Loading...

Pino Montesdeoca, actriz y modelo a los 63 años: “La visión optimista es una mezcla de factores, pero se puede entrenar, y para ello tienes que preguntarte como quieres vivir tu vida”

Vips Séniors

La actriz y modelo canaria, con su ejemplo, contribuye a dar visibilidad a las mujeres de más de 50 años, apostando por la naturalidad y aceptándose y preparándose para los cambios que ocurren en todas las etapas de la vida 

La modelo, a sus 63 años. 

Silvia de la Fuente

La vida de Pino Montesdeoca (Las Palmas de Gran Canaria, 1962) es como un relato de aventuras. De carácter rebelde e inconformista, salió de la casa familiar a los 17 años cuando conoció a Bo, un sueco con el que celebró tres bodas y fue su compañero durante 43 años, hasta que falleció en 2022. En ese tiempo, vivió en Suecia, los Balcanes y las Bahamas, y en cada destino desempeñó diferentes trabajos. Fue su paso por la isla caribeña la que la trajo de vuelta a España, en 2013, después de estar al borde de morir por dengue hemorrágico.

En Madrid, y completamente restablecida de su grave enfermedad, sentía la necesidad imperiosa de asumir un nuevo reto, que finalmente llegó después de que su hija pequeña le convenciera para hacer una sesión de fotos y presentarlas a diferentes agencias de modelos. A los 53 años debutó en un anuncio de yogures, y desde entonces es una habitual de las pasarelas (el año pasado recibió el Premio L'Oréal a la mejor modelo de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid), y del cine (Bajo un volcán y La mujer dormida son los últimos títulos en los que ha participado). La clave de su éxito es su naturalidad, mostrarse tal como es, sin retoques ni artificios estéticos, y con una personalidad arrolladora y positiva: “A mí, el drama, justo y necesario”, destaca.

Lee también

Su último libro, La edad es un número. La actitud lo es todo (La Esfera de los Libros), recoge su trayectoria vital, pero no es una biografía, “en realidad es un libro de emociones para compartir, simplemente para empatizar con las emociones que tenemos todos, hombres y mujeres”. No mira para atrás y vive el momento, aunque con la mirada puesta en cómo quiere vivir su vejez. ¿Viajando en un barco? Por qué no.

No la conocíamos en su faceta de escritora y debuta con un libro autobiográfico.

En realidad, es un libro de emociones para empatizar con lo que sentimos todos. Lo importante no es lo que me haya ocurrido, que evidentemente lo cuento, sino que cuando alguien lo lea diga: yo me sentí así. Pretendo conectar con las emociones, más que escribir una biografía.

Siempre digo que me considero tan corriente que, lo que me pasa a mí, le ocurre a la mayoría de la gente.

Exacto, son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Puede ser que vivamos situaciones muy diferentes, pero nos hacen sentir cosas muy parecidas y hemos de gestionarlas de manera similar. No somos nada excepcional; todos tenemos dramas, y a medida que nos hacemos mayores, vamos perdiendo gente y siendo más conscientes de nuestro propio cuerpo, de las enfermedades de alrededor… Nos pasa a todos; entonces, ¿por qué no lo hablamos?

Los mayores de 50 años suelen ser más introvertidos y tal vez sea una desventaja respecto a los jóvenes, que se expresan en las redes, aunque tal vez se expongan demasiado.

Por supuesto que sí, pero también tiene que ver con la forma de ser de cada uno. A mí, el drama, el justo y necesario. Está bien la autocompasión de vez en cuando, pero lloras, te desahogas y ya está. En las redes se ven historias que hablan de lo difíciles que son algunas cosas, por ejemplo, ser padres. Claro que en la vida hay cosas difíciles, pero según tú te las tomes, las conviertes en imposibles o llevaderas. Los problemas hay que hablarlos, pero también está la cabeza, que es un músculo que hay que entrenar, y si te preguntan cómo estás, en lugar de decir fatal, responde que bien, que has tenido días mejores, pero estás bien. Hay que ejercitar la búsqueda del lado bueno de las cosas.

