“A la mínima voy al centro de salud, me quedo más tranquila”: los riesgos de abusar de las visitas médicas o de evitarlas, a partir de la madurez

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La alta frecuentación médica en mayores suele tener base justificada, pero cuando se sospecha que hay un exceso, hay que valorar el contexto social, cognitivo y anímico de la persona

“El miedo excesivo a enfermar se presenta en personas que a lo largo del ciclo vital han desarrollado un patrón de respuesta vinculado a la ansiedad”, explica Carina Cinalli, psicóloga y presidenta de la Junta Directiva de la Asociación Española de Psicogerontología

Abusar de las visitas al médico tiene riesgos

Abusar de las visitas al médico tiene riesgos

Unai Huizi

“Un médico cura, dos dudan, tres matan”, dice un antiguo refrán español. Aunque puede parecer exagerada, lo cierto es que la frase invita a reflexionar sobre un posible riesgo: el exceso de consultas y pruebas médicas puede, en ocasiones, causar más daño que beneficio. Y aunque los mayores de 60 suelen tener “mala fama” en esto de la frecuencia de las visitas médicas, lo cierto es que no deja de ser un estereotipo. 

Así lo señala Nieves Fernández Letamendi, vicesecretaria de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y responsable de Docencia y de Geriatría de Quironsalud Zaragoza: “El planteamiento de la “frecuentación” de atención médica por parte de los mayores es edadista, ya que la demanda de atención en Servicios de Urgencias en esta etapa está en su mayoría más justificada y se correlaciona con mayor necesidad de ingreso que entre el perfil de edades menores”. Según la experta, esta necesidad de atención médica aumenta cuanto más frágil es el paciente: cuando padece algún grado de dependencia física o cognitiva, tiene peor apoyo sociofamiliar o presenta elevada comorbilidad.

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“A partir de los 70, cualquier dolor me preocupa más”, cuenta María de los Reyes, que ya ha sobrepasado los 80. Cuenta que al principio esperaba unos días a ver si se pasaba, pero que cada vez tiene más miedo de que sea algo grave. “No quiero que me pase nada sola, así que voy al centro de salud enseguida; a veces me dicen que no es nada, pero me quedo más tranquila”, dice. 

El miedo a enfermar es una realidad que convive con esa necesidad real. Cuenta Carina Cinalli, psicóloga y presidenta de la Junta Directiva de la Asociación Española de Psicogerontología, que esta preocupación excesiva no siempre responde a un trastorno psicopatológico, pero igualmente puede causar un alto nivel de sufrimiento y tiene influencia en la relación que establece la persona con su autocuidado y con los servicios y profesionales de salud. 

A partir de los 70, cualquier dolor me preocupa más, no quiero que me pase nada sola

Editorial TeamMás de 80 años

“El miedo excesivo a enfermar por lo general se presenta en personas que a lo largo del ciclo vital han desarrollado un patrón de respuesta vinculado a la ansiedad”, señala, y añade que, en la vejez, esta característica se puede exacerbar como respuesta a otras preocupaciones que son vividas como amenazas existenciales: miedo a la pérdida de capacidades físicas y cognitivas, a la dependencia, a la soledad, a la muerte… Esto puede hacer que la persona centre gran parte de su día en vigilar síntomas, buscar información y comentarlo con otros, lo que a menudo conduce a consultas médicas repetidas, exageración de síntomas y cambios frecuentes de profesional.

Pero puede ocurrir también lo contrario: que el miedo a la enfermedad y al deterioro conduzca a comportamientos de evitación como no prestar atención ante algún cambio en la salud, no hacer los controles médicos rutinarios u ocultar síntomas en una consulta. Esto le ocurre a José O., de 69 años, que evita ir al médico, salvo que sea estrictamente necesario. “Mi padre entró en el hospital por un dolor en el costado y ya no salió, a mí me da miedo que me encuentren algo grave”, confiesa. Este tipo de evitación, explican las expertas consultadas, puede retrasar diagnósticos importantes y agravar enfermedades que podrían ser tratadas con una detección temprana.

