“Cualquier cosa que suene a francés les parece mejor”: cómo detectar a los ‘cuñados’ del vino, a través de sus gestos y comentarios de falsos expertos

Vino

Según el sumiller Miguel Ángel Martiañez, no solo las palabras delatan a estos perfiles; también se acompañan de toda una puesta en escena que incluye el tono de voz, la gesticulación o la forma de pedir la carta de vinos

Estos perfiles son fáciles de detectar para expertos del sector.

Estos perfiles son fáciles de detectar para expertos del sector. 

Getty Images/iStockphoto

“El blanco para los pescados, el tinto para las personas”. De esta forma arrancaba la sumiller Marta Clot un TikTok que titulaba “Frases de cuñado experto en vinos”. Porque sí, en este mundo también se da esa “tendencia a opinar sobre cualquier asunto, queriendo aparentar ser más listo que los demás”, tal y como recoge el término “cuñadismo” la Fundación del Español Urgente (Fundéu) – promovida por la Agencia EFE y por la Real Academia Española (RAE).

El típico que “todo lo sabe”, como lo define Miguel Ángel Martiañez, sumiller de VelascoAbellá. “Ese que va un poco de enterado y es todo un experto de vino sin pertenecer a este mundo, aunque es cierto que también suele conocer otros temas, y si, por ejemplo, se habla de molinos de viento, también lo sabrá todo y lo demostrará durante la comida”.

“Todos los cuñados beben vino. Aunque está claro que siempre hay algunos que saben más de vino que otros (y que tú, eso por descontado)”. Así lo asegura Victoria Blanco, editora de Bruguera, sello que acaba de publicar Cuñadismo, una divertida e interactiva guía que recoge pautas para identificar al perfecto cuñado, y que decidieron lanzar cuando “nos dimos cuenta de que el humor de cuñados, aunque lleva toda la vida formando parte de la cultura pop española con personalidades como Chiquito de la Calzada o El Risitas, parece estar más presente que nunca”.

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Pero… ¿Cómo reconocerlos? Sobre todo, por sus palabras, claro. Y Martiañez apunta un comentario que evidencia al típico cuñado: “Este vino es joven. Tempranillo, ¿no?” “Cuando confunden la edad del vino con la variedad, malo”, señala el sumiller. Precisamente esta confusión da pie a otro clásico entre las explicaciones sentenciosas que suelen regalarnos estos supuestos expertos: “Si me tomo un vino a las seis de la mañana…, ¿es tempranillo?”. En este caso quien nos pone en alerta es Victoria Blanco. 

Pero hay más frases que cita y que ayudan a identificarlos. “Yo soy como un buen vino: mejoro con los años”. “¿Sabes cuál es el peor vino? El de cuando vino mi suegra”. O alguna más que cita el sumiller: “El mejor vino del mundo es el español”, una afirmación que plantean así, como categoría absoluta. Aunque el experto señala una que deja bien claro con quién nos hemos topado: “El mejor blanco es un tinto”.

El cuñado del vino siempre tiene un ‘pero’ que ponerle a la cata, aunque después farda de cada adquisición como si fueran de cosecha propia

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Sin embargo, no solo sus palabras les delatan. También se acompañan de toda una puesta en escena que, como asegura Martiañez, incluye “el tono de voz con el que habla, la gesticulación, la forma de pedirte la carta de vinos”. Victoria Blanco nos ayuda a visualizarlo y bajarlo a tierra: “Un cuñado del vino arruga la nariz antes siquiera de coger la copa. Levanta la cabeza cuál caniche con correa corta y paladea con la boca abierta hasta que no queda ni una gota de vino. Siempre tiene un ‘pero’ que ponerle a la cata, aunque después farda de cada adquisición como si fueran de cosecha propia”.

Efectivamente, manejan todo un repertorio de frases hechas, gestos repetidos, estereotipos… Aunque, eso sí, como apunta el sumiller, hay un elemento diferencial que en este mundillo del vino condiciona su quehacer, y que denota un plus propio del cuñado especializado en el sector: “En gastronomía el postureo al final forma parte del formato de venta, y quizás por eso todo lo que ocurre en el vino es un poquito más visceral y un poquito más amarillista, porque resulta complicado reconocer a quien realmente entiende de vino: exige mucho conocimiento, muchas horas de práctica y, además, ciertos vinos están ligados a precios elevados, con todo lo que eso implica”.

Algunos comensales fingen ser expertos de vino.

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De ahí que, por ejemplo, sí que existe un punto más “snob”, como puntualiza Martiañez, porque mencionará alguna región vinícola emergente, pero sin explicar por qué, o, a la hora del aperitivo, tal vez suelte: “ponme una copita de Jerez”, que acompañará con un simple “pero del bueno”. Mark O'Neill, fundador de TheWinePlace.es, apunta en su blog también algunos patrones que utiliza cuando habla de “tres tipos de bebedor: los cansinos, los cuñados (pendientes del postureo) y los obsesionados”: “Los cuñados compran vino que tenga muchos puntos Parker, como si fuera el Santo Grial de la calidad. Ni tocarían un vino con tapón de rosca, ya que en su mundo de ideas preconcebidas creen que es imposible que sea bueno. Cualquier cosa que suene a francés es mejor”.

Es cierto, como apunta la editora de Bruguera, que el “conocimiento cuñadil” “antes era un humor que solo usaban (y apreciaban) los propios cuñados, ahora se bromea con ello en muchos círculos sociales de cualquier edad”. Pero quizás habría que incorporar algunos matices cuando hablamos del sector y que Miguel Ángel Martiañez ha detectado gracias a su experiencia en sala. Por ejemplo, ese “rollo fanfarrón” suele ser “mucho más común en hombres que en mujeres”. Además, resulta más habitual que se dé cuando coinciden “dos amigos en el grupo que se alimentan porque el otro es igual que él” y es más usual en ámbitos más desenfadados: “Cuando se trata de una comida de negocios, la gente se cuida mucho de ser muy comedida”, precisa el sumiller.

La gente va un poquito más suave cuando acude a un restaurante de alta gama, ya que sabe que tiene delante a un profesional del mundo del vino

Miguel Ángel MartiañezSumiller

Y hay, también, otro terreno vedado, como indica este profesional al frente de la bodega del restaurante con estrella Michelin VelascoAbellà: “La gente va un poquito más suave en ese aspecto cuando acude a un restaurante de alta gama, ya que sabe que tiene delante a un profesional del mundo del vino y no se presta a soltar ciertas confianzas. Pero cuando se trata de un local ‘más batallero’, entre comillas, la cosa es bien distinta”.

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