No somos nada excepcional; todos tenemos dramas, y a medida que nos hacemos mayores, vamos perdiendo gente y siendo más conscientes de nuestro propio cuerpo

Pino Montesdeoca

Esa es una visión optimista de la vida. ¿Usted la tiene ‘de serie’, porque la cultiva o porque es un mecanismo de defensa?

Yo creo que tiene que ver con las tres cosas. Primero se entrena, y para ello tienes que preguntarte como quieres vivir tu vida: ¿tirada en el suelo, llorando, o echando para adelante y viendo las cosas de la mejor manera? Por otra parte, hay personas que desde niñas se ve si son positivas o no, puede ser que uno nace con una tendencia al pesimismo. Es una mezcla de factores.

¿Llegar a la fama después de los 50 es buscado o sobrevenido?

Yo nunca pensé que fuera una persona con una actitud positiva; cuando mi marido me proponía hacer algo, y yo le respondía “no lo puedo gestionar ahora, dame tiempo”; él me decía, “metes la cabeza bajo la tierra como un avestruz”. Eso me marcó un poco, era como si no me enfrentara a los problemas, y puede ser que yo me defendiera de cosas que no podía gestionar en un determinado momento, pero sabía que más adelante sí. Así que yo no me consideraba una mujer positiva y me comía la cabeza con eso, pero sabía es que era curiosa y atrevida. Si me decían que no podía hacer algo, se me ponían los dientes largos. Con el tiempo me he entrenado. La cabezonería hace que lo intentemos hasta estar hundidos hasta el cuello, y en mi cabeza siempre está el que debo intentarlo, Y si no lo consigo, tengo la capacidad de perdonarme. Perdonarte a ti misma tiene mucho que ver con ser positiva.

Lee también

Tatxo Benet, empresario, 68 años: “Vemos la vejez como algo incapacitante, pero yo todavía no he encontrado nada que me apetezca hacer y la vejez me haya impedido”

Cristina Gaggioli

Su ejemplo de triunfar como modelo pasados los 50 es muy alentador, pero parte de la ventaja de un muy buen físico de siempre, según se aprecia en las fotos.

No tenía yo esa conciencia de mí. Una tía, a la que quise mucho y a la que también tenía inquina, siempre me llamaba machona, porque yo no tenía lo que ella consideraba feminidad. Me decía: ¡con lo bonita que podrías ser! Y eso se me quedó grabado. Yo crecí pensando que era elegante de alguna manera, pero en absoluto bonita. Entré en la adolescencia y conocí a mi marido sin tener la idea de que era una mujer bonita.

De su trayectoria vital, ¿qué etapa es la que más le ha gustado? ¿Cómo definiría su momento actual?

Recuerdo el pasado como todo el mundo, pero no lo revivo. Mi marido me preguntó muchas veces a qué etapa me gustaría volver, y yo respondía que para qué volver. En cualquier momento del pasado, que pudo ser muy bonito, se entrelazan momentos muy difíciles conmigo misma. Desde el nacimiento de mis hijas, que es lo más bonito que me ha pasado, también entran otras cosas: el haberme sentido un poco sola, el saber que podía ser una gran madre, pero no se me prestaba demasiada atención porque era muy joven… siempre se mezclaban otros sentimientos que empañaban el momento. Entonces, para atrás, yo no vuelvo; por eso, cuando me hablan de antes y de ahora, digo que el momento más preciado y bonito es el actual.

Físicamente, me aterra perder mi autonomía, necesito disfrutar de mi soledad sin necesitar una persona que me eche un cable para cualquier cosa

Pino Montesdeoca

Dice en su libro que está contenta y que no quiere llegar a anciana sin poder charlar y tomar café con sus hijas. ¿Le asusta mucho la pérdida de funcionalidad?

