Masticar hielo es más común de lo que parece. Muchas personas lo hacen a diario sin ser conscientes de los riesgos que conlleva, creyendo que es una forma inofensiva de refrescarse o simplemente una costumbre sin mayor importancia. Sin embargo, este gesto puede tener consecuencias serias para la salud bucal.
El odontólogo Arturo Arciniega, especialista en salud dental, ha advertido en sus redes sociales sobre los peligros de esta práctica. “Masticar hielo puede provocar grietas en el esmalte dental, lo que aumenta la sensibilidad al frío o al calor y puede incluso causar fracturas”, explica.

Muchas personas lmastican hielo a diario sin ser conscientes de los riesgos que conlleva
Además, Arciniega añade que cuando el esmalte se daña, la dentina, una capa más blanda situada justo debajo, queda expuesta. Esta vulnerabilidad facilita la entrada de bacterias, lo que incrementa el riesgo de caries profundas e infecciones.
Si un diente se rompe o se fractura, las bacterias pueden penetrar en la capa más blanda del diente, la dentina, y provocar la formación de caries
El problema no se limita solo a los dientes. Según el dentista, las encías también pueden verse afectadas, especialmente si el hielo se mastica con frecuencia o con fuerza. Pueden aparecer pequeñas heridas que, aunque pasen desapercibidas, tienden a inflamarse o infectarse, sobre todo en personas con encías sensibles.
Existen distintas formas de consumir hielo, algunas más agresivas que otras. Masticar cubitos enteros es la más perjudicial, mientras que el hielo picado o triturado, aunque menos dañino, también puede erosionar los dientes con el tiempo. Incluso el hábito aparentemente inofensivo de morder los restos de hielo al final de una bebida puede volverse problemático si se repite con regularidad.
Más allá del hábito ocasional, en algunos casos el impulso de masticar hielo puede estar relacionado con causas médicas. Esta conducta, conocida como pagofagia, se asocia con frecuencia a una deficiencia de hierro y puede ser un síntoma habitual de anemia. También puede vincularse a cuadros de ansiedad o a la necesidad de aliviar la sequedad bucal. Por ello, el Dr. Arciniega recomienda que las personas que sienten una necesidad constante de morder hielo consulten a un especialista, quien podrá evaluar si existe alguna condición subyacente y orientar el tratamiento adecuado.