El champagne es una de las bebidas más utilizadas en ocasiones festivas como bodas, entrega de premios, Año Nuevo y logros deportivos, puesto que se trata de un símbolo de celebración, lujo y distinción.
Al igual que otras bebidas alcohólicas, el champagne (o champán) suele servirse siempre en el mismo tipo de copa. Este vino espumoso, al igual que la cava o la sidra, se suele servir en una copa de flauta, una copa alta, estrecha y alargada, con una forma de tulipán y una base puntiaguda. Sin embargo, esta costumbre podría tener un aspecto negativo.
Tal y como asegura el divulgador del vino y creador de contenido Pablo Teipro, seguir usando la copa de flauta es todo un error: “Con las copas de flauta te estás perdiendo una de las cosas más bonitas del champán que es poder olerlo” asegura el profesional.
Pablo Teipro: “Si vas a abrir una buena botella, dale la copa que se merece”
Si bien es cierto que las copas de flauta están diseñadas para retener las burbujas y el ácido carbónico, permitiendo que se liberen más despacio y conservando la calidad del vino durante más tiempo, el profesional opta por dejarlas a un lado.
Teipro anima a los amantes del vino espumoso a optar por copas más anchas, las cuales permitirán que el increíble aroma de la bebida llegue a las fosas nasales de la persona que la bebe: “La copa flauta es elegante, sí pero limita los aromas y no deja que disfrutes el champagne como se merece”.