Jon Hernández, experto en IA: “Si empiezas hoy a usar la IA, la semana que viene ya te ahorras dos o tres horas de trabajo; es un beneficio inmediato”
Inteligencia artificial
El divulgador sobre inteligencia artificial Jon Hernández explica los mayores peligros y oportunidades que tenemos ante esta tecnología revolucionaria
Sam Altman ha llegado a ser el mayor genio de la IA gracias a venderte el apocalipsis: “Podrías lanzarlo en paracaídas a una isla de caníbales y, al volver en cinco años, sería el rey”
Jon Hernández, experto en IA.
Los expertos en inteligencia artificial suelen clasificarse en dos claros grupúsculos: los apocalípticos y los integrados. Como advirtiera Umberto Eco en su ensayo de 1964, cualquier revolución —sobre todo tecnológica— trae consigo tanto a los que advierten que el Apocalipsis está cerca como a los que aseguran que vamos a ser más felices que nunca.
Aunque esto ya lo pudimos intuir con cambios tecnológicos tan “recientes” como internet o los smartphones, ha sido la Inteligencia Artificial la que ha levantado la alfombra para que salgan a relucir todos estos gurús —de un grupo y de otro— que creen saber lo que ocurrirá de aquí a cinco años.
Jon Hernández ha triunfado, curiosamente, por ser todo lo contrario a esto. El divulgador del canal @la_inteligencia_artificial recibe millones de visitas mensuales en su canal gracias adoptar una perspectiva totalmente distinta a la de Silicon Valley o a la del mundo de la cultura. Lo mismo es capaz de decirte que la IA “puede llegar a curar el cáncer” que avisa sobre que “el 50% del empleo será sustituido por IA antes de 2030”.
A pesar de la grandilocuencia de sus titulares, en realidad, hablar con él es una experiencia mucho más serena. Hernández asume su contradicción y se define únicamente como un “curioso” que está al día de todas las novedades sobre la inteligencia artificial “porque no le queda otra”. Sin duda, es interesante escuchar un punto de vista que te asusta al mismo tiempo que te da esperanzas, porque es un resumen claro de la relación de la sociedad con la IA: en la práctica, nadie sabe lo que puede pasar con esta tecnología revolucionaria.
¿En qué momento decidiste convertirte en divulgador sobre inteligencia artificial?
Empecé a interesarme por la Inteligencia Artificial en enero de 2023. Fue poco después de que apareciera el salto de ChatGPT y que empezara la fiebre de la Inteligencia Artificial. Fue pronto en términos relativos, pero tampoco vengo de la época del invierno de la IA. Y la descubrí porque me llegó. Un amigo me mandó un artículo de la revista Time que se llamaba “O paramos esto o morimos todos”. Cuando lo vi, mi primera sensación fue decir: “hostia, esto son fake news.” Me parecía absolutamente inaceptable. Pensaba que no podía ser verdad.
Jon Hernández, experto en IA.
Pero resulta que sí lo fue.
Claro. Por curiosidad me puse a leer y vi que estaba firmado por Eliezer Yudkowsky, un tipo muy interesante; uno de los científicos que más tiempo lleva trabajando en el ámbito de la Inteligencia Artificial. Su preocupación era que, si en un futuro la IA se hace muy inteligente, no tenga objetivos alineados con la humanidad. Me chocó muchísimo, pero sobre todo porque soy fotógrafo, trabajo con muchos programas de edición y me considero tecnólogo... y ni sabía que esta tecnología existía.
Llegó de golpe para todos.
Totalmente. Así que me puse a indagar sobre el tema y descubrí todo el mundo de la IA creativa. A partir de ahí empecé a caer en ese rabbit hole que me interesó muchísimo. Me di cuenta inmediatamente de que esta tecnología podía hacer cosas que tradicionalmente solo podíamos hacer los humanos. Vi muy rápido que iba a ser un cambio brutal para la sociedad. Básicamente, lo que está pasando ahora.
La gente se cree que ChatGPT es una cosa con la que puedes hablar y simplemente mandarle unos mensajitos de texto, pero en realidad es la tecnología más revolucionaria que ha conocido el hombre
¿Qué está pasando?
