven en la grasa”, explica Blanca en su vídeo de Instagram.
Y eso significa una cosa clara: cuando aprovechamos el aceite del atún, las sardinas o la caballa en conserva —da igual si es aceite de oliva virgen extra, ecológico o melva—, estamos ingiriendo una mayor concentración de esos metales tóxicos.
“Muy a mi pesar, ciao a este aceitito”, admite la experta, reconociendo que ella misma era de las que lo reaprovechaba sin pensarlo dos veces.
Los metales pesados del pescado se disuelven en la grasa. Ese aceite de la conserva es como un concentrado de tóxicos”
El problema no es solo lo que comemos, sino cómo se comportan esos tóxicos en nuestro organismo. Los metales pesados son bioacumulables, es decir, no se eliminan fácilmente. Pueden quedarse almacenados en tejidos como el cerebro, los riñones o el hígado, y estar relacionados con alteraciones neurológicas, inmunitarias y hormonales si la exposición es continua.
Mercurio, plomo y cadmio
No es el aceite, es lo que arrastra
Blanca aclara que el problema no es el aceite en sí, sino su capacidad para actuar como vehículo de estas sustancias. La grasa funciona como una esponja: atrapa los metales liposolubles presentes en el pescado.
“Ese aceite del atún que reaprovechamos con tanto gusto… está concentrado en metales pesados. Ya sé, duele, pero desde hoy, mejor al cubo de la basura. Tu salud lo va a agradecer”, sentencia.
La recomendación es sencilla pero contundente: no aprovechar el aceite de las conservas para cocinar ni para acompañar otros platos. Lo ideal es escurrir bien el pescado y desechar ese aceite de manera responsable, llevándolo al contenedor de reciclaje de aceites usados, nunca por el fregadero.
Eso sí, Blanca subraya que el pescado en conserva sigue siendo una opción válida dentro de una alimentación saludable, especialmente si escogemos especies pequeñas como las sardinas, que acumulan menos mercurio que los grandes depredadores marinos.