La política estadounidense hace años que no despierta un gran entusiasmo, ni siquiera entre los propios estadounidenses. Y es comprensible, si se tiene en cuenta el elenco de presidentes y candidatos que han pasado por la Casa Blanca en las últimas décadas. Mientras el Partido Republicano ha emprendido una deriva hacia el populismo de extrema derecha, la respuesta del Partido Demócrata suele ser la de plegarse ante cada avance del adversario, renunciando a defender con firmeza sus propios ideales.
El resultado ha sido una creciente desafección política: una ciudadanía cansada, escéptica y desinteresada por el rumbo de su país. Incluso entre quienes deberían sentirse más implicados. Y, sin embargo, un hombre parece haber roto esa apatía: el candidato a la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani.
Mamdani ha logrado lo que muchos consideraban imposible: devolver la ilusión a una generación desencantada. Pero su impacto se nota tanto en las calles como en internet, donde su figura se ha convertido en un fenómeno político y cultural. Su manera de comunicar, su coherencia ideológica y la forma en que conecta con los jóvenes lo han transformado en algo más que un candidato: en un símbolo de renovación.
            Zohran Mamdani, candidato a la alcaldía de Nueva York.
El impacto Mamdani
Toda una vida construida alrededor de las preocupaciones sociales
Zohran Kwame Mamdani nació el 18 de octubre de 1991 en Kampala, Uganda, como hijo único del académico postcolonial Mahmood Mamdani y de la cineasta Mira Nair. Su infancia, marcada por la influencia intelectual y artística de sus padres, ya anticipaba el equilibrio entre pensamiento crítico y compromiso social que hoy define su figura política.
Su padre, Mahmood Mamdani, es una de las voces más reconocidas en los estudios postcoloniales contemporáneos. Por eso, buena parte del pensamiento de Zohran puede rastrearse en la obra de su progenitor, especialmente en una frase de When Victims Become Killers: Colonialism, Nativism, and the Genocide in Rwanda: “El prerrequisito para vivir no es tener poder. El prerrequisito para cohabitar, reconciliarse y tener un futuro político en común es dejar atrás el monopolio del poder”. Esta idea que resume con precisión la visión política del joven candidato: una política que no busca dominar, sino compartir el poder.
Su madre, Mira Nair, es una directora de cine de prestigio internacional, ganadora del León de Oro
Su madre no se queda atrás. Mira Nair es una directora de cine de prestigio internacional, ganadora del León de Oro en la 58ª edición del Festival de Venecia por La boda del monzón, una película compuesta por cinco historias interconectadas que abordan el amor, el abuso, la familia y los secretos que nos definen. Su cine, profundamente humano y social, también ha dejado una huella visible en la sensibilidad política de su hijo.
Mamdami recibió su segundo nombre en honor a Kwame Nkrumah, el primer presidente de Ghana y una de las figuras más influyentes del panafricanismo. Sin embargo, Zohran Mamdani apenas pasó sus primeros años en Uganda. Cuando tenía cinco años, su familia se trasladó a Ciudad del Cabo (Sudáfrica), donde estudió en St. George’s Grammar School, una de las instituciones privadas más prestigiosas del país.
            Zohran Mamdani, candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, baila con una simpatizante durante un acto de campaña en un centro para personas mayores en Manhattan.
La estabilidad, sin embargo, no duró demasiado. A los siete años, los Mamdani emprendieron un nuevo viaje, esta vez con destino a Nueva York. Se instalaron en Morningside Heights, un barrio de clase media-alta situado junto a la Universidad de Columbia. No es un enclave exclusivo, pero sí un lugar donde la vida intelectual y cosmopolita de la ciudad se respira en cada esquina.
Durante sus años escolares, Zohran Mamdani destacó como un estudiante con una marcada inquietud política. Participaba activamente en las elecciones estudiantiles y mostraba un interés genuino por los asuntos sociales, económicos y culturales que configuraban el mundo a su alrededor. Esa curiosidad intelectual no se detuvo al llegar a la universidad.
Cursó sus estudios superiores en el Bowdoin College, donde se graduó en Estudios Africanos. Allí, además, cofundó Students for Justice in Palestine, una organización estudiantil comprometida con la defensa de los derechos del pueblo palestino y la denuncia de la ocupación israelí.
