Son las 2:47 de la madrugada y tu teléfono vibra en la mesilla. De repente, una notificación brilla en la oscuridad: “¡Llevas una racha de 7 días!”; “¡No rompas tu racha!”. Sientes la necesidad de abrir la aplicación de inmediato para hacer un ejercicio de respiración de emergencia. Medio dormido, tanteas el dispositivo con el pecho apretado. Otra vibración: “¿Cuál es tu intención positiva para el día?”
La app que prometía calmar tu ansiedad acaba de lanzarte a un estado de micro-pánico. ¿Has caído en una especie de positividad digital tóxica?
Las investigaciones muestran que las notificaciones del smartphone, provenientes de distintos tipos de aplicaciones, pueden contribuir al estrés, la ansiedad y la depresión, con usuarios que reciben decenas de alertas diarias.
Estas aplicaciones, a veces promocionadas como “un terapeuta en tu bolsillo” o “un psicólogo móvil 24/7”, emplean estrategias muy parecidas a las de las redes sociales para maximizar el enganche psicológico
Un metaanálisis reciente halló que, aunque las apps de salud mental pueden mejorar los resultados clínicos, también existen preocupaciones respecto a que un exceso de interacción conduzca a frustración y estrés.
Estas aplicaciones, a veces promocionadas como “un terapeuta en tu bolsillo” o “un psicólogo móvil 24/7”, emplean estrategias muy parecidas a las de las redes sociales para maximizar el enganche psicológico. Pero cuando el producto es el bienestar mental, ¿qué pasa cuando la cura se convierte en parte de la enfermedad?
El icono de la app Signal en un móvil.
El truco de las apps
El diseño importa
Para entender por qué las decisiones de diseño de una app son tan relevantes, debemos considerar cómo nuestra mente procesa las amenazas, ya estén enmarcadas en positivo o en negativo. En mi nuevo libro Framing – The Social Art of Influence analizo temas que van desde anuncios de caviar hasta campañas de salud pública, preguntándome qué tipos de señales conectan con distintas audiencias en situaciones concretas. Aunque no investigo directamente las apps de salud mental, las investigaciones ofrecen paralelismos muy claros.
Una idea clave es la distinción entre marcos rugosos y marcos suaves en la comunicación. El enmarcado rugoso utiliza señales de amenaza, lenguaje de vigilancia y urgencia para captar la atención. Es la diferencia entre un recordatorio amable y una alarma de incendio. Estas apps despliegan de manera sistemática enmarcado rugoso a través de sus sistemas de notificación.
Estas notificaciones explotan lo que los psicólogos evolutivos llaman nuestro sesgo de hipervigilancia
Consideremos cómo estas notificaciones explotan lo que los psicólogos evolutivos llaman nuestro sesgo de hipervigilancia —la antigua tendencia a sobrerreaccionar ante amenazas potenciales que una vez mantuvo vivos a nuestros ancestros. La investigación demuestra que, a lo largo de la evolución, diversas amenazas ambientales moldearon la respuesta de miedo del cerebro, generando mecanismos cognitivos centrados en la supervivencia.
Cuando una app advierte que tu estrés está aumentando, utiliza los mismos circuitos neuronales que antes nos alertaban de depredadores. Pero a diferencia de un arbusto que se agita y podría ocultar un tigre, estas advertencias digitales crean amenazas donde no las hay.
Al enviar alertas sobre “estrés detectado” o “descensos en el estado de ánimo”, las apps de salud mental generan micro-crisis que solo la propia app puede resolver. Las reseñas de usuarios suelen alabar la “tranquilidad inmediata” que ofrecen, pero los estudios cuentan otra historia sobre los patrones de uso a largo plazo.
Investigaciones sobre la frecuencia y el momento de las notificaciones revelan patrones preocupantes. Un estudio encontró que las personas que recibían notificaciones diarias de una app mostraban mayor compromiso al principio, pero después describían frustración ante la repetición de los contenidos. Como comentó un participante: “Al final me resultó un poco molesto, porque pensaba: ‘Esto ya lo he hecho’.”
