Benidorm es, en la actualidad, la ciudad con más rascacielos del mundo por habitante; y la segunda, solo superada por Nueva York, que tiene más edificios de este tipo por metro cuadrado. La densidad de rascacielos de la población valenciana es una peculiaridad que apenas tiene comparación con la de ninguna otra ciudad española: alrededor de medio centenar de construcciones coronan un skyline muy particular en la que es el destino turístico por antonomasia de la Costa Blanca.
“Aquí estamos acostumbrados, pero cada vez que viene algún amigo de fuera se queda flipando; tienen una imagen muy distorsionada de lo que es esta ciudad”, cuenta Alicia P, de 28 años y residente de Benidorm de toda la vida. No le falta razón; la imagen que se suele tener de esta ciudad de la Comunidad Valenciana es que se trata de una ciudad basada únicamente en el turismo sénior y de despedidas de solteros... pero aunque en parte sea así, lo cierto es que es un modelo perfecto de smart city y de ciudad sostenible.
La ciudad de los rascacielos... ¿y de la sostenibilidad?
Hasta los años 60, la localidad alicantina era un pueblo tradicional que subsistía a través de la pesca y la agricultura, incluso si la periódica escasez de agua para los regadíos lo dificultaba en ocasiones. Fue un particular y muy debatido Plan de Ordenación Urbana el que aspiró a convertirla en toda una urbe moderna, edificando los espacios tradicionalmente destinados al cultivo a través de un característico diseño reticular.
Después, distintas empresas —y, como bien recuerdan los habitantes, el alcalde Pedro Zaragoza— vieron el potencial turístico de la zona, aprovechando esta remodelación para ubicar allí cientos de complejos apartamentísticos y hoteles. Y así, hasta ahora: Benidorm es, a nivel local y, sobre todo, internacional, uno de los lugares más representativos del “turismo de sol y playa” que tanto caracteriza a España.
 
            Benidorm, pasado y presente
“Fue una revolución para Benidorm... antes era esto un pueblito. Y aunque no a todos les gustó, nos dio un buen empujón a las familias que ya estábamos aquí”, resume Carmen B, de 74 años, quien ha vivido las dos grandes etapas de la ciudad.
Según últimos datos, en el año 2024, Benidorm —que, en su censo, cuenta con 74.663 habitantes— acogió en el año 2024 a 2.829.531 viajeros, un incremento del 2,9% respecto al año anterior. Y, aunque todavía no hay fechas concretas para este 2025, en los primeros seis meses del año ya ha recibido 5,1 millones de pernoctaciones.
Benidorm es el tercer destino turístico más popular de nuestro país, solo por detrás de las dos grandes ciudades, Madrid y Barcelona, que todavía acumulan los primeros puestos. En total, este 2025, se prevé que la visiten unos 98 millones de turistas extranjeros.
Encontrar un piso para vivir aquí es imposible... y más si trabajas de algo normal como es mi caso; yo tuve suerte porque pude quedarme en la casa familiar
Un pujante turismo que lleva ya casi 60 años trayendo abundante riqueza a la zona, lo que redunda en más construcciones y más establecimientos que quieren, claro, albergar cada vez más viajeros. En una localización de 38’51 kilómetros cuadrados, aumentar radicalmente la población, especialmente en la época estival, pasaba por una fuerte apuesta por los rascacielos: edificios de más de 150 metros de altura y decenas de plantas que albergan muchos más espacios habitables que los bloques de apartamentos tradicionales.
Pero aunque, originalmente, la creación de rascacielos se consideraba motivo de orgullo, considerándose estas estructuras como un signo de progreso y avance tecnológico y urbanístico, la popularidad de estos cayó progresivamente tras la crisis de la burbuja inmobiliaria.
Estas construcciones, que muchos siguen viendo como la manera más óptima de organizar verticalmente una ciudad, también tienen un puñado de connotaciones negativas, identificándose con la especulación inmobiliaria o con el auge del turismo. Un turismo que, si bien mueve gran cantidad de recursos económicos, también empobrece la calidad de vida de los locales, aumentando el precio de la vivienda y dificultando, en ocasiones, la convivencia.
“Encontrar un piso para vivir aquí es imposible... y más si trabajas de algo normal como es mi caso; yo tuve suerte porque pude quedarme en la casa familiar”, añade Alicia P, que sabe que con su sueldo de profesora sería muy complicado vivir en la ciudad.
La imagen de esa Benidorm masificada y excesivamente llena de turismo y ruido ya parece irredimible, pero lo cierto es que la ubicación litoral lleva ya bastantes años buscando cambiar sus modus operandi. Por un lado, se quiere limpiar la mala imagen que ha acumulado su sobreurbanizado paisaje, especialmente dentro de nuestro país. Y, por otro, parece más urgente que nunca darle solución a uno de los problemas contemporáneos de las ciudades por antonomasia: el gestionar de manera sostenible y eficiente el gasto energético que generan las urbes.
 