Su implicación con esta causa no fue casual: tanto su madre como su padre habían mostrado históricamente una fuerte solidaridad con los movimientos de liberación y justicia social en el Sur Global, una herencia política y ética que Zohran haría suya desde muy joven.
            
        Activismo, música y el comienzo de todo
Un hombre que existe más allá de su carrera política
Tras terminar sus estudios, Zohran Mamdani se propuso hacer las dos cosas que, según él mismo ha dicho, “todo joven con inquietudes culturales debe intentar al salir de la universidad”: encontrar un trabajo que no le consumiera el alma y seguir cultivando su arte. En su caso, ese arte era una pasión casi visceral por la cultura hip-hop, que canalizaba a través de la música, la poesía y el activismo. Y, sorprendentemente, consiguió equilibrar ambas cosas con relativo éxito.
Su primer empleo fue como consejero de vivienda en la ciudad de Nueva York, un trabajo que le permitió enfrentarse de primera mano a las desigualdades estructurales de la ciudad. Allí conoció las dificultades cotidianas de los pequeños propietarios y de los inquilinos más vulnerables —especialmente personas racializadas y de bajos ingresos— que se enfrentaban a notificaciones de desalojo o a prácticas abusivas por parte de los grandes propietarios.
Mamdani profesa una pasión casi visceral por la cultura hip-hop, que canaliza a través de la música, la poesía y el activismo
En ese entorno, ayudando a las familias de Queens a mantener sus hogares, Mamdani comprendió la verdadera dimensión del problema de la vivienda y el impacto devastador de las políticas neoliberales en la vida cotidiana.
Esa experiencia fue decisiva. Le permitió ver cómo funciona —y cómo no debería funcionar— la política. De ahí surgió una convicción que marcaría toda su carrera: la idea de que la crisis inmobiliaria no es un fenómeno inevitable, sino una injusticia estructural que puede y debe combatirse desde la acción política.
Este compromiso con el acceso a la vivienda es una de las razones por las que Zohran Mamdani se ha convertido en una figura especialmente popular entre las generaciones jóvenes de estadounidenses, desde los millennials hasta la Generación Z. Son cohortes —entre los 18 y los 40 años— que viven bajo una misma angustia: la imposibilidad de acceder a una vivienda digna en un sistema económico que parece diseñado para excluirlos.
Durante toda su campaña, Mamdani ha sido claro y tajante con sus políticas: regular los precios del alquiler y garantizar que cada persona pueda tener un hogar son prioridades innegociables. Ese mensaje, directo y empático, ha resonado con una generación que ha crecido tanto en las calles como en Internet, y que ve en él a uno de los pocos políticos capaces de entender sus preocupaciones reales.
            Zohran Mamdani haciéndose un selfie.
Antes de entrar en el terreno institucional, cultivó otra de sus grandes pasiones: la música
Pero la historia de Mamdani no se explica solo desde la política. Antes de entrar en el terreno institucional, cultivó otra de sus grandes pasiones: la música. Fiel a sus raíces y a su amor por la cultura hip-hop, desarrolló una breve pero significativa carrera artística bajo el nombre de Young Cardamom.
En 2016, colaboró con el rapero ugandés HAB en el EP Sidda Mukyaalo —que podría traducirse como No hay vuelta a la aldea—, una obra cargada de crítica social y referencias identitarias. Ese mismo año, participó como selector y productor musical en la banda sonora de Queen of Katwe, la película dirigida por su madre, Mira Nair, y producida por Walt Disney y ESPN Films, que narra la vida de Phiona Mutesi, la ajedrecista más célebre de Uganda.
Ya en 2019, y a las puertas de iniciar su carrera política, publicó el sencillo Nani, dedicado a su abuela materna. Sería su último trabajo conocido en la música: a partir de entonces, Mamdani volcó toda su energía en transformar la pasión y la lírica del hip-hop en acción política y justicia social.
Un político de carrera
El rápido ascenso de Mamdani en la política institucional
Su implicación en la política comenzó mucho antes de lanzar oficialmente su candidatura. Al menos desde 2015, Mamdani ha estado activamente involucrado en la organización de base. Ese año se ofreció como voluntario en la campaña de Ali Najmi, candidato al 23.º distrito del Concilio de la Ciudad de Nueva York en las elecciones especiales. Aquella primera experiencia le sirvió como introducción práctica al funcionamiento —y a las limitaciones— del sistema político local.