Me asusta, porque hay algo que tenemos los seres humanos y que no deberíamos perder nunca: nuestra dignidad. Me doy cuenta de que cuando te haces mayor, y comienzas a deteriorarte, el trato de los demás puede ser muy condescendiente, empiezas a perder tus derechos como ser humano y eso me da pánico. Físicamente, me aterra perder mi autonomía, necesito disfrutar de mi soledad sin necesitar una persona que me eche un cable para cualquier cosa. Lo que intento es prepararme, cuidándome (sobre todo las articulaciones, que son fundamentales para agacharme y levantarme) y entrenando, camino mucho. En casa hago todo tipo de movimientos de brazos y piernas y bailo, por mantener el cuerpo lo más flexible posible. También tomo algún suplemento. Intento que mi vejez sea lo más digna posible, al menos que no necesite a nadie.

¿Vivió esa situación de deterioro, como hija?

Mis padres nonagenarios estuvieron mal durante bastante tiempo y yo sentía la responsabilidad de que yo era la única que podía hacer cosas por ellos, y a la vez tenía un sentimiento de culpabilidad por pensar que no estaba haciendo lo suficiente; ir a verlos regularmente a Canarias, la coacción a la que me sometían (‘hija, nos haces mucha falta’)… Gran Canaria terminó siendo un lugar donde no quería volver, ¡con el amor profundo que yo les tenía a mis padres! Pero, por otra parte, me revolvía contra ellos por acaparar de esa forma toda mi energía. No quiero que eso les pase a mis hijas porque se sientan obligadas a dejar sus cosas para dedicarme tiempo.

Lee también

La modelo Pino Montesdeoca. 

Silvia de la Fuente

Quizá nos creemos muy autosuficientes y queremos huir de la vulnerabilidad…

Porque nos costó mucho llegar a ello y por eso lo apreciamos mucho. Este verano, durante un viaje en barco por Croacia, les dije a mis hijas: me voy a cuidar, pero voy a vender mi casa y ese dinero lo voy a invertir en un crucero alrededor del mundo, que se paga durante unos 15 años y que llega más o menos hasta que mueres. Así tengo todas las necesidades cubiertas, y al tiempo, y mientras pueda caminar, ir de aquí para allá. ¡En qué momento lo dije! No se lo tomaron nada bien… Lo que ellas pudieron entender es que estoy intentando planear qué cosas se pueden hacer. Mi marido murió de cáncer a los 74 años y estaba genial hasta el último momento. Si no me toca una enfermedad mala, perfectamente puedo tener por delante 10 años o más estupendos. Hay que planear un poquito, y eso es lo que debo hacer, pero sin hacer daño a nadie.

Volviendo a su nueva faceta. Los mayores de 50 tienen una posición económica más desahogada y se convierten en blanco de las marcas. Además, cada vez son una parte más amplia de la población, valen para todo y, sobre todo, para consumir…

Tenemos una industria que se ha dado cuenta de quien de verdad les va a comprar: aquí estamos nosotras, pensamos en nosotras, tenemos dinero y nos lo vamos a gastar en nosotras. A la industria se le abre un mercado enorme y a mí eso me da lo mismo, porque está sacando a la luz a muchas mujeres que ya no tienen ni 20, ni 30, ni 40 años, y cada vez las vemos más por todas partes; la mentalidad está cambiando. No me importa que la industria gane más dinero, si por el camino yo ya no soy tan invisible como lo fui antes. Todo tiene un precio.

No me importa que la industria gane más dinero, si por el camino yo ya no soy tan invisible como lo fui antes, todo tiene un precio

Pino Montesdeoca

En su libro habla de que sus inseguridades son menores con los años y que pisa con más fuerza. A pesar de esto, ¿ha sentido edadismo?

Yo no siento edadismo porque estoy aquí por mi edad; es la edad la que ha hecho que yo salga y el mensaje es lo que me mantiene donde estoy. A lo largo de cada década de la vida estás cambiando y cuando llegas a los 60 también vas a cambiar, y tendrás que trabajar todos los días ese cambio. Es lo que hemos hecho toda la vida: cuando fuimos madres, nos tuvimos que acostumbrar al cambio de tu nuevo cuerpo y tu nueva forma de vida; cuando los hijos se hacen adolescentes, hay que aprender a manejar el miedo y las preocupaciones; y cuando llegamos a los 60, lo mismo. He hecho unas fotos con Michael Costello y me costaba horrores verme, y todo el mundo me decía ¡qué maravilla! Yo me veo un coco malayo, vieja, pero unos días después, me digo, esa soy yo en ese tipo de fotos. Es un continuo trabajar en tu cabeza. Esto también pasa en todas las edades.