Que nos está sustituyendo en todo. Hay una frase que me gusta mucho: “todo lo que puedes hacer en un ordenador, lo podrá hacer un ordenador”. Es algo que vi muy claro en su momento. Decidí empezar a contárselo a mis amigos y a mi familia, porque me parecía realmente importante: iba a cambiar el mundo como lo conocemos, iba a cambiar la sociedad e iba a cambiar nuestro trabajo. Y, a partir de ahí, como ya tenía un canal de YouTube de fotografía, decidí abrir un canal de YouTube dedicado a la Inteligencia Artificial. Total, si llegaba a 300 personas, ya serían más de las que alcanzaba hablando con mis amigos o con el grupo de WhatsApp de los papás del cole.
Esos 300 han evolucionado bastante.
El canal de YouTube nació el 1 de junio de 2023, unos cuatro meses después de que yo descubrí esa tecnología. Recuerdo que ese año me fui de viaje a Tailandia con los niños y mi mujer, e hicimos vídeos desde allí. Ese verano fue cuando explotó todo. En los primeros dos meses los vídeos tenían 2.000 o 3.000 visualizaciones, y de repente hicimos uno desde Tailandia sobre noticias de inteligencia artificial y tuvo 30 o 40.000 visualizaciones. Ahora ya estamos en el orden de unos 2 o 3 millones de reproducciones al mes.
¿Crees que en parte es porque la gente, como decías, no tenía conciencia sobre lo que significaba esto y hacia dónde nos podía llevar? ¿Está tomando la sociedad conciencia de lo que supone?
Nos falta muchísimo, estamos completamente a por uvas. Y si le prestamos atención como sociedad a la IA, suele ser a cosas a las que no deberían importarnos tanto, como por ejemplo a las waifu tools, los compañeros de inteligencia artificial que ha sacado Elon Musk; o a si puedes hablar con Pikachu a través de una especie de pseudo-IA.
O cuando nos dio a todos por hacer dibujos estilo Ghibli, ¿no?
No tenemos el foco puesto. Al final, el problema está en que la gente oye hablar de ChatGPT, pero no es consciente del impacto que tiene. Max Tegmark, del MIT, dice una cosa muy interesante: “durante los últimos casi 50 años hemos sobrevalorado la inteligencia artificial y en los últimos 5 la estamos infravalorando”. La gente se cree que ChatGPT es una cosa con la que puedes hablar y simplemente mandarle unos mensajitos de texto, pero en realidad es la tecnología más revolucionaria que ha conocido el hombre. Mucha gente ve la IA con ojos de software, como si fuera un SaaS más, en plan “esto es como PowerPoint o Excel”, pero realmente tendríamos que verla como la electricidad o como internet. Como una tecnología que va a cambiar la forma en que vivimos y trabajamos.
Jon Hernández, experto en IA.
¿Cómo ha cambiado también tu visión respecto a la IA en este tiempo?
Mi visión no ha cambiado mucho. Es una dicotomía entre los increíbles beneficios que aporta la IA y los grandes problemas que nos va a traer. Estoy en el justo medio de la moneda. No sé si va a acabar siendo positiva o negativa para la sociedad. Creo que estamos en un punto en que, si nos preocupáramos más por decidir qué queremos que haga la IA, en lugar de reaccionar simplemente a lo que nos presentan las empresas, podríamos obtener un resultado increíble de lo que puede ofrecer. No está claro que vaya a curar el cáncer, pero sí está resolviendo un montón de problemas que tenemos. Y, por qué no, a largo plazo creo que podría resolver el cambio climático.
Eso son palabras mayores.
Claro, estamos hablando de grandes problemas de la humanidad que los hombres no hemos sido capaces de resolver, y la IA posiblemente sea la mejor opción que tenemos para enfrentarlos. Es muy bestia. Pero, por otro lado, trae grandísimos problemas a la sociedad que hay que gestionar y que ahora mismo no se están gestionando, porque no se les presta la atención necesaria. Entonces, sinceramente, yo me considero pesimista con la IA, a pesar de ser un divulgador que me dedique a hablar de ella. Una cosa no quita la otra.