En 2017 dio un paso más al integrarse en el capítulo neoyorquino de los Democratic Socialists of America (DSA), la organización socialista más grande de Estados Unidos. Desde entonces, se convirtió en uno de sus miembros más activos, colaborando en varias campañas progresistas.
Somos especiales, como elegidos de la DSA, no por nosotros mismos. Somos especiales a causa de nuestra organización
Trabajó en la candidatura de Khader El-Yateem, un pastor luterano de origen palestino que se presentó al Concilio de Nueva York; fue jefe de campaña de Ross Barkan en su intento por acceder al Senado estatal en 2018; y organizador de campo para la campaña de Tiffany Cabán a la fiscalía del distrito de Queens en 2019, una de las contiendas más significativas del ala izquierda del Partido Demócrata en los últimos años.
Ese mismo año, en octubre de 2019, Mamdani decidió dar el salto al frente. Presentó su candidatura para representar al 36.º distrito de la Asamblea del Estado de Nueva York, con el respaldo explícito de la DSA. Su programa no dejaba lugar a dudas: derecho universal a la vivienda pública, reforma profunda del sistema policial y penitenciario, y propiedad pública de los servicios esenciales.
            Zohran Mamdani, candidato a la alcaldía de Nueva York.
El mensaje caló entre los votantes. En junio de 2020, Mamdani ganó las primarias demócratas frente a la candidata oficial del partido, y en noviembre se impuso sin oposición republicana. Desde entonces ha sido reelegido en 2022 y 2024, consolidando su posición como una de las voces más firmes del socialismo democrático dentro del panorama político neoyorquino.
Su labor legislativa ha sido intensa: miembro de nueve comités, promotor de 20 proyectos de ley y copromotor de más de 230, Mamdani se ha convertido en una de las figuras más activas de la Asamblea. Entre sus gestos más simbólicos se encuentra su participación en una huelga de hambre en apoyo a los conductores de taxi de Nueva York, una protesta que culminó con una victoria histórica para el sector frente a la deuda que los asfixiaba.
Con este historial, no sorprendió que el 23 de octubre de 2024 anunciara su candidatura a la alcaldía de Nueva York. Para muchos, era el paso natural de un político que ha hecho del trabajo de base su sello personal. Y aunque su campaña está llena de propuestas y gestos que lo diferencian del político convencional, Mamdani insiste en que su valor no reside en su figura individual, sino en la fuerza colectiva que lo respalda.
Lo expresó con claridad durante la convención de la DSA en 2023: “Somos especiales, como elegidos de la DSA, no por nosotros mismos. Somos especiales a causa de nuestra organización.”
De las redes para las redes
El hombre que ha entendido cómo funciona la política en la era internet
Con 34 años y plenamente asentado en la generación millennial, Zohran Mamdani entiende como pocos que la comunicación política del siglo XXI no empieza ni termina en los periódicos o los platós de televisión. Sabe que las redes sociales no son solo un escaparate, sino un campo de batalla emocional y narrativo. Por eso, su estrategia digital no se basa en la sobreexposición, sino en algo mucho más sutil: estar presente sin resultar invasivo, conectar sin saturar.
Ha aprendido a hacerlo con una precisión que resulta casi hipnótica. Ningún político estadounidense desde Barack Obama ha logrado una combinación tan efectiva de autenticidad, carisma y dominio del lenguaje audiovisual.
El secreto de Mamdani es, precisamente, no abusar de su presencia
El secreto de Mamdani es, precisamente, no abusar de su presencia. Su primer vídeo viral, publicado en 2024, fue un ejemplo magistral de ese equilibrio: un montaje ágil y bien editado que recopilaba breves conversaciones con votantes de Donald Trump. En ellas, más que confrontar, Mamdani escuchaba, debatía y lograba —con paciencia y empatía— tender puentes donde otros solo levantan muros.
El éxito fue inmediato. Su equipo supo amplificar la fórmula con nuevos vídeos de tono similar: piezas breves, humanas y espontáneas en las que el candidato dialoga con sus supuestos adversarios y los conduce, casi sin darse cuenta, hacia el terreno de la reflexión y la empatía.
En un ecosistema político marcado por la crispación y la polarización, esa capacidad de convencer sin imponerse se ha convertido en su mayor fortaleza. Mamdani no solo comunica ideas, sino que encarna una forma distinta de hacer política.