            Dos personas sentadas en un patinete eléctrico en Benidorm, España.
300 días de sol al año que se convierten en kilovatios
Una de las iniciativas más interesantes a este respecto se planteó hace apenas unas semanas. El pasado septiembre, la empresa Solar Earth, en colaboración con Cotas Arquitectura, anunció que se encargaría de la rehabilitación de dos edificios de 17 plantas cada uno en un proyecto pionero en Europa.
El objetivo es la implementación de 1.200 metros cuadrados de paneles de vidrio fotovoltaico en superficie ventilada. En una ciudad con tantas horas de sol —se estima que 300 días al año, lo que redunda en alrededor de 3.000 horas de luz solar— estas fachadas serán capaz de generar unos 190.000 kWh al año.
Este hito posiciona a Benidorm como un referente europeo en rehabilitación urbana sostenible
Si se escogió esta ciudad es, precisamente, por sus características: Paloma Antón, directora comercial de Solar Earth, explica que “era el lugar idóneo para demostrar que la envolvente puede generar energía limpia, mejorar el confort y proyectar una imagen de ciudad innovadora y alineada con los objetivos de sostenibilidad europeos.”
Según sus cifras, este vidrio fotovoltaico permitirá reducir en torno al 35% la demanda energética de las viviendas y, además, evitará la emisión de más de 50 toneladas de CO2 anuales. Tal y como reza el comunicado oficial en su página web, “este hito posiciona a Benidorm como un referente europeo en rehabilitación urbana sostenible, demostrando que los grandes edificios residenciales pueden pasar de ser consumidores intensivos de energía a convertirse en productores de electricidad limpia.”
“Nuestro objetivo no es solo que los edificios consuman menos, sino que produzcan y gestionen su propia energía de manera eficiente, convirtiéndose en verdaderos nodos activos dentro de la ciudad”, añade. Además de la generación de energía renovable, este sistema añade aislamiento térmico y acústico a las viviendas. La electricidad que se genera es “totalmente limpia”, y además “aporta valor económico al inmueble.”
La idea de implementar este sistema nace de la necesidad de modernizar el parque inmobiliario de la ciudad, cuyo abarrotado paisaje acumula ya una gran cantidad de edificios que se construyeron en el siglo pasado.
Con el auge de la preocupación al respecto de la huella energética, varios de estos edificios habían mostrado voluntad de implementar soluciones más eficientes, pero se habían topado con barreras arquitectónicas. “Benidorm es una ciudad muy vertical, pero sus edificios, que son muy altos, no disponen de cubiertas amplias como las que se necesitan para instalar sistemas solares convencionales”, resume Antón.
El vidrio fotovoltaico es versátil: puede aplicarse tanto en rehabilitación como en obra nueva, en edificios residenciales, administrativos, hospitales, hoteles o centros educativos
La iniciativa ha sido financiada por el Plan Europeo de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que ha aportado un presupuesto de alrededor de dos millones de euros, y en colaboración con el Ministerio de Vivienda y la Generalitat Valenciana.
Aunque este es el primer proyecto del estilo en España, la empresa ve posibilidades de extenderlo a más edificios de Benidorm y también más localidades. “Esta solución no se limita a ciudades costeras ni a rascacielos; el vidrio fotovoltaico es versátil: puede aplicarse tanto en rehabilitación como en obra nueva, en edificios residenciales, administrativos, hospitales, hoteles o centros educativos”, continúa Antón.
Y no es algo exclusivo de la costa: “Incluso en ciudades del interior, con menor radiación solar, la rentabilidad es significativa. Cuando se combina con otras medidas de eficiencia energética, el impacto en ahorro y sostenibilidad es muy relevante”.
 
            Vista aérea de la playa de Poniente en Benidorm, España.
Un futuro sostenible
Pero la iniciativa de Solar Earth es solo uno de los pasos que la localidad alicantina está realizando en una dirección clara: la de convertir una ciudad que tradicionalmente ha sido muy demandante en cuestión de consumo energético e hidráulico en una de las más eficientes del país.
La mayoría de los esfuerzos hasta la fecha han tenido que ver con la gestión del agua. En unos años en los que las sequías han aumentado de manera drástica a nivel nacional y las lluvias han sido muy desiguales, Benidorm ha destacado por su gestión hídrica. A día de hoy, se aprovecha el 95% del agua que se consume, superando con creces la media nacional del 70%.
Actualmente, el Plan de Agua Regenerada pretende, además, ahorrar un 15% del agua potable consumida en los hogares. Según cifras del ayuntamiento, su primera fase invertirá unos 300.000 euros en implementar un sistema que abastecerá a 6.500 viviendas, 156.000 metros cuadrados de zonas verdes públicas y 127.000 de zonas verdes privadas.
El Plan Benidorm Visión 360, también financiado por el Plan Europeo de Recuperación, Transformación y Resiliencia, cuenta con aún más medidas que planean implementarse en los próximos años. Convertir los rascacielos en unidades autosuficientes es el primer paso, pero otras propuestas, como los corredores climáticos o los sistemas de drenaje urbano, se han propuesto el gran reto de transformar una urbe en otro tiempo caracterizada por la especulación inmobiliaria y la masificación en un ejemplo de sostenibilidad a escala europea.
“Benidorm parecía muy moderna hace unos años, pero es verdad que ahora parece de moda”, resume Alicia P. “Espero que con todos estos cambios que están anunciando la ciudad vuelva a rejuvenecerse”.

 
            