¿Tiene algún modelo inspirador?

Me encuentro todos los días con mujeres diferentes y en cada una de ellas hallo algo que me lleva a pensar: esto lo tengo que trabajar, este algo que tiene me inspira a ver si lo puedo lograr. Me inspiran casi todas las mujeres que me encuentro, para hacerlo, o para no hacerlo. Aparte, tengo admiración por Rossy de Palma, una mujer potente, que le da igual todo, tiene dos dedos de frente, tiene experiencia en su vida y sigue siendo una persona cercana. Me inspira esa positividad que tanto admiro, ese buen juicio y saber estar.

Lee también

Assumpta Serna, actriz, 67 años: “Acabaremos siendo una sociedad adolescente, que no aprende, de espaldas a una gran parte de la población, y más ahora, que vamos a morir mucho más viejos”

Paka Díaz

¿Qué le gustaría transmitir al colectivo de los séniors, tanto hombres como mujeres?

Creo que los séniors, por ponerle un nombre, tenemos una responsabilidad enorme, que es transmitir conocimiento y buen rollo. Transmitir a los jóvenes que el hacerse mayor puede molar mucho; puedes seguir siendo tú, descubriendo cosas y aprendiendo, y desaprendiendo. Que se nos vea como seres no obsoletos es nuestra responsabilidad; con el ejemplo tenemos que enseñar a los jóvenes el poder que tenemos los mayores y que la vida puede seguir, y muy bien, cumpliendo años.

Sí, pero ahora muchos jóvenes culpan a los boomers de la situación que viven ellos, y no están para recibir sus consejos. Al contrario…

Yo eso no lo he vivido. Nosotros también nos revolvíamos cuando un mayor nos llamaba la atención. Las generaciones anteriores tuvieron que luchar porque sus hijos no pasaran hambre, después porque tuvieran estudios y las siguientes porque sus descendientes tuvieran estatus. Fueron generaciones de esfuerzo, sacrificio y ahorro para conseguir algo. Pero esa mentalidad ha ido desapareciendo en cuanto hubo estatus, y ahora tenemos una generación que trabaja muchísimo y se premia con salir a comer o ir de cañas. Es cierto que se trabaja como locos, y con mucha presión y vorágine, pero las anteriores también trabajaron mucho. Lo que ahora tenemos es la presión del bienestar que vemos en las redes, parece que todo el mundo tiene un barco o un viaje a un destino exótico. Este ritmo de trabajo te agobia, y no poder lograr esas cosas enoja. Todas las generaciones han tenido una presión brutal y nosotras somos de la generación que hemos vivido entre dos mundos sin poder conseguirlo todo.

Lee también

David Summers, cantante de Hombres G, 61 años: “Hago bastante ejercicio, pero sobre todo por la salud mental; el cuerpo es más fácil de cuidar que la mente, yo huyo de los psiquiatras, prefiero ir a los gimnasios”

Paka Díaz

Debemos transmitir a los jóvenes que el hacerse mayor puede molar mucho, es nuestra responsabilidad que se nos vea como seres no obsoletos 

Pino Montesdeoca

¿Qué proyectos tiene ahora?

Todos los del mundo. Siempre estoy con campañas, con algún anuncio. Ayer hice una cosa para Berlín, y a mí estas cosas me vienen muy bien; parece que hay un guion dando vueltas, y después voy a Lanzarote para la fashion week. Voy haciendo cosas y sobre todo apoyando a gente que intenta salir. Me apunto a un bombardeo.

Deduzco que es autónoma. ¿Le asusta no llegar a tener una pensión?

Estoy fastidiada. Primero trabajaba en Suecia, me marché antes del 2000, me fui a los Balcanes, luego a Bahamas, y aquí estoy desde hace 10 años… Así es que tengo que ir metiendo dinero. Al final, ¡vendo la casa y me voy de crucero!