Pero ese no ha sido su único movimiento brillante en el terreno de la comunicación. En una ocasión, mientras caminaba por la calle, un ciudadano le gritó “¡comunista!”. Mamdani respondió al instante, sin perder la sonrisa: “Se pronuncia ciclista”.
El momento, seguido de un breve montaje en el que aparecía pedaleando por su barrio y saludando a los vecinos, se volvió viral en cuestión de horas. Más allá de la anécdota, la escena resumía dos formas antagónicas de entender la política: el odio y la confrontación permanente que caracterizan a buena parte del discurso republicano frente a las ganas de construir comunidad y de mejorar la vida cotidiana que definen a Mamdani.
Esa diferencia de tono explica buena parte de su atractivo. Su campaña no gira en torno a consignas ideológicas, sino a una idea más profunda: que la política puede ser humana, amable y cotidiana. Mamdani no se presenta como un líder mesiánico, sino como alguien a quien te gustaría tener de jefe, de vecino o, en este caso, de alcalde.
            Zohran Mamdani junto a manifestantes.)
Esa imagen se refuerza en sus redes sociales, que funcionan como una ventana a su personalidad más cercana. Entrar en ellas es sumergirse en un vórtice de amabilidad y optimismo. Incluso cuando hace campaña, lo hace desde la sonrisa, la empatía y el deseo de construir, nunca desde la destrucción o el ataque.
Cuando no habla de política, sus publicaciones suelen celebrar la ciudad de Nueva York, su gente o su relación con su esposa, Rama Duwaji, animadora e ilustradora, a quien dedica palabras de un afecto sincero. Esa naturalidad, lejos de generar rechazo, lo ha vuelto aún más popular.
Y, curiosamente, hasta las polémicas que lo rodean acaban jugando a su favor. Se le ha criticado por gastar 200 euros en una cena romántica o por comer arroz con las manos, pero esas “acusaciones” solo refuerzan su imagen de hombre auténtico, tierno y genuino. Mamdani despierta simpatía incluso cuando intentan atacarlo. Y quizá ahí reside su verdadero poder: en hacer política sin dejar de ser una buena persona.
El camino a seguir
¿Un regreso a la calma y la ética política?
Zohran Mamdani representa exactamente lo contrario de lo que el Partido Demócrata ha ofrecido desde los tiempos —ya lejanos— de Barack Obama. Es amable, es cercano, es dulce, y su discurso no se sostiene sobre abstracciones tecnocráticas, sino sobre principios simples y universales: mejores empleos, mejores cuidados, mejores infraestructuras y una protección real del medio ambiente.
Toda su campaña gira en torno a esa idea de política como servicio público, como herramienta para mejorar la vida de la gente común. En la propia web de su candidatura puede leerse: “Esta campaña es para cada persona que cree en la dignidad de sus vecinos y que el trabajo del gobierno es, de hecho, hacer nuestras vidas mejor”.
Esta campaña es para cada persona que cree en la dignidad de sus vecinos y que el trabajo del gobierno es, de hecho, hacer nuestras vidas mejor
Una frase sencilla, pero profundamente contracultural en un país donde la política suele entenderse como una lucha de poder más que como un ejercicio de empatía. Su mensaje marca una ruptura, no solo con sus rivales republicanos, sino también con muchos de sus antecesores demócratas, más preocupados por las encuestas que por las personas.
El fenómeno Mamdani va más allá de la ideología. Es fácil entender por qué despierta tantas simpatías entre las generaciones jóvenes. No solo porque no tiene vínculos con Wall Street ni con Silicon Valley, sino porque encarna otra forma de liderazgo: accesible, transparente y humanista. Habla el idioma de Internet, pero sin impostura; sabe reírse, debatir, mostrarse vulnerable y, sobre todo, demostrar que la política no tiene por qué estar reñida con la ternura.
Por eso, no debería sorprendernos si pronto se convierte en el próximo alcalde de Nueva York. Porque hace mucho que ningún político, dentro o fuera de Estados Unidos, ha hecho tan fácil salir a la calle y votar por él, tanto si estás conectado a la red como si no. Mamdani no solo promete cambiar una ciudad: promete reconciliar a una generación con la idea misma de la política.

            