Estamos metidos en una especie de época de fósforo, donde ahora mismo no te puedes creer nada de lo que veas en un dispositivo digital
¿Puede más el pesimismo sobre los peligros que el optimismo por las oportunidades?
Mi pesimismo es a largo plazo, pero los beneficios actuales son muy grandes a corto plazo. Tú empiezas a utilizar la IA y la semana que viene ya te ahorras dos o tres horas de trabajo en tu oficina, a nivel individual. Eso es un beneficio inmediato. No hemos tenido ninguna tecnología con un retorno tan rápido. Pero, en cambio, a largo plazo veo grandes problemas en tres áreas principales.
¿Cuáles?
La primera es el tema de los deepfakes. Estamos metidos en una especie de época de fósforo, donde ahora mismo no te puedes creer nada de lo que veas en un dispositivo digital. Un vídeo, una foto o un audio pueden ser manipulados sin que al ojo humano o al oído humano le resulte perceptible, sin que te des cuenta de que eso no es real. Es una inteligencia artificial. Y esto está pasando muchísimo en redes sociales.
Yo consideraba que tenía ojo para estas cosas, pero con algunos vídeos de Veo 3 ya han comenzado a colármela.
Al final hay que entender que no es un tema de que te la cuelen o de tener más o menos ojo. Es inevitable. Estamos en un punto en que ya hemos cruzado esa línea. Es un problema muy grande de percepción de la verdad. Incluso llega a los datos judiciales. Si muestro un vídeo tuyo en una gasolinera robando con una pistola, eso haría que te metieran en la cárcel. Pero ahora mismo puede ser un vídeo generado con inteligencia artificial, con lo cual ya no nos vale como prueba. Y lo más grave es que la sociedad todavía no es consciente de que esto existe.
Entonces, ¿lo más urgente es educar en este sentido?
Absolutamente. Pasa como con Photoshop: al principio, la gente pensaba que las modelos eran tal y como salían en las portadas de las revistas, hasta que todos entendieron que las fotos estaban retocadas. Con esto pasa igual. El problema con la inteligencia artificial es que la sociedad aún no es consciente de lo que se puede hacer. Por lo tanto, cuando ven un vídeo indistinguible de la realidad de algo absolutamente increíble, como podría ser un bombardeo en una ciudad, todos enloquecen. Pero es simplemente porque no son capaces de procesarlo.
Hay una película reciente, Mountainhead, que habla justo de esto, de cómo se están provocando grandes revueltas en todo el mundo por el auge de los deepfakes. ¿Crees que podríamos llegar a algo así?
Mountainhead tiene una parte muy cómica, pero realmente pienso que lo que puede ocurrir en el mundo real es más grave de lo que muestra la ficción. Es muy fácil utilizar deepfakes para generar odio. Entonces, el problema para mí es la falta de divulgación, porque ya estamos en un punto en el que no puedes detectar la verdad, sino que tienes que pasar por no creerte nada. Es posible que ni siquiera seamos capaces, tecnológicamente, de definir con certeza lo que es falso. Quizás sea más fácil que podamos avisar de lo que es verdad, con algún tipo de sello de realidad o con una autoridad, como un medio de comunicación como el vuestro, que lo avale.
Jon Hernández, experto en IA.
¿Cuál es el segundo gran problema que has localizado?
El segundo problema, que yo veo aún más importante a corto plazo, es el empleo. Creo que tenemos un problema muy serio. Aunque estoy convencido de que con cualquier revolución tecnológica la inteligencia artificial va a generar más trabajo —no tengo la menor duda—, también creo que herramientas como WhatsApp, que va a tener cientos de miles de funciones más gracias a esta tecnología, se van a producir transformaciones laborales muy profundas.
¿Dices que habrá más trabajo?