El análisis de las notificaciones push mostró que los usuarios frecuentes se vuelven menos receptivos a las sugerencias con el tiempo.
Las apps de bienestar no siempre nos dan bienestar.
Una diferencia esencial
Marcos “calientes” y “fríos”
En mi marco de análisis sobre la influencia social también distingo entre marcos calientes y fríos. El enmarcado caliente genera urgencia e intensidad emocional —piensa en las alertas de última hora o las advertencias de emergencia—. El enmarcado frío permite espacio para la reflexión y la respuesta considerada.
Las apps de salud mental se han convertido en maestras del enmarcado caliente. Vibraciones hápticas acompañan las alertas de racha. Los iconos rojos se acumulan en la pantalla de inicio. Animaciones muestran flores marchitas cuando no completas una sesión de meditación. Una aplicación popular incluso envía notificaciones con estilo de mensajes de texto: “¡Oye! Tu puntuación de ansiedad está subiendo. ¿Hablamos?”
Ese tono informal enmascara un diseño manipulador: no hablas con un amigo, sino con un algoritmo optimizado para mantenerte enganchado
Ese tono informal enmascara un diseño manipulador: no hablas con un amigo, sino con un algoritmo optimizado para mantenerte enganchado.
Esto importa porque la recuperación en salud mental suele requerir lo contrario. Décadas de investigación en terapia cognitivo-conductual subrayan la importancia de tomar distancia de los pensamientos ansiosos, no de monitorizarlos constantemente. Cuando se nos pide revisar una y otra vez nuestros niveles de estrés, nos entrenamos para ser más —no menos— conscientes de cada fluctuación fisiológica.
Consejos
Cómo superarlo
La solución no pasa por demonizar la tecnología ni por abandonar por completo las herramientas digitales de salud mental. En cambio, necesitamos replantear de raíz cómo funcionan estas apps. La investigación sugiere varios enfoques prometedores que cambian lo caliente por lo frío y lo rugoso por lo suave.
- Limitar las notificaciones funciona. Un estudio sobre la agrupación de alertas mostró que restringirlas a tres al día redujo el estrés y aumentó el bienestar. Además, los investigadores advierten que “demasiados recordatorios molestos pueden llevar al abandono” y recomiendan permitir a los usuarios personalizar la frecuencia y el horario.
- El opt-in frente al monitoreo por defecto. Que los usuarios activen voluntariamente el registro biométrico, en lugar de que venga predeterminado, reduce la sensación de vigilancia.
- Introducir fricción intencional. Pequeñas barreras contra la comprobación obsesiva ayudan a romper ciclos compulsivos: limitar la frecuencia de actualización de datos o agrupar notificaciones son ejemplos.
- La psicología del color también importa. Estudios sobre diseño en salud muestran que entornos azules reducen la presión arterial, el ritmo cardiaco y el cortisol. Una investigación sobre apps de bienestar encontró que los jóvenes “preferían un uso sutil del color” y advertían contra los tonos demasiado intensos.
- El lenguaje marca la diferencia. “Cuando quieras, quizá disfrutes un ejercicio de respiración” no tiene el mismo efecto que “¡URGENTE: controla tu estrés AHORA!”.
Joven revisando su móvil.
Un paso al frente
Qué puedes hacer tú
La próxima vez que tu app de salud mental te envíe una alerta urgente, detente antes de responder. Pregúntate: ¿esta notificación sirve a mi bienestar o a las métricas de compromiso de la aplicación? ¿Estos “insights” sobre mi estrés me aportan sabiduría o más preocupación? El poder de replantear estas interacciones digitales comienza por reconocer cómo ellas nos enmarcan a nosotros.
Quizá el acto más radical de autocuidado digital sea el más sencillo: apagar las notificaciones por completo. El verdadero bienestar mental puede empezar no con otra alerta, sino con la confianza en nuestra propia mente, en su tiempo y a su propio ritmo. Eso sí sería revolucionario: una app que sabe cuándo quedarse en silencio.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Mikael Klintman es Profesor de Sociología en la Lund University.




