La Iglesia catalana marca perfil propio ante la ofensiva de Vox con los migrantes

El reto migratorio

Los ataques de Abascal a los prelados evidencian divergencias en la Conferencia Episcopal Española

El arzobipos de Tarragona, Joan Planellas, junto al obispo emérito Salvador Giménez, en la toma de posesión del nuevo obispo de Lleida, en julio

El arzobipos de Tarragona, Joan Planellas (izquierda), junto al obispo emérito Salvador Giménez, en la toma de posesión del nuevo obispo de Lleida, el pasado mes de julio 

Marc Carnicé / Sirerafoto

La andanada del líder de Vox, Santiago Abascal, contra los obispos por la postura de la Conferencia Episcopal Española(CEE) sobre la inmigración, a raíz de la localidad murciana de Jumilla, ha provocado que la Iglesia catalana marque perfil propio en este asunto y haga frente a los ultranacionalistas. Una posición que contrasta con el silencio oficial de la CEE, que fue el blanco de los ataques furibundos del dirigente ultraderechista. Desde el órgano de gobierno de los obispos se decidió no alzar la voz y no replicar para no alimentar esta polémica.

En la CEE consideraban que el comunicado que lanzaron de apoyo a la Comisión Islámica de España y en defensa de la libertad de culto es todo cuanto había que decir. Su posicionamiento, esta vez, les ha granjeado compañeros de viaje –el Gobierno–, por tacticismo político, que en otras ocasiones operan en otras coordenadas. La extrema derecha acusa ahora a la Iglesia de ser complaciente con el Ejecutivo de Pedro Sánchez, que hace solo unas semanas asoció a la Iglesia con la extrema derecha, expone una fuente. Por ello, esta fuente del ámbito eclesial, opina que lo correcto es no entrar en un pim pam pum político, un terreno en el que “no cabe el matiz” y que no es, ningún caso, el de la Iglesia.

Sin embargo, el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, que es presidente de la Conferencia Episcopal Tarraconense, que agrupa las diez diócesis catalanas, no se mordió la lengua y respondió a Vox que “un xenófobo no puede ser un verdadero cristiano”. Además, enmarcó las coincidencias de los ultras con algunos postulados de la Iglesia en una estrategia política para captar votos. “Podríamos decir que más bien pueden utilizar este filón católico, que son procatólicos, pero en definitiva no lo son”, resumió el prelado. “Un xenófobo no puede ser un verdadero cristiano. Y me parece que debe decirse con toda la contundencia”, remató Planellas. Vox enseguida le contestó vinculándolo con el independentismo.

Aliança Catalana no tenía vela en este entierro pero trata de asomar la cabeza para figurar en el escenario

Aliança Catalana, que coincide con esa formación en todo lo relativo a la inmigración, era ajena a un choque que copa titulares este agosto y trató de sacar la cabeza y figurar en el escenario. Sílvia Orriols lanzó una diatriba a Planellas en la misma línea que la invectiva que profirió Abascal unos días antes, con alusiones a la pederastia, pero también a otros asuntos que Vox omite, como la homosexualidad. A lo que no hacía referencia el partido xenófobo catalán es al tema económico y el dinero que recibe Cáritas, también citado por el presidente de Vox. 

En cualquier caso, en el pasado, cuando ha habido encontronazos entre los obispos catalanes y los del resto de España, con asuntos sensibles del procés o con la amnistía, ha sido la Tarraconense el órgano que ha emitido un comunicado colectivo. En esta ocasión, aunque la voz de Planellas refleja el sentir mayoritario de los obispos catalanes, no hubo coordinación ni una reunión previa de ese organismo, que se vio por última vez a mediados de julio y no tiene previsto citarse de nuevo hasta septiembre. Con todo, en julio, con los incidentes de Torre-Pacheco como telón de fondo, los obispos catalanes ya esgrimían la doctrina y el magisterio de la Iglesia en cuanto a la acogida de migrantes, en la misma línea de lo que expresa la CEE, que apoya la iniciativa legislativa popular (ILP) para regularizar a medio millón de extranjeros y lleva tiempo criticando el uso político que hace la extrema derecha de este colectivo.