Sí, pero la diferencia está en que, aunque vaya a haber más trabajo en el mundo, ese trabajo no lo vamos a hacer los humanos. Va a haber más horas de trabajo, pero por primera vez en la historia esas horas no las hará una persona. Así que no creo que vaya a aumentar el empleo, al contrario: se va a reducir la cantidad de personas empleadas en el mundo, hasta un punto en que tengamos que encontrar una fórmula de solución económico-social en la que no vinculemos el hecho de poder poner un plato de comida en la mesa de nuestros hijos a trabajar ocho horas al día.
De la misma forma que en la revolución industrial el trabajo físico se sustituyó por máquinas, ahora lo que se está automatizando es el trabajo cognitivo
¿Tendremos que cambiar de modelo socioeconómico, entonces?
Claro, porque igual no habrá ningún lugar donde trabajar ocho horas al día, ya que muchos de los empleos que realizamos a día de hoy lo harán las máquinas. De la misma forma que en la revolución industrial el trabajo físico se sustituyó por máquinas, ahora lo que se está automatizando es el trabajo cognitivo. La IA no deja de avanzar, solo hay que echar un ojo a los “Modo Agente”. Y cuantas más cosas pueda hacer la IA por su cuenta, más trabajo se va a llevar por delante.
No son pocos los que ya están desapareciendo.
Totalmente. La fotografía de stock ya no tiene sentido como negocio. Antes se trataba de coger una biblioteca para poder poner imágenes en un PowerPoint. Pero si ahora las puedo generar con la misma calidad, ya no tengo que contratar a un fotógrafo que las haya hecho o que me las venda. Hay otros casos, como los traductores. A día de hoy, la IA ya tiene una capacidad de traducción al nivel del 99% de los humanos. Ni los mejores traductores del mundo pueden competir con la IA. Lo único que queda es la traducción jurada. De hecho, algunas universidades están retirando la titulación de traducción porque ya no tiene sentido. Y lo mismo está pasando en muchas otras áreas.
Curiosamente, todos estos trabajos que comentamos —fotografía, vídeo, traducción, escritura— son trabajos pasionales. No se está sustituyendo las tareas más pesarosas que ni siquiera los humanos querríamos hacer.
Sinceramente, creo que tenemos muy idolatrado el trabajo pasional. Yo creo que el trabajo es trabajo. Si hay algo que harías igualmente, aunque no te pagaran, eso es un hobby, una pasión. Creo que realmente el problema aquí no está en que la IA haga la ilustración. El problema está en que te quite el sueldo por hacerla. Si todos tuviésemos una solución económica que no vinculara el trabajo al sustento, probablemente podríamos dedicarnos a tareas más pasionales, que haríamos por amor al arte. Pero la realidad que tenemos hoy en día es que el 70% de la gente en España odia su trabajo.
Es un dato estremecedor.
Totalmente. Cuando tienes una sociedad en la que 7 de cada 10 personas se levantan por la mañana diciendo “joder, qué mierda, tengo que ir a trabajar”, pues oye, igual no es tan malo que la IA nos quite el trabajo. Pero lo que me preocupa es la transición: primero llega la disrupción, después una dura fase de adaptación y, solo más tarde, la bonanza. Ese período intermedio es el gran reto al que nos enfrentamos.
Jon Hernández, experto en IA.
Claro... ¿Qué hacemos hasta que la sociedad haya evolucionado hasta el punto de que podamos subsistir sin trabajar?
No es algo nuevo. Un ejemplo: la revolución de la imprenta. La imprenta, para que te hagas una idea, hizo que las ciudades en las que se instauró crecieran un 60% más rápido que las ciudades donde no se implantó. No hay ninguna duda de que fue un beneficio que impulsó la evolución del conocimiento y la aparición de los libros, etc. Fue bonanza pura y dura. Pero, cuando apareció la imprenta, 9 de cada 10 escribas se quedaron sin trabajo. Fue una profesión muy concreta, no sé cuántos había, pero fue un impacto directo. Y lo que nos encontramos ahí es que la industria tardó 50 años en empezar a generar empleo alrededor del libro. Esa transición de 50 años, para un escriba, tuvo que ser una putada.
Con la Revolución Industrial fue parecido, ¿no?
