Días de trabajo intenso en Can Calopa para celebrar, un año más, la fiesta de la vendimia. Una fiesta única en un lugar también singular: una masía centenaria que tiene la única viña de toda Barcelona. Está en el Parc Natural de Collserola, concretamente en la parcela número uno del polígono uno de la ciudad, según indica el catastro. Y de allí salen también dos vinos de finca ecológicos: el Vinyes de Barcelona negre i el Vinyes de Barcelona blanc.
Nos avisan que este ha sido un buen año y que la producción puede acercarse a las 8.000 botellas. “La uva es muy sana y llega en condiciones muy buenas a la bodega”, explica a La Vanguardia Pau Moragas, responsable de producción de Can Calopa y vicepresidente de L’Olivera, la entidad que lo gestiona. “Es un producto muy sensible y cualquier cambio en la humedad y el clima le afecta directamente”.
La cita es este domingo 21 de septiembre y está abierta a la ciudadanía: “No se trata de vendimiar al uso, porque el clima apremia y lo están haciendo a mano y a contrarreloj estos días — añade Lluc Pejó, director de Can Calopa—, pero sí de recoger algunas uvas, pisarlas en un barril y hacer mosto; aprender a identificar variedades y conocer todas las herramientas que se utilizan, así como el proceso de etiquetaje y almacenamiento. Es una jornada festiva, pero también divulgativa, que terminará con una comida popular a pie de viñas amenizada con un bingo musical”.
Una ocasión, además, para conocer de cerca todo el trabajo de investigación que allí se realiza. “Actualmente, el vino tinto está elaborado con garnacha y el blanco con xarel·lo, aunque en un futuro habrá también macabeu; hemos buscado registros históricos con la ayuda de la Institució Catalana d’Estudis Agraris para conocer exactamente qué variedades había, cuáles se han abandonado y así poder recuperarlas. Hay mucho trabajo de investigación, porque en todo este terreno había mucha viña, pero la filoxera cambió el mapa”, cuenta Moragas.
El proyecto de recuperación arrancó el año 2000 de la mano del exalcalde Joan Clos quien, después de haber visto viñas en ciudades de todo el mundo, pensó que Barcelona debía estar también en esta lista. “En un principio era un vino de tipo institucional, pero en 2010 la gestión se concedió a la cooperativa social de Vallbona de les Monges L’Olivera. Queríamos hacer vino de calidad, pero también con una dimensión de impacto social y divulgativa sobre la agricultura cerca de las ciudades”, nos explica el responsable de producción.
Queríamos hacer vino de calidad, pero también con una dimensión de impacto social y divulgativa sobre la agricultura cerca de las ciudades
La Vinoteca - L'Olivera
La Vinoteca es el bar de vinos de Can Calopa, de la finca l'Olivera. Es un espacio rodeado de naturaleza y una terraza-mirador sobre los viñedos y con bonitas vistas a la cara menos conocida del Tibidabo. En este bar se pueden probar los vinos blancos, tintos, dulces y espumosos que se elaboran en la bodega de Vallbona de les Monges, y también los de los viñedos de Collserola y del Parque Agrario de Sabadell. Para picar, se pueden tomar tapas, conservas, platos, una propuesta sencilla y de temporada que se elabora con las verduras del huerto propio y productos de pequeños artesanos de proximidad. También ofrecen menú para grupos.
Además, habla de las viñas que hay en Londres, en Venecia, en Cleveland y que junto con Can Calopa y otros 30 viñedos de 11 países distintos en tres continentes conforman la Urban Vineyards Association. Y nos explica el caso de Tesalónica, “donde un antiguo párquing de camiones de basura se ha convertido ahora en un centro de encuentro entre los vecinos de la zona para revincularlos a la tierra a través de esta propuesta de viñedos”.
De momento, en Collserola tienen 2 hectáreas cultivadas y la cosecha es completamente manual. “Seleccionamos la uva a mano en la viña, es un trabajo meticuloso y en el caso de Can Calopa una oportunidad también para incluir y dar trabajo a personas en situación de vulnerabilidad. Últimamente, se habla mucho del concepto de proximidad, pero creemos que hay que dotarlo de contenido”.

Can Calopa aboga por una función divulgativa.
Vertiente agrícola, social... y divulgativa
Pero aparte de esta vertiente agrícola y social, Can Calopa también aboga por una función divulgativa. Cerca de 3.000 personas pasan cada año por esta masía. “Organizamos actividades escolares vinculadas a la agricultura, a las formas de organización del trabajo, también sobre el cooperativismo y la biodiversidad”, explica su director. “Y, por otro lado, ofrecemos visitas al viñedo para todos los públicos, con degustación de los productos de elaboración propia, y programas para amantes del vino, como ‘Un tast d'història’, donde degustamos una selección de vinos procedentes de distintos territorios y variedades que explican el origen y la evolución del vino a lo largo del tiempo”. Y siempre está la opción de dejarse caer un fin de semana para hacer una cata o un buen desayuno.
Entre los planes de futuro está incrementar la zona de cultivo de viña en el ámbito periurbano, y recuperar cultivos abandonados, olivos y contribuir a la prevención de riesgos forestales. En su vertiente social “el reto es consolidar y hacer crecer el modelo de atención individualizada e inserción laboral para dar autonomía a las personas con otras capacidades y seguir dando a conocer el proyecto a las escuelas para que cada vez sean más los niños que tienen ocasión de conocer de cerca el trabajo que se está haciendo”, explica Pejó.
Otro reto es el climático. Este año se ha protegido algunas viñas con cubiertas vegetales y la vendimia se ha tenido que avanzar en algunos puntos hasta dos semanas. Hay proyecciones del IRTA que en un futuro puede avanzarse algunas semanas más. De momento, la cita es este domingo.