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En ambos casos, tanto de abuso como de evitación, Nieves Fernández Letamendi considera esencial hacer una Valoración Geriátrica Integral (VGI) que analice a ese paciente desde el punto de vista clínico, social, funcional, cognitivo y anímico para ir a la raíz del problema. Eso sí, señala que estas valoraciones deben hacerse en equipos multidisciplinares para poder hacer un plan de atención adaptado al paciente contando con el médico y la enfermera de Atención Primaria, pero también con sus trabajadores sociales, auxiliares de ayuda a domicilio de Servicios Sociales, psicólogos o incluso contar la valoración de Geriatría si se observa cierto grado de fragilidad.

Una atención centrada en la persona

La discriminación por edad o edadismo también afecta tanto a la atención médica por parte de profesionales como al acceso a tratamientos en las personas mayores. Así lo denunciaba la doctora Marta Neira Álvarez, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG), en el Anuario de iSanidad 2024. Los datos de una encuesta realizada por esta sociedad médica en 2024 señalaban que, en España, el 82% de los geriatras encuestados ha detectado conductas edadistas en su entorno laboral. 

El miedo excesivo a enfermar se presenta en personas que a lo largo del ciclo vital han desarrollado un patrón de respuesta vinculado a la ansiedad

Editorial TeamPsicóloga y presidenta de la Junta Directiva de la Asociación Española de Psicogerontología

Como ejemplos, situaciones como menor acceso a ciertos tratamientos por parte de personas mayores, menos participación de este grupo de edad en ensayos clínicos o que la geriatría sigue estando poco integrada en la formación médica. Por ello, para SEMEG resulta clave fortalecer la presencia de la geriatría en el sistema sanitario y promover políticas que aseguren una atención más justa y accesible para este grupo de población.

“Los prejuicios asociados a la edad pueden llevar a enfoques más centrados en la enfermedad que en la promoción de la salud. La clave está en detectar lo que necesita cada persona en su singularidad. La atención centrada en la persona permite adaptar la prevención a las necesidades individuales y detectar cuándo se requiere otra intervención”, dice Carina Cinalli. 

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Sobre esto, Sara Martínez de Pedro, psicóloga sanitaria y también miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Psicogerontología, considera imprescindible una atención sanitaria que fomente la escucha activa, pero también que evite el paternalismo, animando a los pacientes a adquirir hábitos saludables y estrategias de autocuidado en casa como revisiones periódicas, uso responsable de internet, entornos seguros, medición de parámetros de salud y apoyo tecnológico.

 “La frecuencia adecuada de los chequeos médicos en personas mayores debe individualizarse, teniendo en cuenta diversos factores como el estado general de salud, los factores de riesgo y protectores, el estilo de vida, las características de la persona y su entorno, así como su trayectoria de envejecimiento”, explica. Además, cree que es fundamental que las evaluaciones de salud incluyan la valoración de aspectos relacionados con la salud mental, dada su importancia para el bienestar integral de la persona mayor.

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Si es un adulto mayor que está perdiendo peso sin justificación, nota pérdida de memoria o alteraciones del ánimo, es muy recomendable citarse con su médico

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Por último, la vicesecretaria de la SEGG recuerda que, además de los consensos que establecen las distintas sociedades científicas en colaboración —como pueden ser las recomendaciones de vacunación en el adulto mayor—, en Atención Primaria existen otras actividades preventivas que establecen sugerencias de cribado adaptadas a patología y edad cuya evidencia demuestra evitar un alto porcentaje de enfermedades prevenibles. 

“Si es un adulto mayor que está perdiendo peso sin justificación, está teniendo caídas, nota pérdida de memoria o alteraciones del ánimo, lleva una vida muy sedentaria o padece soledad no deseada, con poco apoyo social, es muy recomendable citarse con su médico”. Pero insiste en señalar que sería interesante poder contar siempre con el mismo profesional, porque permite mejorar la confianza, la relación médico-paciente y la adherencia al tratamiento. “Es peligroso confiar solo en la información de redes sociales, internet o incluso exclusivamente los prospectos médicos, desoyendo las recomendaciones de nuestro médico porque puede tener malas consecuencias en nuestra salud”, concluye. 

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