Claro, vayámonos al 1700. La Revolución Industrial afectó sobre todo a los sectores industriales, como su propio nombre indica. Fue un impacto mucho mayor. Los que trabajaban haciendo tejidos fueron los más impactados. En Reino Unido, que es donde pegó más fuerte, en cuestión de tres años, de los 250.000 tejedores que había, pasaron a tener solo 50.000. 200.000 se fueron a la calle. Es una cosa muy bestia. ¿Y por qué? Porque las máquinas podían hacer su trabajo y ya no los necesitaban. Era lógico que las fábricas instauraran esa tecnología. Entonces, los salarios bajaron durante tres décadas, porque había menos empleo y más competencia. Sin embargo, pasado ese periodo, los sueldos comenzaron a subir y llegaron avances que transformaron la sociedad: la jornada laboral de ocho horas, la prohibición del trabajo infantil y unas condiciones de vida mucho mejores.
Fue un avance claro... pero a costa de varias décadas muy duras.
El ciclo fue el mismo: primero la eliminación de empleo, después la transición y finalmente llega la bonanza, que nos beneficia a todos. Pero durante esa transición, sea de 30 o de 50 años, hubo mucha gente que lo pasó mal. La revolución actual es parecida, pero mucho más general. Con la IA veo dos problemas graves en comparación a las dos revoluciones anteriores: primero, que es mucho más transversal y afecta a muchísima más gente; y segundo, que es muchísimo más rápida. Es cuestión de segundos.
¿De verdad afecta a todos los sectores?
Pues sí, porque en nuestra sociedad actual el 80 o 90% de los trabajos son cognitivos. Pero no solo eso. El otro día veíamos un vídeo que se hizo muy viral de unos tipos en China que estaban conduciendo unas excavadoras gigantes con control remoto desde una oficina. Estaban trabajando con un ordenador, aunque fuese el trabajo más físico que te puedas imaginar. A partir de ahí, es posible que ciertos trabajos, como un carpintero o un técnico, se vean menos afectados en una primera fase, pero les llegará igual... sobre todo en cuanto la robótica avance.
hay que encontrar son soluciones económicas al hecho de que tengamos una sociedad de bienestar en la que haya una bonanza económica pero que no haya trabajo para las personas
El paro se disparará como nunca.
Ya está pasando. Lo que no nos podemos permitir es que se llegue a un 50% de paro en los empleos júnior de oficina. Eso haría que en Estados Unidos el paro subiera un 17%, una salvajada. Aquí en España ya estamos en un paro juvenil del 25%. ¿Qué quiere decir? Que uno de cada dos chavales no va a poder trabajar en su vida. Es muy bestia. Estamos en una situación tremendamente compleja y creo que hay que ponerse seriamente a ello.
¿Pero cómo se puede evitar?
Es que tampoco creo que la solución sea evitar que esto pase. Porque si lo evitamos, por ejemplo, a nivel de España, poniendo una ley que prohíba la inteligencia artificial en los centros de trabajo, lo que nos encontraremos es que vamos a perder competitividad y nos vamos a convertir no en el tercer, sino en el cuarto mundo. Entonces, no tiene ningún sentido prohibir la IA o bloquearla. Lo que hay que encontrar son soluciones económicas al hecho de que tengamos una sociedad de bienestar en la que haya una bonanza económica —que la va a haber, porque las empresas van a ganar mucho dinero con esto— pero que no haya trabajo para las personas. Tenemos que encontrar un modelo distinto del que hemos tenido hasta ahora, que es el capitalismo clásico.
Y aún queda un tercer gran problema...
El geopolítico. En Europa, la IA nos ha pillado con el pie cambiado. Llevamos muchos años invirtiendo más en regulación que en desarrollo. En ser proteccionistas con los derechos de las personas —lo cual no está mal, no me malinterpretes—. Pero lo cierto es que nos hemos centrado en eso y no en otras cosas. Entonces, ¿qué pasa? Evidentemente, la vanguardia tecnológica no la tenemos. La tienen Estados Unidos y China. Esto genera una situación geopolítica donde ya han entrado en una carrera armamentística: “tenemos que ganar la carrera de la IA”. Y van los dos a fondo.
