A veces nos encontramos postergando cosas sin siquiera darnos cuenta: esa llamada que tenemos que hacer, el proyecto que hemos ido aplazando o incluso pequeños hábitos diarios. La espera se convierte en rutina, y poco a poco sentimos que la vida avanza mientras nosotros seguimos en pausa. Esta tendencia a posponer, conocida como procrastinación, frena nuestro progreso y genera frustración, dejando una sensación constante de desgaste.
Expertos en desarrollo personal coinciden en que uno de los antídotos más efectivos es la acción inmediata. Comenzar, aunque no tengamos claridad total, nos permite aprender sobre la marcha, ajustar estrategias y avanzar. La reflexión infinita y la espera constante suelen ser más un obstáculo que una ayuda.
La postergación, un hábito que desgasta
Empezar para ganar claridad
“No necesitas claridad para empezar, necesitas empezar para tener claridad”, empieza afirmando en una de sus últimas publicaciones el experto en desarrollo personal Jordi Segués. Este principio se aplica a cualquier proyecto, cambio de carrera o hábito nuevo. La idea de esperar a sentirse completamente preparado puede convertirse en un freno invisible.
“Normalmente se dice ‘cuando esté listo empezaré’. Eso no funciona. No puedes aprender a nadar desde la orilla; tarde o temprano vas a tener que saltar”, añade el experto. La metáfora refleja cómo la acción práctica permite descubrir y ajustar sobre la marcha.
Segués enfatiza que la perfección es enemiga de la acción: “Empiezas, lo haces mal, aprendes y poco a poco mejoras; ese es el proceso, no hay otro”. La acción, aunque imperfecta, es la manera más segura de romper la inercia que provoca la procrastinación.
“Normalmente se dice ‘cuando esté listo empezaré’. Eso no funciona”
La ciencia respalda la acción
La ilusión del momento perfecto
Por otro lado, muchas personas retrasan decisiones importantes esperando un “momento ideal”. Para él, esta expectativa es una trampa mental. “Estar listo para empezar es un mito”, subraya.
Según el especialista, esperar condiciones ideales es una forma en que el cerebro evita riesgos y se mantiene en la zona de confort. “El momento perfecto es una excusa que se cuentan las personas que tienen miedo y que las mantiene donde están”, añade.
“Estar listo para empezar es un mito. Comienzas, lo haces mal, aprendes y poco a poco mejoras. Ese es el proceso”
Además, estudios sobre toma de decisiones y procrastinación muestran que posponer tareas importantes está vinculado con ansiedad, miedo al fracaso y perfeccionismo. Estos factores generan un ciclo que paraliza la acción y disminuye la motivación a largo plazo.
Estrategias para dejar de postergar
Como decimos, superar la procrastinación no se trata solo de voluntad. De hecho, muchas veces necesitamos herramientas concretas que nos ayuden a romper el ciclo de espera y pasar a la acción. Una de las más conocidas es la llamada regla de los 5 segundos, propuesta por la doctora Núria Roure.
Esta técnica consiste en decidir de manera inmediata qué acción vas a tomar y ejecutarla antes de que la mente encuentre excusas. “Contar 5, 4, 3 y antes de llegar a 1 ya salir y hacerlo”, señala Roure. La clave está en transformar la intención en movimiento, evitando que el pensamiento postergador tome el control. Además, recomienda poner fecha y hora específicas a cada acción para crear un compromiso real con uno mismo.
Otra estrategia poderosa está relacionada con la forma en que nos hablamos a nosotros mismos. Neil Fiore, psicólogo y autor del libro Hazlo ahora, propone una serie de autoafirmaciones productivas que ayudan a reprogramar la mente y generar impulso. Frases como “El trabajo que hago hoy me acerca a mis metas” o “La perfección no es necesaria para avanzar” permiten cambiar la relación con las tareas, reducir el miedo al fracaso y mantener la motivación a lo largo del día. Según Fiore, repetir estas afirmaciones fortalece la acción constante, recordándonos que cada paso, aunque pequeño, nos mueve hacia adelante.
En definitiva, dejar atrás la postergación no requiere claridad absoluta ni esperar un momento perfecto. Requiere movimiento, decisión y persistencia. Cada acción, por pequeña que parezca, genera confianza y aprendizaje. “No esperes a sentirte listo. Empieza y descubrirás que la claridad y el progreso llegan con la acción”, concluye Segués.