Así las cosas, otros prelados catalanes, como es el caso del cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, han optado por la discreción y por no “dar de comer a una serpiente de verano”, como apunta una fuente consultada, que enfatiza además que la moción que veta las celebraciones islámicas en espacios municipales de la localidad murciana y ha desencadenado la polémica, que parte de Vox y la aprobó el PP, carece de efectos legales. Ese fue el argumento en el que se escudaron los populares para escapar del fuego cruzado de Vox, el Gobierno y los obispos, en el que tenían muy poco o nada que ganar. Del mismo modo, la proposición no de ley registrada por los de Abascal en las Cortes de Aragón el pasado mes de junio en ese sentido es también una mera declaración política, sin ningún tipo de vinculación jurídica.

El presidente de los obispos, Luis Argüello

El presidente de los obispos, Luis Argüello 

Archivo / Agencias

Esta diferencia, en este caso formal y no de fondo, entre Planellas y la CEE no es nueva. En junio ya hubo un choque previo cuando tanto el presidente de los obispos, Luis Argüello, arzobispo de Valladolid, en una entrevista en ABC, como el secretario general y portavoz del órgano de gobierno de los prelados, César García Magán, obispo auxiliar de Toledo, en una rueda de prensa, se pronunciaron a favor de una convocatoria anticipada de elecciones, como reclamaban PP y Vox aquellos días por las casos de corrupción que atenazan al PSOE. El arzobispo de Tarragona dejó claro que ese asunto no se había abordado en el foro de los obispos durante la asamblea plenaria que se había celebrado en esas fechas. En una entrevista posterior reveló que a la postre recibió el apoyo de otros prelados españoles. Una muestra de división.

De hecho, aquella petición de Argüello rompió con la línea de los últimos años, en los que la Iglesia se había mantenido alejada de las manifestaciones políticas que antaño, de la mano de Rouco Varela y durante los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, había encabezado y promovido.

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, quebró la unidad de los obispos con críticas y al llamar “moritos” a los musulmanes

Con Jumilla, aunque Planellas aseguró que “no hay fisuras” en la posición de la Iglesia sobre la acogida, también ha quedado patente que hay diversidad de opiniones. El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, del ala más conservadora, se desmarcó el miércoles con un mensaje que ponía en entredicho tanto el comunicado de la CEE como un extenso artículo del arzobispo de Madrid, el cardenal José Cobo, a quien se encasilla en el sector más progresista de la Iglesia. Sanz quebró la unidad con un tuit que además se refería a los musulmanes como “moritos” y que iba en la línea de lo que demandaba la extrema derecha desde hacía días. Con todo, no es la primera vez que este arzobispo se descuelga de una posición de la CEE, ya pasó en abril con la resignificación del Valle de los Caídos.

Hasta entonces, la Iglesia había exhibido una posición común sobre Jumilla, con matices en función de quien se expresaba, pero al fin y al cabo común. Prelados de corte conservador habían introducido en el debate aspectos como la exigencia de reciprocidad en la defensa de la libertad de culto en los países musulmanes –también Sanz–, o se hacía hincapié en que es lícito el control de fronteras y de la inmigración, pero dejando claro que una vez están los migrantes en suelo español la única vía es respetarles los derechos fundamentales, tal y como remarcaron el propio Argüello en un artículo en ABC o el titular de la diócesis de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, en un programa de radio. 

Tras el mensaje de Sanz, otros obispos le han enmendado la plana sin citarle de forma directa en sus homilías, pidiendo no echar gasolina al fuego, como ha hecho el obispo de San Sebastián, o postulándose a favor de la acogida de los migrantes, como el arzobispo de Sevilla. 

De lo que no hay dudas en ciertos sectores de la Iglesia es que Vox es una formación que trata de servirse del catolicismo al hacer bandera de algunos de sus postulados, pero no de todos. Estos sectores no se extrañan de que Abascal, aunque se declara católico, salga ahora con toda la caballería contra la curia, puesto que ya había abonado el sedevacantismo y había cargado hace años contra el papa Francisco por el mismo motivo, la inmigración, igual que Aliança Catalana. Lo que preocupa en realidad es la confusión y la distorsión que puede crear con sus altavoces en su cruzada contra el magisterio de la Iglesia sobre la acogida de los migrantes.

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