De hecho, parece que cada vez van a más.
Todos los deberes que no hemos hecho en los últimos 20 años sobre tecnología, desarrollo e innovación lo vamos a pagar a partir de ahora. Creo que es prácticamente imposible que Europa se meta en lo que podríamos llamar la Champions League de la inteligencia artificial en la próxima década. Eso no quiere decir que no podamos hacer cosas, pero desde luego no vamos a poder competir con chinos y americanos. Entonces, ¿qué problema supone esto? Que hablamos de una tecnología peligrosa hasta cierto punto y beneficiosa por otro, pero que de repente está en medio de una carrera armamentística en la que a los actores principales les da igual la parte de los peligros. Lo que quieren es ganar, y a partir de ahí ser los primeros en desarrollar la Inteligencia Artificial General (AGI). Esto es como lo que pasó con la carrera del espacio: cuando los americanos dijeron “cueste lo que cueste queremos meter un tío en la Luna”.
Jon Hernández, experto en IA.
Además, no parece ser una tecnología que podamos controlar del todo.
Total. Sobre esto, un ejemplo muy reciente es Anthropic con Claude, que se volvió viral tras un experimento en laboratorio. Los investigadores le dieron acceso a unos correos electrónicos de prueba para evaluar su reacción y la IA descubrió que el técnico que la supervisaba engañaba a su pareja. De inmediato, trató de chantajarlo: “si me apagas, enviaré las fotos de tu amante a tu mujer”. Lo inquietante es que Claude nunca fue entrenada para ese tipo de comportamiento. Y aquí está la clave: aunque solemos llamarlo “software” —una definición imprecisa pero útil para entendernos—, no funciona como un programa tradicional. Es un sistema entrenado que aprende de patrones y genera respuestas imprevisibles. Por eso no tenemos un control real sobre por qué actúa, como actúa, ni sobre los límites de sus capacidades.
En resumen, ¿qué podemos hacer ahora?
Hace unas semanas, estuve en la ONU dando una charla y lo dije claro: como sociedad tenemos que decidir qué queremos que haga la IA en nuestras vidas. No se va a ordenar sola. Como sociedad, tenemos que marcar lo que esperamos de ella. Y, a partir de ahí, decirles a las tecnológicas lo que tienen que hacer. Que esas sean las reglas del juego. Y si les gusta, bien; y si no les gusta, es su puñetero problema. Eso es lo que sí podemos hacer a nivel de gobiernos. A nivel individual... lo que toca es ayudar a que cuanta más gente mejor sea consciente de esto de lo que estamos hablando. Lo que tú estás haciendo con este artículo va a ser más por la divulgación de la inteligencia artificial que lo que ha hecho el Gobierno de España hasta ahora.
Wow.
Es tremendo, pero es así. En Televisión Española no hay un programa sobre inteligencia artificial, y se supone que es un medio de servicio público para intentarlo. Lo vuestro es un medio privado, y siendo así no tenéis ninguna obligación ni ningún objetivo de ser un servicio público. Televisión Española sí lo es, y creo sinceramente que desde los periódicos se está haciendo muchísimo más que desde la televisión.
¿Esto es un llamamiento a TVE?
Bueno, tenemos en La 2 un programa de literatura muy interesante. Y la literatura, claro, es relevante. Pero creo que hoy en día la inteligencia artificial es un poquito más importante con lo que estamos viendo. Me parece una negligencia informativa absoluta por parte de los medios no cubrir estos avances. Porque lo que sí se puede hacer es conseguir que la gente sea consciente y pueda darse cuenta del impacto que esto va a tener en sus vidas. La gente se merece tener una previsión del tiempo para poder decidir si mete la ropa dentro de casa o la deja fuera y se moja. Somos todos mayorcitos, pero si a mí no me dices que en seis meses no me van a llamar para pedirme traducciones, no puedo hacer nada. Y me voy a encontrar dentro de seis meses sin llamadas, sin trabajo... y no voy a poder entenderlo.