Dieta baja en FODMAP: útil para el intestino irritable, pero no para todos

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Mientras que puede ser un gran alivio para pacientes con el síndrome, expertos advierten que en personas sanas es innecesaria e incluso contraproducente, al reducir la diversidad de la microbiota intestinal

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La dieta baja en Fodmap

Los FODMAP son carbohidratos que son fermentados rápidamente en el colon y que están presentes en muchos alimentos habituales, como el trigo, las legumbres y algunas frutas y verduras

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En los últimos años, las redes sociales se han llenado de recomendaciones sobre la dieta baja en FODMAP, un plan alimentario que muchos presentan como la solución a la hinchazón abdominal, los gases o la digestión pesada. Sin embargo, como advierte el doctor Diego Sánchez Muñoz, especialista en aparato digestivo y director médico del IDI–Instituto Digestivo, en Sevilla, “no es una dieta para todo el mundo, ni debe seguirse sin indicación médica, ya que puede incluso reducir la diversidad de la microbiota intestinal en personas sanas, algo que es poco recomendable”.

El término FODMAP es un acrónimo que agrupa a ciertos tipos de hidratos de carbono: oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables (Fermentable Oligosaccharides, Disaccharides, Monosaccharides and Polyols). A diferencia de otros carbohidratos, estos se suelen absorber mal en el intestino delgado y llegan al colon, donde son fermentados rápidamente por la microbiota intestinal. “Esa fermentación —explica el especialista— puede producir una sintomatología digestiva muy variada, como gases, hinchazón o dolor abdominal en personas sensibles, sobre todo en pacientes con síndrome del intestino irritable u otras alteraciones funcionales del aparato digestivo”.

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Los FODMAP están presentes en muchos alimentos habituales: el trigo, la cebada o el centeno, las legumbres, frutas como la manzana o la pera, verduras como la cebolla, el ajo o las coles, así como los lácteos con lactosa y edulcorantes como el sorbitol o el manitol. Es decir, una larga lista de productos que forman parte de la dieta mediterránea y que, en condiciones normales, son fuente de nutrientes esenciales y de fibra dietética.

“En pacientes con síndrome del intestino irritable, una dieta baja en FODMAP puede suponer un gran alivio”, explica el doctor Sánchez Muñoz. De hecho, numerosos estudios lo respaldan. Una investigación publicada en The Lancet Gastroenterology & Hepatology en 2022 demostró que una dieta baja en FODMAP mejora los síntomas digestivos en hasta el 70% de los pacientes con síndrome del intestino irritable (SII). Una revisión sistemática reciente, en este caso publicada en Nutrients, resume varios ensayos controlados aleatorizados en pacientes con SII y concluye que la dieta baja en FODMAP puede reducir los síntomas gastrointestinales en muchos casos. Otros ensayos clínicos apuntan que reducir temporalmente los FODMAP puede disminuir la hinchazón, el dolor abdominal y los episodios de diarrea o estreñimiento característicos de algunos trastornos digestivos.

Muchos de los alimentos ricos en FODMAP —frutas, verduras, legumbres o cereales integrales— son los mismos que alimentan a las bacterias beneficiosas del intestino

Pero Sánchez Muñoz es claro: en personas sanas no solo no es necesario reducir los FODMAP, sino que puede ser contraproducente. “Eliminar los FODMAP de la dieta cuando no hay una patología que lo justifique no aporta beneficios, y puede incluso reducir la diversidad de la microbiota intestinal”, advierte. Esto se debe a que muchos de los alimentos ricos en FODMAP —frutas, verduras, legumbres o cereales integrales— son los mismos que alimentan a las bacterias beneficiosas del intestino. Suprimirlos durante demasiado tiempo puede alterar ese equilibrio.

Además, se trata de una pauta restrictiva y compleja, difícil de mantener sin acompañamiento profesional. “No debería prolongarse más de seis semanas —indica Sánchez Muñoz—, y siempre debe ir seguida de una reintroducción gradual de alimentos, adaptada a cada paciente”. En esta segunda fase, se van incorporando poco a poco los distintos grupos de FODMAP para identificar cuáles son los que realmente provocan síntomas y cuáles se toleran bien.

De recomendación médica a moda en redes sociales

El problema surge cuando este tipo de dietas saltan del ámbito médico al del bienestar general o la moda. “Vivimos un momento en el que proliferan las dietas de moda, muchas de ellas restrictivas y sin base científica. Se tiende a pensar que eliminar grupos de alimentos es sinónimo de salud, cuando en realidad puede generar el efecto contrario”, apunta el digestólogo.

En una dieta saludable los hidratos de carbono deberían representar entre el 60% y el 65% del total de calorías ingeridas, priorizando siempre los de buena calidad

Sánchez Muñoz también se refiere al auge de las dietas low carb o bajas en carbohidratos, que, según él, se utilizan con demasiada ligereza. “Estas dietas pueden tener utilidad puntual en algunos contextos —como la pérdida de peso o el control de la glucemia en diabéticos tipo 2—, pero seguidas sin indicación médica son innecesarias y, a menudo, desequilibradas”. El especialista recuerda que en una dieta saludable los hidratos de carbono deberían representar entre el 60% y el 65% del total de calorías ingeridas, priorizando siempre los de buena calidad: cereales integrales, legumbres, frutas y verduras.

Frente a las dietas restrictivas o de exclusión, el doctor defiende el patrón mediterráneo como la opción más sólida y probada científicamente. Es variada, rica en fibra y en antioxidantes, y mantiene una microbiota diversa y equilibrada. Estudios como el PREDIMED, desarrollado en España, han evidenciado que seguir este modelo reduce en un 30% el riesgo de infarto de miocardio y hasta un 40% el de ictus, además de mejorar la función intestinal y la salud global.

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